Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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A LA HORA DEL CREPÚSCULO
Es tarde, no me tientan los caminos.
Y en el jardín cerrado, yo os sabía,
caídos, pisoteados en la niebla,
¡oh flores, hojas, días!
Mis pasos se vuelven furtivos
como un indeciso extraño.
Suspiran espectros de dalias
en medio de sombras llorando.
Flota lejos un son de campanas
que une los vivos a cadáveres.
Se esparce la noche invencible,
mar de islas que son soledades.
Y me llaman la luz en la mesa
y algún pensamiento que vuela,
la vieja silla malparada
y una hoja de papel descontenta.
PERRO
un solo perro
caminando solitario sobre una acera caliente del
verano
parece tener el poder
de diez mil dioses
¿por qué es así?
LENTA HUMEDAD
Sombra feliz del cabello
que se arrastra cuando el sol va a ponerse,
como juncos abiertos- es ya tarde;
fría humedad lasciva, casi polvo
Una ceniza delicada,
la secreta entraña del junco,
esa delicada sierpe sin veneno
cuya mirada verde no lastima.
Adios. El sol ondea
sus casi rojos, sus casi verdes rayos,
su tristeza como frente nimbada,
hunde. Frío, humedad, tierra a los labios.
CAMPANAS NAVIDEÑAS
El portal de Belén luce como el Sol,
y en la nieve fría ha nacido el redentor
cruza el mar una luz, nace nuestro Dios,
llegan los pastores a entregarle el corazón.
Yo también le doy mi cariño de verdad
ha nacido el niño que al mundo salvará
ya los reyes van, por los bosques a buscar,
un camino blanco que conduce a la verdad.
Todo es fe y es amor en la Navidad,
ya van floreciendo los caminos de la paz;
el rosal floreció, todo es un altar,
suenan en el cielo cascabeles de cristal.
Yo también le doy mi cariño de verdad,
ha nacido el niño que al mundo salvará
ya los reyes van, por los bosques a buscar,
un camino blanco que conduce a la verdad.
Todo es fe y es amor en la Navidad,
ya van floreciendo los caminos de la paz;
el rosal floreció, todo es un altar,
suenan en el cielo cascabeles de cristal.
El portal de Belén luce como el Sol,
y en la nieve fría ha nacido el redentor
cruza el mar una luz, nace nuestro Dios,
llegan los pastores a entregarle el corazón.
Todo es fe y es amor en la navidad,
ya van floreciendo los caminos de la paz;
yo también cantaré llena de emoción,
rezan las campanas y repiten mi oración.
A LA AMADA
Así el entero día en largo, incierto
sueño gimo; mas luego cuando aduna
la noche las estrellas y la luna,
frío el aire y de sombras ya cubierto,
donde el llano es selvoso y más desierto
lento entonces vagando, una por una,
palpo las llagas que la vil fortuna
y Amor y el mundo han en mi pecho abierto.
Tal vez cansado, apoyo me da un pino
o con mis esperanzas, allí donde
suena la onda, tal vez hablo y deliro.
Mas las iras del mundo y del destino
olvidando por ti, por ti suspiro
luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde?
COSTUMBRES
Sobre el asfalto de la avenida la luna forma un
lago
silencioso y el amigo recuerda otros tiempos.
Entonces le bastaba un encuentro imprevisto
para ya no estar solo. Mirando la luna
respiraba la noche. Pero más fresco era el olor
de la mujer encontrada, de la breve aventura
bajo escaleras inciertas. El cuarto tranquilo
y el pronto deseo de vivir siempre allí
colmaban su corazón. Luego, bajo la luna,
volvía contento, con grandes pasos
atolondrados.
Entonces era un gran compañero de sí mismo.
Despertaba temprano y saltaba del lecho
reencontrando su cuerpo y sus viejos
pensamientos.
Le gustaba salir a mojarse en la lluvia
o andar bajo el sol; gozaba mirando las calles,
conversando con gente fortuita. Creía
poder comenzar en cualquier oficio
cada nuevo día, cada nueva mañana.
Después de tantas fatigas se sentaba a fumar.
