Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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EPITAFIO
Escapé de los tigres
alimenté a las chinches
comido vivo fui
por las mediocridades.
ADIÓS
Llovió y ha vuelto a llover
y cayeron las hojas y el sol las abrazó y el viento vino
y arrastró las hojas y sonó la hojarasca
y otra vez cayeron las hojas y el sol las abrazó y vino el viento
y el rocío se hizo en la yerba y se fue
y abrieron los capullos y el insecto rompió la húmeda cáscara y voló
y otra vez el pájaro que cantaba en la cuerda
bajó a jugar bajo el rosal y volvió a su cielo
y cantó y la mariposa estuvo dormida al amanecer y con el sol caliente subía dando ligeros golpes
y la lluvia la heló y otra mariposa voló por el jardín y el jardín de ayer
quedó yerto y enrojeció y volvió a quedar yerto y pálido y las ramitas secas
chasquearon y cayeron al césped y el sapo cambió de sombra y volvió a cambiar
y ha buscado otra sombra húmeda
y el gusano ha terminado de hilar y ya voló y ya volvió a hilar y el viento
mueve la hoja que lo hospeda
y los jejenes han ascendido en el vaho caluroso y caido con las aguas del cielo
y se han levantado de nuevo porque otra vez ha sido el día caluroso
y la hilera de hormigas corta el campo en el claro seco y boronoso y ahora regresa al patio sembrado
y el ratón de monte ha dormitado largamente en su cueva y ha despertado por muchos días corriendo en secreto
lejos del búho y ha caído lejos de las garras del búho y el búho comió y pasó noches de hambre y volvió a su comida
y duerme este día y se despertó de nuevo y cazó la rata gris
y un hombre encontró su pareja y se amaron y el hijo que nació encontró su pareja y la amó
y el hijo que de allí naciera encontró su pareja y la amó y de allí nació un hijo
y el hombre murió y volvió otra muerte y se llevó otra vida y otra vida se apagó al entretanto
y vinieron hermosas costumbres y cambiaron las
viejas costumbres y otras costumbres y modales se cambiaron y
se levantaron templos prodigiosos y los templos prodigiosos se fueron y llegaron nuevos templos prodigiosos.
Y se levantaron los ídolos todos de metal noble y refulgente y dieron vuelta y otro rostro cubrió el rostro de ellos
y otra vuelta cambió este rostro por otro de otra forma
y el polvo hundió los ídolos y salieron flores del polvo y el desierto llegó a cantar un largo silencio
y las ciudades despertaron y se durmieron y se ocultaron y desaparecieron
y volvieron a nacer con sus comercios y sus tiendas y sus reyes y príncipes
y poetas y bellas mujeres y mártires y guerreros y sacerdotes y santos y maestros
y muchachos atarantados y viejos
y la luna estaba dando vueltas y se encendía toda y se adelgazaba y se hacía tenue
y se llenaba y se vaciaba de plata y volvía a llenarse y a subir tarde y tarde bajando tarde y tarde y noche y noche
y la tierra corría y corría y regresaba y corría y la tierra en la noche en la oscuridad dando su cara negra y rodando su cara deslumbrante y su azul ligero y su azul negro y sus nubes y aladas
y sus nubes estripotosas y deshechas con el mar que saltaba hacia su madre y saltaba desde el pecho de su madre
y con el viento que lloraba y cantaba como un niño y lloraba y cantaba como una mujer y lloraba y cantaba como un anciano y como un perro
y como un mar hasta que era otra vez viento y lloraba y cantaba
y la tierra iba loca y bella entre sus madres entre sus padres loca como una jovencita y loca como una mujer en una fiesta
y como un paso de baile y como una caída de flores y como un beso
iba y venía mientras las grandes redes de estrellas subían y aleteaban como insectos
desesperados de amor y como
chispas que volaban desde la raza áspera y como cabelleras solas y como fuego solo y como
oro raptado y oro yéndose y oro viniendo y oro jugando en todas partes y moscas plateadas y anillos perdidos y collares
y cuellos y rostros de mujeres exquisitamente desenvueltas y allí las noches
soltaban sus amarras y se aprisionaban y amaban la noche hembra y la noche viril
y el tiempo hembra y el tiempo varón y la vastedad toda y los círculos de vastedad
que iban y venían a sí mismo y de sí mismos alejándose y entregándose y frotándose
como dos hocicos de hembra y macho encelados, tigres, lobos en celo.
Y ha vuelto a llover y dime qué sol ha venido y qué canción has oído y que mariposa baja hasta la flor del patio
y duerme y
dame ese perfume que todo es un perfume y una esencia y una vaga brisa que llega y se mueve anda y desanda
y dime si adentro de ti no oyes tu corazón partir
y si de ti todo se ha ido y todo está por llegar y todo está en viaje y todo es nuevo y vuelve.
Adiós Salud Adiós.
NO ME ENGAÑA, FILÉNIDE
No me engaña, Filénide, el llanto que viertes, pues todo lo sé: tú no quieres a nadie en absoluto
sino a mí mientras yaces conmigo, mas, si otro a tu lado estuviera, dirías que más que a mí le amabas.
CONFIESO
Confieso que no sé por qué,
pero mirar las estrellas siempre
me hace soñar.
CUANTO MÁS LO PIENSO
Cuanto más lo pienso,
más me doy cuenta de que no hay
nada
más artístico que amar
a los demás.
LA VERDAD (ALMA NÚMERO 5)
El viento, durante un descanso, le preguntó a un anciano:
―¿Qué es la verdad?
Y El Anciano, que era muy hablador, le susurró al viento:
―No conozco nada más irónico y bipolar que la verdad. Ese
cuchillo que es al mismo tiempo de plástico y de metal; sujetado por
los pensamientos; cuyo mango es la garganta y cuyo filo es la lengua.
