Poemas 

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Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!

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A MI MANERA

El final ya está cerca
Y me enfrento al último telón
Amigo, lo diré sin vueltas
Hablaré de mi caso del cual sé mucho
Tuve una vida satisfactoria
Recorrí todos y cada uno de los caminos
Y más, mucho más allá de esto,
Lo hice todo a mi manera.

Autor del poema: Frank Sinatra

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LA CAÍDA DE LA TARDE

Mirar como traspone las montañas
El sol, cansado al fin de su carrera,
De este río sentado en la ribera,
Escuchando su ronco murmurar.
O ver las aves que con tardo vuelo
Van a las ramas a buscar descanso,
O mis ojos clavar en el remanso
Que oscurece la sombra del palmar.

A esta mustia soledad salvaje
Venir ¡ay triste! a demandar remedio,
En mi constante y doloroso tedio;
Y el pesar abatiéndome después.
Y pasar afligido hora tras hora,
De la ausencia en el lóbrego martirio;
De un imposible afán en el delirio...
¡Ésta , lejos de ti, mi vida es!

Tu recuerdo tenaz nunca se esconde,
En el oscuro abismo de mi mente,
Y el fuego de tu amor, aún vive ardiente,
Abrasándome siempre el corazón,
No vale huir de ti... que el alma loca
Vuela a do estás, en alas del deseo,
O te atrae hacia mí, y aquí te veo,
Sombra a quien presta vida mi pasión!

Y evoco las memorias de otros días
Que dichosos, mas breves trascurrieron,
Pero que amantes al pasar nos vieron
Desmayados, del goce en la embriaguez.
Y pido a estas riberas la ventura
De esas horas de amor dulces y bellas,
Mas ¡ay! no pueden darme lo que aquellas
En que te vi por la primera vez.

Nada me sonríe ya, cuando va el cielo
Tiñendo de carmín por un instante,
Desde su tumba de oro, fulgurante,
Del tibio sol la moribunda luz.
Nada promete a mi esperanza ansiosa,
A mi deseo audaz o a mi pena,
La noche, cuando, de delicias llena,
Va envolviendo la tierra en su capuz.

¡Ay! y las palmas, las hermosas palmas
Que tú tan gratas para siempre hicieras,
A ninguno, sus tristes cabelleras
Hoy acarician, de nosotros dos.
Y cuando entre sus ramas solitaria,
Cayendo va la estrella de la tarde
Tu mirada semeja, como ella arde,
Así ardía en tu postrer adiós.

Y esa pálida estrella vespertina
Que un momento en el cielo resplandece,
Y que declina pronto y desparece,
Semeja así nuestro pasado bien!
He ahí lo que me queda, recordarte,
De esta fatal ausencia en el hastío,
Y pensar que en los bordes de ese río,
Tal vez tú lloras por mi amor también.

Autor del poema: Ignacio Manuel Altamirano

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JUANA LA LOCA

(Emulando a Federico García Lorca)
Estoy loca
porque nadie podrá darme
distancias, ni límites, ni futuros
eso sólo yo puedo dármelos.

Quiero que todas se enteren
que estoy loca
por no encontrar lo que yo buscaba.
Lo busqué debajo de las piedras
debajo de las raíces
de la médula del aire
y lo que encontré
fue la verdad
de las cosas equivocadas.

Por eso estoy loca
por no poder irme con el primer paisaje
y volar mezclada con el amor
el vuelo de siempre
sobre mi lecho vacío.
Por querer mi libertad
mi amor humano,
porque la aurora llegó
y no la recibí en mi boca.
Porque aquí en mi locura
no hay mañanas
ni esperanzas posibles
sólo ese rumor de suicidio
que anima mis madrugadas.
Porque tengo océanos de ternura
para aquellos que arrugaron mi corazón de niña
y me negaron una vida más digna.

Si, estoy loca
porque amo a Tchaikhosky
Jacobo Cárcamo
Roque Dalton
y a Morazán.
Porque amo la luna
el sol, las estrellas
la música
y las montañas.
Porque amo a pucho
a los niños a Walda
y a Pink Floyd.

Estoy loca
porque me alimento de muerte
y miseria en el guaro.
Porque amo a Dios
y admiro a Marx
porque amo la paz
de los cementerios.

Mi locura señores
es encontrarme pequeñas criaturas
enterradas bajo pedazos de cartón
Federico decía
estos niños cuando se levantan
parecen golondrinas con muletas.

Esa es mi locura
contrariar a chicos plásticos
que leen Vanidades, Cosmopólitan
y “Nuestra Tegucigalpa”
Mi locura está
en el humo asfixiante
que me da la zona peatonal
y el dolor cansado e infinito
que me dio la calle real.

