Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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HEMBRA
Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.
LAS CANÉFORAS
Deteniendo severo magistrado
su pie ante las Canéforas preciosas,
mira en sus caras de purpúreas rosas
el pudor por carmines dibujado.
El temblador ropaje replegado
les da esbeltez de vírgenes graciosas
y llevan en las manos primorosas
ricas bandejas de oro cincelado.
Sobre el metal que espejeando brilla,
del sacrificio llevan la cuchilla
que al magistrado, cándidas, ofrecen.
Y le brindan también trigo flamante,
que en las caneas de oro rutilante
rubios granizos con el Sol parecen.
¡ES MI ADIÓS...!
¡Es mi adiós...! Allá vas, bruna y austera,
por las planicies que el bochorno escalda,
al verberar tu ardiente cabellera,
como una maldición, sobre tu espalda.
En mis desolaciones ¿qué te espera?
-ya apenas veo tu arrastrante falda-
una deshojazón de primavera
y una eterna nostalgia de esmeralda.
El terremoto humano ha destruido
mi corazón y todo en él expira.
¡Mal hayan el recuerdo y el olvido!
Aún te columbro, y ya olvidé tu frente;
sólo, ay, tu espalda miro cual se mira
lo que huye y se aleja eternamente.
BAILADORA
Con un chambergo puesto como corona
y el chal bajando en hebras a sus rodillas,
baila una sevillana las seguidillas
a los ecos gitanos que un mozo entona.
Coro de recias voces canta y pregona
de su rostro y sus gracias las maravillas,
y ella mueve, inflamadas ambas mejillas,
el regio tren de curvas de su persona.
Cuando enarca su cuerpo como culebra
y en ondas fugitivas gira y se quiebra
al brillante reflejo de las arañas,
estalla atronadora vocinglería,
y en un compás amarra la melodía
palmas, risas, requiebros, cuerdas y cañas.
ALBA
Fresca como las pálidas hojas húmedas
de los lirios del valle
al alba yace ella junto a mí.
AMOR EN AGOSTO
Cuando los dos juntos
entre las arañas y debajo de las arañas,
nos vamos, con muchos miembros, a la red,
que, hecha en casa,
me coge a ti y a mí,
somos
el uno
presa
del otro.
A LA BELLEZA
¡Oh, divina belleza! Visión casta
de incógnito santuario,
ya muero de buscarte por el mundo
sin haberte encontrado.
Nunca te han visto mis inquietos ojos,
pero en el alma guardo
intuición poderosa de la esencia
que anima tus encantos.
Ignoro en qué lenguaje tú me hablas,
pero, en idioma vago,
percibo tus palabras misteriosas
y te envío mis cantos.
Tal vez sobre la tierra no te encuentre,
pero febril te aguardo,
como el enfermo, en la nocturna sombra,
del sol el primer rayo.
Yo sé que eres más blanca que los cisnes,
más pura que los astros,
fría como las vírgenes y amarga
cual corrosivos ácidos.
Ven a calmar las ansias infinitas
que, como mar airado,
impulsan el esquife de mi alma
hacia país extraño.
Yo sólo ansío, al pie de tus altares,
brindarte en holocausto
la sangre que circula por mis venas
y mis ensueños castos.
En las horas dolientes de la vida
tu protección demando,
como el niño que marcha entre zarzales
tiende al viento los brazos.
Quizás como te sueña mi deseo
estés en mí reinando,
mientras voy persiguiendo por el mundo
las huellas de tu paso.
Yo te busqué en el fondo de las almas
que el mal no ha mancillado
y surgen del estiércol de la vida
cual lirios de un pantano.
En el seno tranquilo de la ciencia
que, cual tumba de mármol,
guarda tras la bruñida superficie
podredumbre y gusanos.
En brazos de la gran Naturaleza,
de los que huí temblando
cual del regazo de la madre infame
huye el hijo azorado.
En la infinita calma que se aspira
en los templos cristianos
como el aroma sacro de incienso
en ardiente incensario.
