Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
Si quieres buscar el contenido clasificado por autor, visita nuestra sección de Autores
HAGAMOS UN TRATO
Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.
PAROXISMO
Camino de otros sueños salimos con la tarde;
una extraña aventura
nos deshojó en la dicha de la carne,
y el corazón fluctúa
entre ella y la desolación del viaje.
En la aglomeración de los andenes
rompieron de pronto los sollozos;
después, toda la noche
debajo de mis sueños,
escucho sus lamentos
y sus ruegos.
El tren es una ráfaga de hierro
que azota el panorama y lo conmueve todo.
Apruo su recuerdo
hasta el fondo
del éxtasis,
y laten en el pecho
los colores lejanos de sus ojos.
Hoy pasaremos junto del otoño
y estarán amarillas las praderas.
¡Me estremezco por ella!
¡Horizontes deshabitados de la ausencia!
Mañana estará todo
nublado de sus lágrimas
y la vida que llega
es débil como un soplo.
LOS AMOROSOS
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.
HE APRENDIDO
He aprendido que no puedo hacer que alguien me ame, pero puedo convertirme en alguien a quien se puede amar. El resto depende de los otros.
He aprendido que por mucho que me preocupe por los demás, muchos de ellos no se preocuparán por mí.
He aprendido que se pueden requerir años para construir la confianza y únicamente segundos para destruirla.
He aprendido que lo que verdaderamente cuenta en la vida, no son las cosas que tengo alrededor, sino las personas que tengo alrededor.
He aprendido que puedo encantar a la gente por unos 15 minutos. Después de eso, necesito poder hacer más.
He aprendido que no puedo compararme con lo mejor que hacen los demás, sino con lo mejor que puedo hacer yo.
He aprendido que lo más importante no es lo que me sucede, sino lo que hago al respecto.
He aprendido que hay cosas que puedo hacer en un instante, y que pueden ocasionar dolor durante toda una vida.
He aprendido que es importante practicar para convertirme en la persona que yo quiero ser.
He aprendido que es mucho más fácil reaccionar que pensar, y más satisfactorio pensar que reaccionar.
He aprendido que siempre debo despedirme de las personas que amo con palabras amorosas; podría ser la última vez que las vea.
He aprendido que puedo llegar mucho más lejos de lo que creí posible.
He aprendido que soy responsable de lo que hago, cualquiera que sea el sentimiento que tenga.
He aprendido que si no controlo mis actitudes, ellas me controlan a mí.
He aprendido que por apasionada que sea una relación en un principio, la pasión se desvanece y algo más debe tomar su lugar.
He aprendido que los héroes son las personas que hacen aquello de lo que estén convencidos, a pesar de las consecuencias.
He aprendido que aprender a perdonar requiere de mucha práctica.
He aprendido que el dinero es un pésimo indicador del valor de algo o de alguien.
He aprendido que con los amigos podemos hacer cualquier cosa, o no hacer nada, y tener el mejor de los momentos.
He aprendido que a veces las personas que creo que me van a patear cuando estoy caído, son aquellas que me ayudan a levantar, y aquellas que creo que me van a levantar, son las que me patean.
He aprendido que en muchos momentos tengo el derecho de estar enojado, mas no el derecho de ser cruel.
He aprendido que el verdadero amor y la verdadera amistad, continúan creciendo a pesar de las distancias.
He aprendido que simplemente porque alguien no me ama de la misma manera en que yo quisiera, no significa que no me ame a su manera.
He aprendido que la madurez tiene más que ver con las experiencias que he tenido y aquello que he aprendido de ellas, que con el número de años cumplidos.
He aprendido que nunca debo decirle a un niño que sus sueños son tontos; pocas cosas son tan humillantes y qué tragedia seria si lo creyera.
He aprendido que por bueno que sea el buen amigo, tarde o temprano me voy a sentir lastimado por él y debo saber perdonarlo por ello.