Un arma blanca que hace sangrar al corazón; que hiere al orgullo y que
hace cuestionarse a la razón su propia razón. La verdad es una
puñalada que nos hace libres, pero a veces la libertad nos apuñala por
la espalda. Querido viento, no conozco nada que sea al mismo tiempo
tan placentero y dañino como lo es la verdad. Querido viento, ve y dile
a la humanidad la verdad.
―¿Qué verdad? ―indagó el viento con curiosidad.
―Que ya no sabe amar.
CELOS
Ya sólo eres aquella
Que tiene la costumbre de ser bella.
Ya pasó la embriaguez.
Pero no olvido aquel deslumbramiento,
Aquella gloria del primer momento,
Al ver tus ojos por primera vez
Y sé que, aunque quisiera,
No he de volverte a ver de esa manera.
Como aquel instante de embriaguez;
Y siento celos al pensar que un día,
Alguien, que no te ha visto todavía,
Verá tus ojos por primera vez.
ZAMBÚLLETE EN BUSCA DE SUEÑOS
Zambúllete en busca de sueños
Pues de lo contrario una consigna puede derribarte
(Los árboles son sus raíces
Y el viento es viento)
Confía en tu corazón
Si se incendian los mares
(Y vive por amor
Aunque las estrellas caminen de espaldas)
Honra el pasado
Pero saluda al futuro
(Y sacúdete la muerte
Bailando en esta unión nupcial)
No te inquiete un mundo
Con sus héroes y villanos
(Pues a dios le gustan las chicas
El mañana y la tierra)
(Aparece en la película "Más allá del cielo")
MAJESTAD NEGRA
Por la encendida calle antillana
Va Tembandumba de la Quimbamba
--Rumba, macumba, candombe, bámbula---
Entre dos filas de negras caras.
Ante ella un congo--gongo y maraca--
ritma una conga bomba que bamba.
Culipandeando la Reina avanza,
Y de su inmensa grupa resbalan
Meneos cachondos que el congo cuaja
En ríos de azúcar y de melaza.
Prieto trapiche de sensual zafra,
El caderamen, masa con masa,
Exprime ritmos, suda que sangra,
Y la molienda culmina en danza.
Por la encendida calle antillana
Va Tembandumba de la Quimbamba.
Flor de Tórtola, rosa de Uganda,
Por ti crepitan bombas y bámbulas;
Por ti en calendas desenfrenadas
Quema la Antilla su sangre ñáñiga.
Haití te ofrece sus calabazas;
Fogosos rones te da Jamaica;
Cuba te dice: ¡dale, mulata!
Y Puerto Rico: ¡melao, melamba!
Sus, mis cocolos de negras caras.
Tronad, tambores; vibrad, maracas.
Por la encendida calle antillana
--Rumba, macumba, candombe, bámbula--
Va Tembandumba de la Quimbamba.
A MIS HIJAS
Mi tristeza. es un mar; tiene su bruma
que envuelve densa mis amargos días;
sus olas son de lágrimas; mi pluma
está empapada en ellas, hijas mías.
Vosotras sois las inocentes flores
nacidas de ese mar en la ribera;
la sorda tempestad de mis dolores
sirve de arrullo a vuestra edad primera.
Nací para luchar; sereno y fuerte
cobro vigor en el combate rudo;
cuando pague mi audacia con la muerte,
caeré cual gladiador sobre mi escudo.
Llévenme así a vosotras; de los hombres
ni desdeño el poder ni el odio temo;
pongo todo mi honor en vuestros nombres
y toda el alma en vuestro amor supremo.
Para salir al mundo vais de prisa.
¡Ojalá que esa vez nunca llegara!
Pues hay que ahogar el llanto con la risa,
para mirar al mundo cara a cara.
No me imitéis a mí: yo me consuelo
con abrir más los bordes de mi herida;
imitad en lo noble a vuestro abuelo:
¡Sol de virtud que iluminó mi vida!
Orad y perdonad; siempre es inmensa
después de la oración la interna calma,
y el ser que sabe perdonar la ofensa
sabe llevar a Dios. dentro del alma.
Sea vuestro pecho de bondades nido,
no ambicionéis lo que ninguno alcanza,
coronad el perdón con el olvido
y la austera virtud con la esperanza.
Sin dar culto a los frívolos placeres
que la pureza vuestra frente ciña,
buscad alma de niña en las mujeres
y buscad alma de ángel en la niña.
Nadie nace a la infamia condenado,
nadie hereda la culpa de un delito,
nunca para ser siervas del pecado
os disculpéis clamando: estaba escrito.
¡Existir es luchar! No es infelice
quien luchando, de espinas se corona;
abajo, todo esfuerzo se maldice,
arriba, toda culpa se perdona.
Se apaga la ilusión cual lumbre fatua
y la hermosura es flor que se marchita;
la mujer sin piedad es una estatua
dañosa al mundo y del hogar proscrita.
No fijéis en el mal vuestras pupilas
que víbora es el mal que todo enferma,
y haced el bien para dormir tranquilas
cuando yo triste en el sepulcro duerma.
Nunca me han importado en este suelo
renombre, aplausos, oropeles, gloria:
procurar vuestro bien, tal es mi anhelo;
amaros y sufrir tal es mi historia.
Cuando el sol de mi vida tenga ocaso
recordad mis consejos con ternura,
y en cada pensamiento, en cada paso,
buscad a Dios tras de la inmensa altura.
Yo anhelo que, al morir, por premio santo,
tengan de vuestro amor en los excesos:
las flores de mi tumba vuestro llanto,
las piedras de mi tumba vuestros besos.
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