En las ruinas humeantes de los siglos,
del dolor en los antros
y en el fulgor que irradian las proezas
del heroísmo humano.
Ascendiendo del Arte a las regiones
sólo encontré tus rasgos
de un pintor en los lienzos inmortales
y en las rimas de un bardo.
Mas como nunca en mi áspero sendero
cual te soñé te hallo,
moriré de buscarte por el mundo
sin haberte encontrado.
SARGAZOS
Esa vela que descansa en la luz,
hastiada de las islas,
una goleta que surca el Caribe
en dirección al hogar, podría ser Odiseo,
camino a casa en el Mar griego;
aquel ansia de padre y esposo
bajo las arrugadas uvas agrias, es
como aquél adultero que escucha el nombre de Náusica
en el grito de cada gaviota.
Esto no tranquiliza a nadie. La vieja batalla
entre la obsesión y la responsabilidad
no terminará nunca y ha sido la misma
tanto para el navegante como para el que se retuerce allá en la orilla
sobre sus sandalias al encaminar sus pasos hacia el hogar,
desde que Troya suspiró su última llama,
y la roca del gigante ciego sacó la batea
de cuyo pozo surgen los grandes hexámetros
que terminan en marejadas exhaustas.
Los clásicos pueden consolar. Más no lo suficiente.
ME DETENGO A OÍR UN ESTREPITOSO TRIUNFO DE CIGARRAS
Me detengo a oír un estrepitoso triunfo de cigarras
ajustando el tono de la vida, pero vivir a su tono
de alegría es insoportable. Que apaguen
ese sonido. Después de la inmersión del silencio,
el ojo se acostumbra a las formas de los muebles, y la mente
a la oscuridad. Las cigarras son frenéticas como los pies
de mi madre, pisando las agujas de la lluvia que se aproxima.
Días espesos como hojas entonces, próximos los unos a los otros como
horas y un olor quemado por el sol se alzó de la carretera lloviznada.
Punteo sus líneas a las mías ahora con la misma máquina.
¡Qué trabajo ante nosotros, qué luz solar para generaciones!-
La luz corteza de limón en Vermeer, saber que esperará allí
por otros, la hoja de eucalipto
rota, aún oliendo fuertemente a trementina,
el follaje del árbol del pan, de contorno oxidado como en van Ruysdael.
La sangre holandesa que hay en mí se dibuja con detalle.
Una vez quise limpiar una gota de agua de un bodegón flamenco
en un libro de estampas, creyendo que era real.
Reflejaba el mundo en su cristal, temblando con el peso.
¡Qué alegría en esa gota de sudor, sabiendo que otros perseverarán!
Que escriban: «A los cincuenta invirtió las estaciones,
la carretera de su sangre cantó con las cigarras parlantes»,
como cuando emprendí el camino para pintar en mi decimoctavo año.
CAMINANTE DEL AGUA
Había edificado una casa en medio del océano,
una casa que te albergara.
Libre del polvo del suelo
en sus planos puse el diseño de un sueño.
Para tu contemplación, pinturas y fábulas
y las otras fantasmagorías: el triunfo ..,
Una pequeña isla en el centro del agua.
Podías ser el muchacho que partió, sin más,
o el viajero de una ancha ruta coronado de pámpanos.
O el hijo pródigo que al fin regresara
abrumado por la rudeza de las grandes ciudades '"
Quién sino yo, que sólo ve un naufragio que se continúa,
observando el viento y las olas oscurecidas,
tiene aún voces para inquirir,
atado a tu regreso y a la esperanza,
De ver volver tu barco sobre el andar del mar,
sacudido por el ancho océano del vivir,
pequeño capitán en el puente. iRemontada apenas la infancia!
Pequeño todavía, y doblando
hacia un puerto que no sabe donde está.
Propenso a chocar contra rompientes que aprietan y atraen.
Solo en el elemento
pronto a hundirse, elevarse, o dormirse con las aguas ..
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