64 Poemas de guerra 

MI HISTORIA DE LA GUERRA

Enviado por henrycv79  Seguir

LA COMPASIÓN

Oh santa luz que ilumina
Oh alegría del corazón
Que dan la sabiduría
Al hombre que es pensador

Noto en tus fonemas lustros
Modismos de sentimientos
Cuando los dichos son ciertos
El pulso no tiembla entiendo

Por eso te perseguía
Y oraba en mis pensamientos
Entiendo lo que querías
Vivías de los momentos

Ya ves que si la nobleza
Se apega a tu sentimiento
Encontrarás las riquezas
Que no hallastes en tu encierro

Pero lamentarte pesa
Nunca perdiste tu tiempo
Tan solo son experiencias
Saca tu orgullo de adentro

Comprendo tus afujías
Es duro hallar a fortuna
Pero en ti la poesía
Salió de tu misma cuna

Yo no lamento tu historia
Me gusta lo que pasaste
Así verás que es la hora
De a Dios seguir sin desaires

Hazle castillos de versos
Para eso te ha inspirado
Has que vea y se compadezca
Y te de vocabulario…

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AMOR MAYOR

No es tan intenso el rojo de unos labios
como el de aquellas piedras que besan nuestros muertos.
El dulce lamentar de plañideras
sólo inspira vergüenza a su amor puro.
¡Oh, Amor, tus ojos pierden todo encanto
cuando veo otros ojos, por mí ciegos!

Tu exquisita figura no retiembla
como retiembla un cuerpo apuñalado
que cae allí donde parece
que a Dios ya no le importa,
hasta que el fiero amor que lleva dentro
lo apretuja en un túmulo de muertos.

Tu voz, aunque yo pueda compararla
al viento que murmura en los tejados,
aunque amada por mí, no es tan amable,
tan clara y delicada como aquella
de los hombres que ahora nadie escucha
pues la tierra ha acallado el ruido de sus toses.

Corazón, corazón, no has sido nunca
grande como el que recibe un disparo.
Y, aunque tu mano sea pálida,
lo son aún más aquellos que secundan
tu carrera a través de llamas y alaridos.
Puedes llorar, pues no puedes tocarlos.

Autor del poema: Wilfred Owen

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SERPIENTE

En tu angosto silbido está tu quid,

y, cohete, te elevas o te abates;

de la arena, del sol con más quilates,

lógica consecuencia de la vid.

Por mi dicha, a mi madre, con tu ardid,

en humanos hiciste entrar combates.

Dame, aunque se horroricen los gitanos,

veneno activo el más, de los manzanos.

Autor del poema: Miguel Hernández

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APOLOGIA PRO POEMATE MEO

También yo he visto a Dios por entre el barro
que restalla en el rostro de un hombre sonriente.
La guerra dio a sus ojos más gloria aún que sangre
y a sus risas más gozo que el que estremece a un niño.

Qué alegría reír allí en donde
la muerte se hace absurda, y más aún la vida,
pues nuestro era el poder, mientras todo asolábamos,
de no sentir remordimiento por los muertos.

Yo también he dejado a un lado el miedo
muerto, al igual que mi escuadrón, tras la barrera
y, alzándose, mi alma ha pasado ligera
sobre el alambre donde yace la esperanza.

Y he visto a hombres exultantes:
los rostros que fruncían siempre el ceño
se encendían de pronto de entusiasmo,
como ángeles un punto, aunque ángeles sucios.

Y también he hecho amigos
de los que nadie habla en canciones de amor.
Porque no es el amor quien enlaza los labios
con los ojos sedosos que añoran al ausente

por la alegría, cuyo lazo se suelta,
sino la herida de la guerra, con alambres y estacas;
es ella quien enlaza con un vendaje usado
atado en la correa de un fusil.

He hallado a la belleza
en esos juramentos que el coraje confirma.
He oído música entre el estruendo del combate
y he hallado paz donde las bombas escupían fuego.

Pero sólo si compartís con ellos
la sombría tristeza del infierno,
con ellos cuyo mundo es un relámpago
y cuyo cielo es el camino de las balas,

no oiréis su risa nunca.
No dejarán mis chanzas que creáis
que han sido bien felices. Merecen vuestras lágrimas.
No merecéis vosotros su alegría.

Autor del poema: Wilfred Owen

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LAS POSIBILIDADES

La noche antes del jaleo—m’acuerdo bien—
le dimos al palique y así nos enteramos.
«Amigo—dijo Jimmy, que sabía lo suyo—,
sólo pueden pasarte cinco cosas:
te desmayas, te hieren—grave o leve—
te tumban o te salvas con tu miedo».

A uno de nosotros lo partió un cañonazo.
A otro lo acertaron y perdió las dos piernas.
Un tercero—en palabras que usan los hipócritas—
quiso el azar que lo pillara Fritz.
Yo no tuve un rasguño, a Dios sean dadas,
pero más le daré si otra vez cae una herida.
En cambio, el pobre Jim no está vivo ni muerto.
«Una de cinco», nos decía; él tuvo todas:
herido, muerto, prisionero, todo el lote
le tocó de una vez. Jim está loco.

