Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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OLA
Hacia la arena tibia se desliza
la flor de las espumas fugitivas,
y en su cristal navega el aire herido,
imperceptible, desplomado, oscuro
como paloma que de pronto niega
de su mármol idéntico el estío
o el miedo que en silencios se apresura
y sólo huella fuese de un viraje,
melancólica niebla que al oído
dejara su tranquilo desaliento.
mas el aire es quien fragua, sosegado,
la caricia sombría, el beso amargo
que al fin fatigará el oculto aroma
de la arena doliente, deseosa,
ávida, estéril sombra pensativa,
cuerpo anegado en un cansancio oscuro
sometido al murmullo de aquel beso.
Hermosa así, desnuda, ya no es
la carne iluminada cual la flecha
que en el viento describe lujuriosa
el temblor que después ha de entregar;
ni es la boca ardiente, enamorada,
insaciable al contacto, al beso ávida
como profundo aroma silencioso;
Ni la pasión del fuego hacia el aliento
destruyendo lo inmóvil de la sombra
para precipitarla en lo que ha sido,
sino que, ya ternura del cautivo
que sabe dónde amor le está esperando,
quiebra su forma, pierde su albedrío
y en un instante de candor o ala
ahogada en un anhelo suspendido,
como ciega tormenta despeñada
abandónase al cuerpo que la acosa
y a su encuentro es caricia, oscura imagen
de rudo impulso convertido en plumas
o tinieblas perdidas para siempre,
y sabe cómo al fin la arena es tumba,
frontera temblorosa donde se abren
las flores fugitivas de la espuma,
resueltas ya en silencio y lentitud.
VOY
Vengo a buscarte, mi amor
Olvida que me perdí en el camino
Ya llego cariño, ¡no sufras temor!
Un acróstico esconde un mensaje que surge al extraer la primera letra de cada verso o línea. En este caso puede leerse "Voy".
También existen otros poemas en los que el acróstico se forma al extraer la última letra o la letra media de cada verso.
LAS MANZANAS
Del alma sólo sé lo que sabe el cuerpo:
donde la esperanza y la gracia
aspiran al ardor
del fuego está la morada del hombre.
Ve cómo arden las manzanas
en la frágil luz del invierno.
Así debería ser una
casa: brillar en el crepúsculo
sin usura ni vileza
con la compañía de las manzanas.
Así: limpia, madura.
SOLO OTRO AÑO
Amigos,
me basta con que sobreviva alguno de vosotros para vivir un año,
sólo otro año
para amar a veinte mujeres
y treinta ciudades.
Un año es suficiente para dar a la idea un cuerpo de azucena,
para que una tierra desconocida albergue a una chica que me lleve al mar
y me entregue, de sus rodillas, la llave de todos los lugares.
Un año es suficiente para vivir toda mi vida
de un tirón,
en un solo beso
o en un disparo
que ponga fin a mis preguntas
y al enigma de los tiempos confusos.
Amigos, no muráis así.
Por favor, no muráis, esperadme otro
año,
sólo otro año.
Tal vez terminemos la charla y el viaje que
hemos iniciado
e intercambiemos ideas caminando por la calle,
sin horario ni banderas.
¿Hemos traicionado a alguien
para tener que llamar país a cada pájaro
y espuma a la tierra que está fuera de la herida,
para que temamos el susurro?
Quizá podamos proteger al lenguaje
de un sentido que no hemos deseado,
de un canto que no hemos entonado
a los sacerdotes...
Amigos, mártires erguidos
en mi lecho... y en la cintura de una chica de la que aún no he gozado
ni he elevado sobre sus piernas mi oración al dios del jazmín...
Dejadme solo un momento.
Tenemos derecho a tomar el café con azúcar, no con sangre,
a escuchar el sonido de nuestras manos llamando a las perdices que nos
lloran, no la caída de las fortalezas.
Tenemos derecho a censar nuestras venas que hierven
con el viento de los deseos crónicos,
a dar las gracias a la pelusa dormida
en el vientre lácteo
y a romper el ritmo de los cánticos piadosos...
Amigos, mártires,
mo muráis antes de pedir perdón a una rosa que no habéis visto,
a un país que no habéis visitado,
a un deseo que no habéis logrado,
a mujeres que no os han colgado en el cuello
el icono del mar
ni el tatuaje del alminar.
No muráis antes de que formulemos la pregunta que no harán los supervivientes:
por qué la tierra se parece a un membrillo,
por qué la mujer se parece a lo que no se asemeja la tierra,
a las privaciones de los enamorados... y a un río de claveles?
¿Por qué me reconocieron
abiertamente cuando morí...
y me negaron
cuando regresé vivo de mi periplo?
Dios mío, mi cadáver me ha guiado
y les ha hecho regresar a mí.
Cual chimenea, lo han alzado entre ellos.
Amigos, mártires,
pensad en mí un poco,
amadme un poco,
no muráis así, por favor, no muráis,
esperadme otro año,
un año,
sólo otro año.
No muráis ahora, no me dejéis,
amadme para que bebamos este cáliz,
para que descubramos que la ola blanca no es una mujer
ni una isla.
¿Qué haré tras vuestra ausencia?
¿Qué haré después del último entierro?