Su más grande placer era quedarse a solas.
Envejeció el amigo y quisiera una casa
que le fuera más grata; salir por la noche
y quedarse en la avenida mirando la luna,
pero hallando al volver una mujer sumisa,
una mujer tranquila, paciente en su espera.
Envejeció el amigo y ya no se basta a sí mismo.
Los transeúntes son siempre los mismos; la
lluvia
y el sol son siempre los mismos; la mañana un
desierto.
Trabajar no vale la pena. Y salir a la luna,
si nadie lo aguarda, tampoco vale la pena.
1923
Llueve en Bilbao y llueve llueve llueve
livianamente, emborronando el aire,
las oscuras fachadas y las débiles
lomas de Archanda, mansamente llueve
sobre mi infancia colegial e inerme
(jugando con los chicos de la calle
reconcentrada y tímidamente).
Por Pagasarri trepan los Pinares.
Llueve en la noche triste de noviembre,
el viento roza y moja los cristales,
y, entresoñando, escucho. Llueve llueve
en mi villa de olvido memorable
-mademoiselle Isabel-, pálida frente
de niño absorto entre los soportales...
VOCALES
A negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales
algún día diré vuestro nacer latente:
negro corsé velludo de moscas deslumbrantes,
A, al zumbar en tomo a atroces pestilencias,
calas de umbría; E, candor de pabellones
y naves, hielo altivo, reyes blancos, ombelas
que tiemblan. I, escupida sangre, risa de ira
en labio bello, en labio ebrio de penitencia;
U, ciclos, vibraciones divinas, verdes mares,
paz de pastos sembrados de animales, de surcos
que la alquimia ha grabado en las frentes que estudian.
O, Clarín sobrehumano preñado de estridencias
extrañas y silencios que cruzan Mundos y Ángeles:
O, Omega, fulgor violeta de Sus Ojos.
GIRASOL
La viajera que atravesó les Halles a la caída del verano
Caminaba sobre la punta de los pies
La desesperación hacía girar en el cielo sus grandes yaros tan bellos
Y en el bolso de mano se hallaba mi sueño ese frasco de sales
Que únicamente aspiró la madrina de Dios
Los entorpecimientos se desplegaban como el vaho
En el Perro que fuma
Donde acababan de entrar el pro y el contra
La muchacha sólo podía ser vista por ellos mal y al sesgo
Tenía yo que vérmelas con la embajadora del salitre
O con la curva blanca sobre fondo negro que llamamos pensamiento
El baile de los inocentes estaba en su apogeo
Los farolillos se encendían lentamente entre los castaños
La dama sin sombra se arrodilló en el Pont au Change
Calle Gît-le-Coeur los timbres ya no eran los mismos
Las promesas de las noches por fin se cumplían
Las palomas mensajeras los besos de socorro
Se unían a los pechos de la bella desconocida
Lanzados bajo el crespón de las significaciones perfectas
Una granja prosperaba en medio de París
Y sus ventanas daban sobre la vía láctea
Pero nadie la habitaba aún a causa de los aparecidos
De los aparecidos que como se sabe son más devotos
que los desaparecidos
Algunos como esta mujer aparentan nadar
Y en el amor penetra un poco de su substancia
Ella los interioriza
Yo no soy el juguete de ninguna potencia sensorial
Y sin embargo el grillo que cantaba en los cabellos de ceniza
Una tarde cerca de la estatua de Etienne Marcel
Me hizo un guiño de entendimiento
André Breton me dijo pasa
SONETO
Este fácil soneto cotidiano
que mis insomnios nutre y desvanece,
sin objeto ni dádiva se ofrece
al nocturno sopor del sueño vano.
¡Inanimado lápiz que en mi mano
mis odios graba o mis ensueños mece!
En tus concisas líneas aparece
la vida fácil, el camino llano.
Extinguiré la luz. Y amanecida,
el diamante de ayer será al leerte
una hoguera en cenizas consumida.
Y he de concluir, soneto, y contenerte
como destila el jugo de la vida
la perfección serena de la muerte.
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