10 Poemas de Humberto Fierro
RETORNO
Llegó de lejano país
El compañero,
Que vimos partir del país
Un mes de Enero.
Conversa afectuoso y está
Encanecido,
Al lado del piano, que está
Dado al olvido.
¿Por qué su sonrisa infeliz
Al sol que muere?
Nos calla que ha sido infeliz,
¿Ya no nos quiere...?
El viento deshoja el jardín
Hoy mustio y viejo,
Y él ve amarillear el jardín
En el espejo.
A CLORI
Para que sepas, Clori, los dolores
Que tus ojos divinos me han causado,
Dejo escrito en el álamo agobiado
del valle de las fuentes y las flores.
Ni en las églogas tienen los pastores
Una amada que más hayan soñado,
Ni Paolo a Francesca ha contemplado
Bajo lunas más nítidas de amores.
Y así fuera en tu espíritu querido
La Pluvia que Danae recibiere,
O muriendo como Atys en olvido.
O triste como Sísifo estuviere,
Te diré con mis versos al oído
El Amor es un Dios que nunca muere.
EL FAUNO
Canta el jilguero. Pasó la racha.
Entre los mirtos resuena el hacha.
La rosa mustia se inclina loca
Sobre su fuente, cristal de roca.
El fauno triste de alma rubia
Tiene en sus ojos gotas de lluvia.
LA TRISTEZA DEL ANGELUS
En la puerta de piedra que le musgo lento cubre
he descansado viendo que se deshoja el día,
en las puertas de piedra de donde a fin de Octubre
veíamos Ponientes de equívoca alegría.
He aguardado el Angelus que su sonrisa abría
para Nuestra Señora la eterna Poesía.
Y he sentido el perfume silvestre, como antes
en el paisaje humilde que Mollet firmaría,
y mi corazón y mi alma delirantes
se dan sin condiciones a la melancolía…
A la melancolía, que invita a esta hora
a oír largamente el agua y el ruiseñor que llora.
LA TARDE MUERTA
Se moría la tarde rosa
De una Primavera lejana,
Desmayándose temblorosa
En los vidrios de mi ventana.
Por mi alcoba cerrada al huerto
Ya la carretera tan larga,
Pasaba el minuto desierto
Con una lentitud amarga,
Ya del sol no quedaba ni una
Mancha de oro en el infinito.
Yo no he visto cosa ninguna
Más triste que ese azul marchito.
Tanto tiempo! dije, hace tanto
Que decliné esta tarde mustia
Con un helado desencanto
Y aromada de vieja angustia,
Delante de los callejones
Bordados de ramas gentiles
Al rimar mis desolaciones
Bajo mis canas infantiles!
Oh, la sentimental pobreza
De los que ni una flor cortamos,
Porque fue hostil la maleza
Para la prisa que llevamos!
De los romeros taciturnos
Que fuimos desdeñando todo,
Llenos de los cielos nocturnos
Que mienten astros en el lodo!
Caminos tiene el alma!.. ¿Fuimos Quizás en busca de un
remedio...?
Siempre asolados nos rendimos Ante las llanuras del tedio...
Y después de soñar ilusos
Que el término no estaba lejos,
Nos despertamos muy confusos
Porque nos encontramos viejos.
Ah, quién mirara la dulzura
Del crepúsculo, adolescente,
O abriera a la mañana pura
Los ojos de un convaleciente!
Y la negra ramazón viva
De los árboles centenarios
Se inclinó, como pensativa
En mis recuerdos solitarios,
Con un son de manantial de agua
Que sigue goteando la pena
De la ilusión que arde en la fragua
De una tarde lenta y serena...
SUEÑO DE ARTE
Blanca estela dejaba el cisne blanco
En las mágicas aguas andadas
Y en gallardas y suaves balanceadas
Me mostraba la seda de su flanco.
Desde el césped frondoso de mi banco
A la Milo de mármol enlazadas
Trepaban las volubles lanceoladas
A ocultar el divino brazo manco.
Armoniosa la tarde descendía
Paipadeando su luz con agonía.
Ya la estrella de Venus fulguraba.
