4 Poemas de Carlos Castro Saavedra 

AMISTAD

Amistad es lo mismo que una mano
que en otra mano apoya su fatiga
y siente que el cansancio se mitiga
y el camino se vuelve más humano.

El amigo sincero es el hermano
claro y elemental como la espiga,
como el pan, como el sol, como la hormiga
que confunde la miel con el verano.

Grande riqueza, dulce compañía
es la del ser que llega con el día
y aclara nuestras noches interiores.

Fuente de convivencia, de ternura,
es la amistad que crece y se madura
en medio de alegrías y dolores.

Autor del poema: Carlos Castro Saavedra

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TEJEDORA

Bordas laureles, claras contraseñas
en la mañana llena de semillas,
y crecen tus puntadas amarillas
como flores redondas y pequeñas.

Dulces son tus tareas hogareñas
y los pañales, sobre tus rodillas,
son palomas ajadas y sencillas
que te anuncian el hijo con que sueñas.

Tejes la vida, tejes el futuro
y tu sombra se inclina sobre el muro
como sombra de rama que florece,

mientras la luz, la sangre de la aurora,
asciende por el hilo, tejedora,
y en mis ojos nocturnos amanece.

Autor del poema: Carlos Castro Saavedra

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AMOR

Un deseo constante de alegría;
una urgencia perenne de lamento
y el corazón, campana sobre el viento
estrenando badajas de elegía.

Morir mil veces en un solo día
y otras tantas quemar el pensamiento
en la resurrección, que es el tormento
de pensar en la próxima agonía.

Ver en pupilas de mujer un llanto
y sorprenderlo convertido en canto
al soñar en un niño que lo vierte.

Esto es amor, candela estremecida
empujando la noche de la vida
hacia la madrugada de la muerte.

Autor del poema: Carlos Castro Saavedra

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MATERNIDAD

Si un hijo la abrumaba, no sabía.
Al principio pesaba lo que un nido,
lo que una voz, sin voz para el gemido,
lo que un perfume en trance de agonía.

Luego supo que el hijo nacería,
porque miró su seno convertido
en un tallo de miel, donde el latido
del corazón en leche florecía.

Más tarde toda se sintió vencida
por su propia cintura -mies crecida-
hacia el cielo redondo de su pecho.

Y un día casi azul, de madrugada,
se sintió por un niño desgarrada
sobre el lirio impasible de su lecho.

Autor del poema: Carlos Castro Saavedra

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