Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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TODAS AVANZAMOS CUANDO...
Todas avanzamos cuando
reconocemos lo resistentes
y sorprendentes que son las mujeres
que nos rodean.
EL CELOSO PRUDENTE (FRAGMENTO)
A tan segura firmeza,
tan nunca visto valor,
tan no esperada grandeza,
¿qué mucho triunfe tu amor
de la mudanza y pobreza?
Sólo Sigismundo es
quien nombre puede adquirir
de amante firme y cortés
que el hacer junta al decir
y da afrenta al interés.
Ya por él perfeto queda
el amor, a quien obliga
a que estimarse en más pueda,
que estaba lleno de liga
como la baja moneda
y en el fuego del valor
con que su fama acredito
sabe apartar del amor
la mezcla del apetito
para acendrarle mejor.
A amar tu pobreza vino,
quilatando su decoro;
que amor desnudo y divino
cuanto está más limpio de oro,
tanto es más perfeto y fino.
Injuria, hermana, me has hecho
el tiempo que no me has dado
cuenta de tu honra y provecho.
CORDILLERAS (IV)
El frío es el alba de las pérdidas
amanecían gritando estos paisajes
i. Estamos enfermas gritaban las cordilleras congelándose en
sus alturas
i i. Estamos muy enfermas respondían las llanuras de la pradera
central traspasadas de frío como contestándoles a ellas
iii. Pero sabían que es el frío el maldito de las cordilleras y
que nada más que por eso se hubo de yacer junto a los Andes
hasta que la muerte nos helara con ellos desangrados en
vida frente al alba sólo para que revivan los paisajes
PASEO SENTIMENTAL
Flechaba el crepúsculo sus luces postreras
sobre los nenúfares, entre las junqueras;
los blancos nenúfares que tenían una
palidez heráldica de rayo de luna.
Junto al muerto estanque llora la sauceda;
yo voy silencioso bajo la arboleda,
en donde la bruma finge un inquietante
fantasma azulenco de voz sollozante.
Yo voy junto al triste lago de agua muerta,
con mi llaga viva, para siempre abierta;
los sauces se inclinan, y baja del cielo,
la sombra, el nocturno y estrellado velo,
que ahoga del crepúsculo las luces postreras
en el quieto estanque de espesas junqueras,
y blancos nenúfares soñadores de una
palidez heráldica de rayo de luna.
UNA DALIA
Cortesana de senos magníficos, de obscuros
ojos bovinos, lentas pupilas sin fulgor,
su torso blanco brilla cual los mármoles puros,
su hermosura serena, rica y pomposa flor,
a pesar de la espléndida realeza de sus pomas,
pasea su insensible belleza sin aromas.
Insensible a la carne, insensible al romántico
amor, peor que las turbias vendedoras de amor
ídolo indiferente a! incienso y al cántico.
Igual que tú es la dalia, reina de los brillantes
colores, que levanta su flora sin olor
junto a los lujuriosos jazmines enervantes.
EL JARDÍN
Como un ovillo de hebras de seda estampado contra una pared
ella bordea la tapia de un sendero en los jardines de Kensington
y se va muriendo poco a poco
de una especie de anemia emocional.
Y por allí se pasea una chusma
de hijos de la miseria, inmundos, vigorosos, inextinguibles.
Ellos heredarán la tierra.
Ella es el final de la estirpe.
Su aburrimiento es exquisito y excesivo.
Le gustaría que alguien fuese a hablarle,
y casi tiene miedo de que yo
cometa esa indiscreción.
VESPERTINO
1
Agoniza la luz. Sobre los verdes
montes alzados entre brumas grises,
parpadea el lucero de la tarde
cual la pupila de doliente virgen
en la hora final. El firmamento
que se despoja de brillantes tintes
aseméjase a un ópalo grandioso
engastado en los negros arrecifes
de la playa desierta. Hasta la arena
se va poniendo negra. La onda gime
por la muerte del sol y se adormece
lanzando al viento sus clamores tristes.
2
En un jardín, las áureas mariposas
embriagadas están por los sutiles
aromas de los cálices abiertos
que el sol espolvoreaba de rubíes,
esmeraldas, topacios, amatistas
y zafiros. Encajes invisibles
extienden en silencio las arañas
por las ramas nudosas de las vides
cuajadas de racimos. Aletean
los flamencos rosados que se irguen
después de picotear las fresas rojas
nacidas entre pálidos jazmines.
Graznan los pavos reales.
Y en un banco
de mármoles bruñidos, que recibe
la sombra de los árboles coposos,
un joven soñador está muy triste,
viendo que el aura arroja en un estanque
jaspeado de metálicos matices,
los pétalos fragantes de los lirios
y las plumas sedosas de los cisnes.
INVENTARIO DE MIS ÚNICOS BIENES
La nube donde palpita el vegetal futuro,
los pliegos en blanco que esparce el palomar,
el sol que cubre mi piel con sus hormigas de oro,
la oleografía de una calabaza pintada por los negros.
las fieras de los bosques del viento inexplorados,
las ostras con su lengua pegada al paladar,
el avión que deja caer sus hongos en el cielo,
los insectos como pequeñas guitarras volantes,
la mujer vista de pronto como un paisaje iluminado por un relámpago,
la vida privada de la langosta verde,
la rana, el tambor y el cántaro del estómago,
el pueblecito maniatado con los cordeles flojos de la lluvia,
la patrulla perdida de los pájaros
-esos grumetes blancos que reman en el cielo-,
la polilla costurera que se fabrica un traje,
la ventana -mi propiedad mayor-,
los arbustos que se esponjan como gallinas,
el gozo prismático del aire,
el frío que entra a las habitaciones con su gabán mojado,
la ola de mar que se hincha y enrosca como el capricho de un vidriero,
y ese maíz innumerable de los astros
que los gallos del alba picotean
hasta el último grano.
ROMANCE BURLESCO DE DON PEDRO ALTAMIRANO
¡Noble señor hidalgo, don Pedro Altamirano,
de piel retinta y rudo bigote, General!
Sacad, don Pedro, el vuestro acero segoviano
que voy con vos, a muerte, el mi acero a cruzar!
A la luz de esta luna, mi señor de Altamirano,
veremos quién de entrambos consíguese matar.
¡Cielos! Que a poco me toca vuestra mano.
¡En guardia, que os ataco, mi señor General!
Fuimos en tiempos añejos, General, adversarios,
cuando vos tremolábais un pabellón corsario
y yo, por doña Elvira, hilaba un madrigal.
¡Ay, mi señor don Pedro! Si con ese pretexto
evocáis el lejano siglo décimo sexto
veredes presto agora cómo os voy a matar!
CREO QUE LA VIDA DEBE SER
Creo que la vida debe ser
una fiesta continua.
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