He aprendido que no siempre es suficiente ser perdonado por los otros; a veces tengo que perdonarme a mí mismo.
He aprendido que por más fuerte que sea mi duelo, el mundo no se detiene por mi dolor.
He aprendido que mientras mis antecedentes y circunstancias puedan haber influenciado en lo que soy, yo soy responsable de lo que llego a ser.
He aprendido que porque dos personas discuten, no significa que no se aman; y simplemente porque dos personas no discutan no significa que se aman.
He aprendido que no tengo que cambiar de amigos, si comprendo que los amigos cambian.
He aprendido que dos personas pueden mirar la misma cosa y ver algo totalmente diferente.
He aprendido que hay muchas maneras de enamorarse y permanecer enamorado.
He aprendido que sin importar las circunstancias, cuando soy honesto conmigo, llego más lejos en la vida.
He aprendido que muchas cosas pueden ser generadas por la mente; el truco es el autodominio.
He aprendido que aún cuando pienso que no puedo dar más, cuando un amigo pide ayuda, logro encontrar la fuerza para ayudarlo.
He aprendido que tanto escribir como hablar, alivia los dolores emocionales.
He aprendido que el paradigma en el que vivo, no es la única opción que tengo.
He aprendido que los títulos sobre la pared, no nos convierten en seres humanos decentes.
He aprendido que las personas se mueren demasiado pronto.
He aprendido que aunque la palabra amor pueda tener diferentes significados, pierde su valor cuando se usa con ligereza.
He aprendido que es muy difícil determinar dónde fijar el límite entre no herir los sentimientos de los demás y defender lo que creo.
He aprendido que yo siempre puedo orar por otro cuando no tengo las fuerzas para ayudarlo de alguna otra manera.
He aprendido que deberíamos estar contentos de que Dios no nos dio todo lo que pedimos.
He aprendido que bajo la coraza más dura, hay alguien que quiere ser apreciado y amado.
He aprendido que El Señor no lo hizo todo en un día. ¿Qué me hace pensar que yo puedo?
He aprendido que el amor y no el tiempo, cierran todas las heridas.
He aprendido que debemos mantener nuestras palabras tiernas, porque mañana tal vez debamos tragárnoslas.
He aprendido que… debo seguir aprendiendo.
ALGUNA VEZ TE ALCANZARÁ EL SONIDO
Alguna vez te alcanzará el sonido
de mi apagado nombre, y nuevamente
algo en tu ser me sentirá presente:
más no tu corazón; sólo tu oído.
Una pausa en la música sin ruido
de tu luz ignorada, inútilmente
ha de querer salvar mi afán doliente
de la amorosa cárcel de tu olvido.
Ningún recuerdo quedará en tu vida
de lo que fuera breve semejanza
de tu sueño y mi nombre y la belleza.
Porque en tu amor no alentará la herida
sino la cicatriz, y tu esperanza
no querrá saber más de mi tristeza.
TERCERA PRESENCIA DEL AMOR
Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.
Este amor que es harina
que es infancia de sueños en la frente,
que es líquido de música en la frente
y es lucero nostálgico en la altura.
Este amor que es el verso y es la rosa.
Y es saber que la vida en cada cosa
se nos repite cada vez más fuerte.
Tan eterno este amor tan resistible,
que comparado al tiempo imposible
saber donde limita con la muerte.
LISE
Yo tenía doce años; dieciséis ella al menos.
Alguien que era mayor cuando yo era pequeño.
Al caer de la tarde, para hablarle a mis anchas,
esperaba el momento en que se iba su madre;
luego con una silla me acercaba a su silla,
al caer de la tarde, para hablarle a mis anchas.
¡Cuánta flor la de aquellas primaveras marchitas,
cuánta hoguera sin fuego, cuánta tumba cerrada!
¿Quién se acuerda de aquellos corazones de antaño?
¿Quién se acuerda de rosas florecidas ayer?