Estoy loca porque salpicaron de lodo
mis pupilas límpidas
mientras esta agonía de dolor
siempre quiere acostarse conmigo.
Si, estoy loca de dolor
de amor
de rabia por mi impotencia
por mi resistencia de cucaracha
por los gemidos que golpean
las ventanas de mi alma.
Estoy loca por hacer rabiar
a las señoronas ignorantes
cada vez que sus maridos cornudos
fijan sus ojos
en mis tetas caídas sin sostén
Que se enteren que mi locura
sienta sus bases
en decir casi siempre lo que pienso
y si a veces callo
es por no herir susceptibilidades
o por consideración
- ¡Qué esfuerzo Dios mío! -

Estoy loca
por desenmascarar
a la gente y su indecencia
por corruptos
ladrones
asesinos
explotadores
vende – patrias
y sobre todo
porque odio los prejuicios
de aquellas y aquellos
que sólo saben señalar
mas no ven el tumor
que tienen en la próstata
y vagina.

Por todas esas cosas
que sé y me callo
es que estoy loca.

Autor del poema: Juana Pavón

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EN VANO BUSCA LA TRANQUILIDAD EN EL AMOR

A fugitivas sombras doy abrazos,
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día,
con un trasgo que traigo entre mis brazos.

Cuando le quiero más ceñir con lazos,
y viendo mi sudor se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.

Voyme a vengar en una imagen vana,
que no se aparta de los ojos míos;
búrlame, y de burlarme corre ufana.

Empiézola a seguir, fáltanme bríos,
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.

Autor del poema: Francisco de Quevedo

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UN DÍA ESTÁS, AL OTRO NO

El humo cuelga en la estancia
como un chiste malo.
Lou Reed habla
de familias rotas
desde los altavoces:
«La verdad es que sólo están contentos
cuando sienten dolor.
Por eso se casaron...»
¿Y yo? Yo no digo nada.
Apago el cigarro.
Otro día va a morir.

Autor del poema: Roger Wolfe

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MUCHAS GRACIAS

Muchas gracias;
muchas, muchas gracias.
Qué va. Está muy bien.
Dispénseme, señora.
No hay de qué.
Está completo, pero está muy bien.
Un farsante, un cuentista,
un enterao
-la Place de l'Alma-, un cualquiera,
me da igual.
Cuando usted quiera.
Ah, señora, ¡si usted supiese!
Está bien.
Aquellos buenos tiempos...
Mas París es París, y está muy bien.
Aunque no lo comprendo.
L'Étoile, Notre-Dame, Les Champs,
se sabe, ¿por qué no?
Encuentro, encontraré, ¿encontré
ya?
Entonces, apresúrese, vaya.
¿Por qué no?

Autor del poema: María Zambrano

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LAS DESIERTAS ABARCAS (POR EL CINCO DE ENERO)

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

Autor del poema: Miguel Hernández

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AL BORDE

Soy alta;
en la guerra
llegué a pesar cuarenta kilos.
He estado al borde de la tuberculosis,
al borde de la cárcel,
al borde de la amistad,
al borde del arte,
al borde del suicidio,
al borde de la misericordia,
al borde de la envidia,
al borde de la fama,
al borde del amor,
al borde de la playa,
y, poco a poco, me fue dando sueño,
y aquí estoy durmiendo al borde,
al borde de despertar.

Autor del poema: Gloria Fuertes

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¡OH CELOS DE AMOR, TERRIBLE FRENO!

¡Oh celos, de amor terrible freno
quen un punto me vuelve y tiene fuerte;
hermanos de crueldad, deshonrada muerte
que con tu vista tornas el cielo sereno!

¡Oh serpiente nacida en dulce seno
de hermosas flores, que mi esperanza es muerte:
tras prósperos comienzos, adversa suerte,
tras suave manjar, recio veneno!

¿De cuál furia infernal acá saliste,
oh cruel monstruo, oh peste de mortales,
que tan tristes, crudos mis días heciste?

Tórnate al infierno sin mentar mis males;
desdichado miedo, ¿a qué veniste?,
que bien bastaba amor con sus pesares.

Autor del poema: Garcilaso de la Vega

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TIEMPO QUE DICE

De tiempo somos.
Somos sus pies y sus bocas.
Los pies del tiempo caminan en nuestros pies.
A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas.
¿Travesía de la nada, pasos de nadie? Las bocas del tiempo cuentan el viaje.

Autor del poema: Eduardo Galeano

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