Y mirando unas flores abstraído
De repente salté muy sorprendido:
Impaciente Pegaso ya piafaba.
RONDO GALANTE
Tus pupilas me recuerdan esas mañanas tranquilas
Que hacen pensar en el valle primaveral del Edén.
Tus ojeras me recuerdan el perfume de las lilas y los
valses de Chopin...
Siempre tendrás el encanto de una heroína de Poe en el
platino de una velada sentimental.
Cuando tus manos divinas loe el laúd y el oboe
Como en el tiempo feudal.
Por la esmeralda apacible de un retiro que te nombra
Paseas como Malvina por el poema de Ossián,
Los almendros florecidos te dan la mullida alfombra
De las hurís del Korán.
Los lirios del monte riman con tu frente sin perfidias
Cuando sales a caballo como la hija de Thor,
Y son tus labios sinuosos como trazados por Lidias
Una romántica flor.
NUESTRA SEÑORA LA LUNA
La luna vertía
Su color de lágrima.
Por una avenida
De espesas acacias,
Llegaba a la orilla
Del agua estancada
La desconocida
Pareja que hablaba
De días pasados.
Una historia maga
De citas y besos,
Una historia clara
De alegres sonrisas.
Los cisnes soñaban...
La luna vertía
Su color de lágrima.
Hasta la avenida
De espesas acacias,
Llegaba otra noche
La voz apagada
De otra pareja.
El interrogaba,
Ella respondía...
Era una lejana
Historia de amores
Ya casi borrada,
Una historia turbia
Que tenía clara
La angustia presente,
El interrogaba...
La luna vertía
Su color de lágrima.
Otra vez de luna
La avenida blanca
Estaba desierta.
No turbaba nada
El tedio infinito.
Ni la historia maga
De citas y besos,
Ni aquella lejana
Historia de amores
Ya casi borrada.
Estaba desierta
La avenida blanca.
La luna vertía
Su color de lágrima.
TU CABELLERA
Tu cabellera tiene más años que mi pena,
Pero sus ondas negras aun no han hecho espuma...!
Y tu mirada es buena para quitar la bruma
Y tu palabra es música que al corazón serena.
Tu mano fina y larga de Belkis, me enajena
Como un libro de versos de una elegancia suma.
La magia de tu nombre como una flor perfuma
Y tu brazo es un brazo de lira o de sirena.
Tienes una apacible blancura de camelia,
Ese color tan tuyo que me recuerda a Ofelia,
La princesa romántica en el poema inglés,
Y a tu corazón de oro... de la melancolía
La mano del bohemio permite, amiga mía,
Que arroje algunas flores humildes a tus pies
ROMANCE DE CACERÍA
Repetido por los montes
Alegremente, rompía
Un perfume de romeros
El cuerno de cacería.
Horadando la maleza
Se dispersó la jauría;
Y con sus galas silvestres
Primavera sonreía
Al paso de los monteros,
La condesita María,
Y Tristán que diera el alma
Por hacerle compañía.
En las veladas de Invierno
Cuando la racha gemía,
La castellana nostálgica
Junto ala estufa le oía,
Como un glosario galante,
Leyendas de cacería..
Viendo lucir los carbones
Pensaba en la pedrería
De los saraos de Mayo,
Mientras Tristán le leía
Yen la butaca antañosa
La buena abuela dormía.
Lo mismo que en el Mil y Una
Dorada de mediodía,
El romance de las breñas
El agua clara decía.
Esperaban los hidalgos
Una pieza de valía;
Pero ni negra ni blanca
La gama no aparecía.
Y solamente el sinsonte
Del corazón de la umbría
Como una flauta monótona
Cantaba al astro del día.
Cayendo ya una radiante
Tarde de melancolía
En una revuelta umbrosa
Que el escudero dormía,
Una águila carnicera
Sus ojos sacado había.
Bajó la gama a la fuente,
Pero la dio cobardía,
Tañendo como Roldán
El cuerno de cacería...
Entre las zarzas del monte.
La gama desaparecía.
Desde el 1 hasta el 10 de un total de 10 Poemas de Humberto Fierro