Poemas 

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Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!

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 TOP50 Usuarios TOP50 Yavendrás

ESTATURA

Poder discrecional tuve en mi mano
y con denuedo contra el mundo fui;
dos veces temeraria lo he afrontado
tan sólo con la honda de David.
Aunque la piedra le arrojé segura
fui sólo yo la que me desplomé :
¿de Goliat fue muy grande la estatura
o quizá fue mayor mi pequeñez?

Autor del poema: Emily Dickinson

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POEMAS DE AMOR (2)

Podría perfectamente suprimirte de mi vida,
no contestar tus llamadas, no abrirte la puerta de la casa,
no pensarte, no desearte,
no buscarte en ningún lugar común y no volver a verte,
circular por calles por donde sé que no pasas,
eliminar de mi memoria cada instante que hemos compartido,
cada recuerdo de tu recuerdo,
olvidar tu cara hasta ser capaz de no reconocerte,
responder con evasivas cuando me pregunten por ti
y hacer como si no hubieras existido nunca.
Pero te amo.

Autor del poema: Darío Jaramillo Agudelo

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MORIR DE AMOR (Fragmento)

¿Qué es morir de amor?
Morir de amor por dentro
Es quedarme sin tu luz
Es perderte en un momento.

Autor del poema: Miguel Bosé

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UN RECUERDO

¡Ay, cómo el llanto de mis ojos quema!...
¡Cuál mi mejilla abrasa!...
¡Cómo el rudo penar que me envenena
mi corazón traspasa!

Cómo siento el pesar del alma mía
al empuje violento
del dulce y triste recordar de un día
que pasó como el viento.

Cuán presentes están en mi memoria
un nombre y un suspiro...
Página extraña de mi larga historia,
de un bien con que deliro.

Yo escuchaba tina voz llena de encanto,
melodía sin nombre,
que iba risueña a recoger mi llanto...
¡Era la voz de un hombre!

Sombra fugaz que se acercó liviana
vertiendo sus amores,
y que posó sobre mi sien temprana
mil cariñosas flores.

Acarició mi frente que se hundía
entre acerbos pesares;
y lleno de dulzura y de armonía
díjome sus cantares.

Y ¡ay!, eran dulces cual sonora lira,
que vibrando se siente
en lejana enramada, adonde expira
su gemido doliente.

Yo percibí su divinal ternura
penetrar en el alma,
disipando la tétrica amargura
que robara mi calma.

Y la ardiente pasión sustituyendo
a una fría memoria,
sentí con fuerza el corazón latiendo
por una nueva gloria.

Dicha sin fin, que se acercó temprana
con extraños placeres,
como el bello fulgor de una mañana
que sueñan las mujeres.

Rosa que nace al saludar el día,
y a la tarde se muere,
retrato de un placer y una agonía
que al corazón se adhiere.

Imagen fiel de esa esperanza vana
que en nada se convierte;
que dice el hombre en su ilusión mañana,
y mañana es la muerte.

Y así pasó: Mi frente adormecida
volvióse luego roja;
y trocóse el albor de mi alegría,
flor que, seca, se arroja

Calló la voz de melodía tanta
y la dicha durmió;
y al nuevo resplandor que se levanta
lo pasado murió.

Hoy sólo el llanto a mis dolores queda,
sueños de amor de corazón, dormid:
¡Dicha sin fin que a mi existir se niegan
gloria y placer y venturanza huid!

Autor del poema: Rosalía de Castro

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EL SON DEL CORAZÓN

Una música íntima no cesa,
porque transida en un abrazo de oro
la Caridad con el Amor se besa.

¿Oyes el diapasón del corazón?
Oye en su nota múltiple el estrépito
de los que fueron y de los que son.

Mis hermanos de todas las centurias
reconocen en mí su pausa igual,
sus mismas quejas y sus propias furias.

Soy la fronda parlante en que se mece
el pecho germinal del bardo druida
con la selva por diosa y por querida.

Soy la alberca lumínica en que nada,
como perla debajo de una lente,
debajo de las linfas, Scherezada.

Y soy el suspirante cristianismo
al hojear las bienaventuranzas
de la virgen que fue mi catecismo.

Y la nueva delicia, que acomoda
sus hipnotismos de color de tango
al figurín y al precio de la moda.

La redondez de la Creación atrueno
cortejando a las hembras y a las cosas
con un clamor pagano y nazareno.

¡Oh Psiquis, oh mi alma: suena a son
moderno, a son de selva, a son de orgía
y a son marino, el son del corazón!