Autor del poema: Wilfred Owen

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MI HISTORIA EN LA GUERRA

Enviado por henrycv79  Seguir

A FORTUNA

Vuelve con migo fortuna
No te alejes a la luna
Que yo no sueño tan alto
Escaso soy de ambiciones
Fortuna yo mis dolores
Tan solo busco dejarlos

Ayer estaba yo abasto
Contaba a kilos ternuras
Suaves caricias que llenan
El alma de especies puras
Hoy los lamentos son artos
Mi corazón me delira

No entiendo tú vas y vienes
Será porque todos piden
Pero fortuna en mi hiciste
Sueños que fueron felices
Sembré un espigo en idilio
Que se marchita en silencio

Miremos las meretrices
Tus modelos de enseñanza
El cuento que me dijiste
El ansia que diste a mi alma
Fortuna en mi desconcierto
Lamento creer en hadas

Con esto espero vivir
Cincuenta años al refugio
En el caudal del tormento
Si mi fortuna no aversa
De sus malos pensamientos

Llorare por los momentos
Que afortunamos en goce
Besando el placer del beso
Versando el sentir del verso
Cuando yo era afortunado
Junto al jardín de los sueños…


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MI HISTORIA EN LA GUERRA

Enviado por henrycv79  Seguir

LA SIGMA

Esos besos que refutas
Las palabras se te cansan
Las repites a tus presas
Como león en su matanza
Usa la misma estrategia
En planicies y montañas

Se presiente que no dejas
Una cuerda suelta al aire
Eres fino en tus ideas
Un don juan en sus andares
Pero olvidas el cinismo
Que evidencia tu manera

¿Cuánto? te ama la nodriza
Que apuñalabas su espalda
Es tan cierta en su premisa
Inocente, e impresentia
De ese cuchillo, esa espada
Cuales su sangre vertían

Sangre que tan solo amaba
A quien indolente urgía
Más al matador que estaba
Dándole al trance sin vida
No tenía remordimientos
Cruel, quien lamenta ese día

Por dios déjate de cientos
Que la fortuna es tu sigma
Ella nunca te ha dejado
Hoy recaudas tu mercado
Sabiendo que has sido un fraude
Ya sabes cuánto has ganado

Porque decirme que encierro
Tus mayores desconsuelos
Siendo que no eres de aquellos
Que cuida lo que es su esfuerzo……

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MI HISTORIA DE LA GUERRA

Enviado por henrycv79  Seguir

EL TEOREMA

Impensado lo que escucho
Detestable que es la duda
Cuando es tan sincero el verbo
Que funda la vida misma

Solo con pensarlo crea
Brota de tierra semilla
Pero triste que no crezca
¿Dime porque se marchita?
Ante ese calor intenso
Que irradias fortuna mía

Ahora resulta que soy
Un teorema de mentiras
Cuando fue gracias a dios
Que hoy vengo a verte mi vida

Te traje esas florecitas
Y esos besitos que un día
Dejamos bien sembraditos
Allá es ese jardincito
Donde están nuestros momentos
Por si ya no lo sabias

Solo tenía que decirte
Porque si no lo hago acabo
Así como acaba el chiste
Cuando no fue bien contado

Yo siento que no ha pasado
Ese tiempo que tu enlías
En mí adentro siempre ha estado
El verso y la poesía

El amarte oh mi fortuna
Siempre alegraron mis sueños
Es eso que me ha traído
A este preciso momento
Entonces ya ven a mí
Abrázame yo te quiero.

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MIENTRAS NOS ALISTÁBAMOS

Mientras nos alistábamos
para entrar otra vez en batalla
uno decía: "¡Infierno!
con tal que no me mate,
bienvenida es la bala
que me dé una pensión toda la vida."
Su voz tenía un dejo inexplicable;
y si lo que decía era jactancia
o propósito serio, ¿quién lo supo?
Ni él mismo. Ni nadie le importaba.

Autor del poema: Salomón de la Selva

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DISCAPACITADO

En su silla de ruedas esperaba la noche,
tembloroso en su obsceno traje gris
cortado por los codos y sin piernas.
Las voces de los chicos, como un himno,
corrían en sus juegos por la tarde
hasta que el sueño fue alejándolos.

La ciudad, a esa hora, solía estar alegre:
florecían las lámparas en los azules árboles
y, en esa tenue luz, las chicas sonreían.
Aquellos viejos tiempos, cuando aún tenía piernas…
Ya nunca sentirá qué fina es la cintura
de una muchacha, ni qué cálida su mano.
Todo el mundo lo toca como un desecho obsceno.

Hace tan sólo un año él era un joven
de rostro aún más joven y más tonto.
Ahora es un anciano. Su espalda no se dobla
y ha perdido su sangre en un lugar lejano,
la ha vertido en los cráteres hasta secar sus venas.
La mitad de su vida la pasó en la carrera
y en el chorro rojizo que brotaba del muslo.

Esa sangre en su pierna, al ser llevado a hombros
después de un buen partido, le gustó en una época.
Un día, tras el fútbol, bebiéndose una pinta,
se decidió a alistarse. Aún no sabe por qué.
Creyó que en kilt parecería un dios.
También lo hizo quizá por complacer
a su chica, eso es, a las muchachas.
Por eso se alistó. No tuvo que insistir
con su mentira: «Diecinueve», escribieron.

No pensó en alemanes ni en austríacos,
le daba igual su culpa. Aún no tenía
miedo al miedo: pensó en las ricas joyas
de las empuñaduras de una daga,
en el marcial saludo, el cuidad de un rifle,
los permisos, las pagas, los ingenuos reclutas.
Lo llamaron a filas con tambores y vítores.

Algunos celebraron su regreso,
pero no con el gozo con que se canta un gol.
Uno le dio las gracias, le preguntó por su alma.

Ahora pasará seis años de hospitales,
hará cuanto las normas establecen
y aceptará la compasión que toque en suerte.
Hoy ha advertido cómo los ojos de las chicas
lo abandonaban por los hombres completos.
Es tarde y hace frío. ¿Por qué tardan
en venir a acostarle? ¿Por qué tardan?

Autor del poema: Wilfred Owen

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