Yo sé que ella me amaba. Yo la amaba también.
Fuimos dos niños puros, dos perfumes, dos luces.
Ángel, hada y princesa la hizo Dios. Dado que era
ya persona mayor, yo le hacía preguntas
de manera incesante por el solo placer
de decirle: ¿Por qué? Y recuerdo que a veces,
temerosa, evitaba mi mirada pletórica
de mis sueños, y entonces se quedaba abstraída.
Yo quería lucir mi saber infantil,
la pelota, mis juegos y mis ágiles trompos;
me sentía orgulloso de aprender mi latín;
le enseñaba mi Fedro, mi Virgilio, la vida
era un reto, imposible que algo me hiciera daño.
Puesto que era mi padre general, presumía.
Las mujeres también necesitan leer
en la iglesia en latín, deletreando y soñando;
y yo le traducía algún que otro versículo,
inclinándome así sobre su libro abierto.
El domingo, en las vísperas, desplegar su ala blanca
sobre nuestras cabezas yo veía a los ángeles.
De mí siempre decía: ¡Todavía es un niño!
Yo solía llamarla mademoiselle Lise.
Y a menudo en la iglesia, ante un salmo difícil,
me inclinaba feliz sobre su libro abierto.
Y hasta un día, ¡Dios mío, Tú lo viste!, mis labios
hechos fuego rozaron sus mejillas en flor.
Juveniles amores, que duraron tan poco,
sois el alba de nuestro corazón, hechizad
a aquel niño que fuimos con un éxtasis único.
Y al caer de la tarde, cuando llega el dolor,
consolad nuestras almas, deslumbradas aún,
juveniles amores, que duraron tan poco.
QUIERO ENTRAR A LA MUERTE
Quiero entrar a la muerte
con los ojos abiertos
abiertos los oídos
sin máscaras
sin miedo
sabiendo y no sabiendo
enfrentarme serena
a otras voces
a otros aires
a otros cauces
olvidar mis recuerdos
desprenderme
nacer de nuevo
intacta.
EL VINO TRISTE (segunda versión)
Lo difícil es sentarse sin hacerse notar.
Lo demás viene por sí mismo. Tres tragos
y regresan las ganas de pensarlo a solas.
Se abre un fondo de zumbidos distantes,
toda cosa se pierde y resulta un milagro
haber nacido y mirar el vaso. El trabajo
(el hombre solo no puede no pensar en el
trabajo)
vuelve a ser el antiguo destino de que es bello
sufrir
para poder pensarlo. Después, los ojos miran
al vacío, dolientes, como agujeros ciegos.
Si este hombre se levanta y va a dormir a su
casa,
parece un ciego que perdió el camino.
Cualquiera
puede salir de una esquina y molerlo a golpes.
Puede surgir una mujer y tenderse en la calle,
joven y hermosa, bajo otro hombre, gimiendo
como en otro tiempo una mujer gemía con él.
Pero este hombre no mira. Se va a su casa a
dormir
y la vida no es más que un zumbido de silencio.
Desvestido, este hombre mostraría miembros
extenuados
y una cabellera brutal, alborotada. ¿Quién diría
que a este hombre lo recorren tibias venas
donde un tiempo la vida quemaba? Ninguno
creería que en otros tiempos una mujer acarició
ese cuerpo y lo besó, ese cuerpo tembloroso,
empapado de lágrimas, ahora que el hombre,
en su casa, intenta dormir sin lograrlo y gime.
A MI HERMANO MIGUEL
Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa.
Donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá
nos acariciaba: »Pero, hijos...«
Ahora yo me escondo,
como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores.
Después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
hermano, en aquel juego.
Miguel, tú te escondiste
una noche de agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya
cae sombra en el alma.
Oye, hermano, no tardes
en salir. Bueno? Puede inquietarse mamá.
Desde el 861 hasta el 50 de un total de 50 Poemas