Autor del poema: Ramon Lopez Velarde

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ENSUEÑOS

Eco sin voz que conduce
El huracán que se aleja,
Ola que vaga refleja
A la estrella que reluce;
Recuerdo que me seduce
Con engaños de alegría;
Amorosa melodía
Vibrando de tierno llanto,
¿qué dices a mi quebranto,
qué me quieres, quién te envía?

Tiende su ala el pensamiento
Buscando una sombra amiga,
Y se rinde de fatiga
En los mares del tormento;
De pronto florido asiento
Ve que en la orilla aparece,
Y cundo ya desfallece
Y más se acerca y le alcanza,
Ve que su hermosa esperanza
Es nube que desaparece.

Rayo de sol que se adhiere
A una gota pasajera,
Que un punto luce hechicera
Y al tocar la sombra muere.
Dulce memoria que hiere
Con los recuerdos de un cielo,
Murmurios de un arroyuelo
Que en inaccesible hondura
Brinda al sediento frescura
Con imposible consuelo,

En inquietud, como el mar,
Y sin dejar de sufrir,
Ni es mi descanso dormir,
Ni me consuela llorar.
En vano quiero ocultar
Lo que el pecho infeliz siente;
Tras cada sueño aparente,
Tras cada mentida calma,
Hay más sombras en el alma,
Más arrugas en la frente.

Si bien entra este empeño
En que tan doliente gimo
La esperanza de un arrimo,
De un halago en un ensueño,
Si de mí no siendo dueño
Sonreír grato me veis,
Os ruego que recordéis
Que estoy de dolor rendido. . .
Pasad. . . dejadme dormido. . .
Pasad. . . ¡no me despertéis!

Autor del poema: Guillermo Prieto

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EL ANDARÍN DE LA NOCHE

El oscuro andarín de la noche,
detiene el paso junto a la torre,
y al centinela
le anuncia roja, cercana guerra.

Le dice al viejo de la cabaña
que hay batidores en la sabana;
sordas linternas
en los juncales y oscuras sendas.

A las ciudades capitolinas
va el pregonero de la desdicha
y, en la tiniebla
del extramuro, tardo se aleja.

En la batalla cayó la torre;
siguieron ruinas, desolaciones;
canes sombríos
buscan los muertos en los caminos.

Suenan los bombos y las trompetas
y las picotas y las cadenas;
y nadie ha visto, por el confín;
nadie recuerda
al andarín.

Autor del poema: José María Eguren

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SONETO CASI INSISTENTE EN UNA NOCHE DE SERENATAS

Quisiera una mujer de sangre y plata.
Cualquier mujer. Una mujer cualquiera,
cuando en las noches de la primavera
se oye a lo lejos una serenata.

Esa música es alma. Y aunque no fuera
verdad tanta mentira sería grato
el saber que su voz siempre retrata
el corazón de una mujer cualquiera.

Quiero querer con música. Y quiero
que me quieran con tono verdadero
Casi en azul y casi eternamente.

Será porque ese ritmo me arrebata,
o tal vez porque oyendo serenatas
me duele el Corazón musicalmente.

Autor del poema: Gabriel García Márquez

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LOS MUERTOS

Los nevados muertos,
bajo triste cielo,
van por la avenida
doliente que nunca termina.

Van con mustias formas
entre las auras silenciosas,
y de la muerte dan el frío
a sauces y lirios.

Lentos brillan blancos
por el camino desolado.
y añoran las fiestas del día
y los amores de la vida.

Al caminar los muertos una
esperanza buscan:
y miran sólo la guadaña,
la triste sombra ensimismada.

En yerma noche de las brumas
y en el penar y la pavura,
van los lejanos caminantes
por la avenida interminable.

Autor del poema: José María Eguren

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CANCIÓN DEL FANTASMA

Despierta
Sacúdete los sueños de tu pelo
Mi preciosa y dulce niña.
Elige el día y el signo para tu día
El día es divino.
La primera cosa que ves.

Una inmensa y radiante playa en una bonita y adornada luna
Parejas desnudas corren por sus tranquilos lados
Y reímos como dulces, locos niños
Inmersos en la lana confusa de la mente infantil
La música y las voces giran a nuestro alrededor

Eligen su antiguo cantar
Tu tiempo ha regresado
Elige ahora, su dulce canto
Debajo de la luna
Junto al lago antiguo

Entra otra vez en el dulce bosque
Entra en el cálido sueño
Ven con nosotros
Todo está roto y baila

Autor del poema: Jim Morrison

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