¿Cómo voy a amar la tierra que os arrebata de mi lado
y os oculta del mar?
¿Cómo voy a amar al mar que ahoga a los que rezan
y eleva el alminar?
¿A quién visitaré los sábados por la tarde?
¿Quién abrirá mi corazón a los gatos?
¿A quién dedicaré el panegírico de esta luna agria sobre el Mediterráneo?
¿A quién llevaré las pertenencias de las mujeres pasajeras y seductoras?
¿A quién dejaré este hastío cotidiano?
¿Qué significará mi vida
cuando no tenga más que mi sombra para apoyarse en la pared de mi sombra, tras vuestra ausencia?
¿Quién me conducirá a mi alma
y la convencerá de que se quede conmigo?
No muráis, no muráis así, por favor,
no me arranquéis de la manzana-mujer
para lanzarme al libro de las elegías
y a los ritos de las perseverantes lágrimas.
No poseo mi corazón para lanzarlo sobre vosotros cual saludo,
no poseo mi cuerpo para hacer un nuevo ataúd y un testamento,
no poseo mi voz para atravesar esta calle elevada sobre el fusil.
Tened piedad de mí, amigos,
tened piedad de las madres desconsoladas que buscan otras albórbolas
para celebrar el nacimiento de los espejos en los estallidos de las bombas.
Tened piedad de las paredes que desean la hierba,
de los escritores en las noticias necrológicas,
tened piedad de un pueblo al que hemos prometido el acceso de la rosa por la puerta de las cenizas amargas.
No desaparezcáis ahora, como el poeta en el sombrero del mago.
¿Quién recogerá las rosas de los mártires?
Esperad, amigos, tened piedad de nosotros.
Nuestras ocupaciones no nos permiten buscar tumbas y una elegía
distinta de la anterior.
¡Qué pequeñas son estas rosas!
¡Qué grande es esta sangre!
¡Qué bellos sois, amigos,
cuando violáis la tierra en el milagro del génesis
o descubrís la fuente entre las rocas de las montañas posibles!
Amigos,
me basta con que sobreviva alguno de vosotros para vivir un año,
otro año.
Un año es suficiente para que caminemos juntos,
para que nos colguemos el río en la espalda como los gitanos,
para que destruyamos juntos el último templo
y coloquemos una piedra bajo otra,
para que retornemos al alma de su exilio
cuando marchemos juntos,
cuando declaremos una pequeña huelga de adoración a las imágenes.
Si me abandonáis ahora, amigos,
si partís
para habitar en la nebulosa del cráneo,
no os llamaré, no os haré elegías
ni escribiré una palabra sobre vosotros.
Ahora no puedo hacer elegías a nadie,
ya sea país, cuerpo,
un cuerpo en un disparo
o un obrero en la fábrica de la muerte unificada.
A nadie,
a nadie...
Que este canto sea
el fin de las lágrimas derramadas sobre todos vosotros, amigos traidores,
y una elegía destinada a vosotros.
Por eso...
no muráis, amigos, no muráis ahora.
Ninguna rosa es más cara que la sangre en este desierto.
No tenéis tiempo.
No muráis así, por favor, no muráis,
esperad otro año,
un año.
Me basta con que sobreviva alguno de vosotros para vivir un año,
sólo otro año.
Un año es suficiente para que ame a veinte mujeres
y treinta ciudades.
Un año es suficiente para que acuda junto a mi madre desconsolada
y le grite: alúmbrame de nuevo
para que vea la rosa desde su comienzo
y ame el amor desde su comienzo
hasta los confines del canto.
Sólo otro año.
Un año es suficiente para vivir toda mi vida
de un tirón,
en un solo beso
o en un disparo que ponga fin a mis preguntas.
Sólo otro año,
otro año,
un año...
DICHO
dicho
del que
vino
a por compañía
dicho
del solo
que volvió
de su vida
a su vida
del vacío
al vacío
dicho
del que
tuvo valor
y voló
dicho
del que
no se dijo
todo
dicho
del que escapó
de su día
del que no se mintió
otra vez
EL MUNDO NOS DA
El mundo
nos da
tanto dolor
y aquí estamos
sacando oro de eso.
No hay nada más puro que eso.
TRIUNFO DEL AMOR
Fuga
Hagan plaza, den entrada,
que viene triunfando Amor
de una batalla mortal
en que ha sido vencedor.
Romance
Una soberbia hermosura
armas contra Amor previene,
por huir del dulce yugo
que ha domado tantas frentes.
Con los rayos de sus ojos
al sol venció muchas veces,
y con victorias tan grandes
bien pudo desvanecerse.
Y viendo al Amor desnudo
persuadióse fácilmente
que de los más flacos bríos
no pudiera defenderse.
Que no es posible que haya
en denudez tan patente
herida que al tierno niño
dolor o sangre no cueste.
Tuvo por vanas sus flechas,
que como es ciego parece
que sólo del aire vago
serán cometas lucientes.
Pues una vez que le hirieron
fue tan sin riesgo, que en breve
aun no quedó en la memoria
señal que la herida acuerde.
Presentóle la batalla,
mas con halago valiente
el niño dios resistía
sin amenazas crueles.
Y en vez de bronces bastardos
hace que en su campo suene
dulce voz, que la victoria
le previno desta suerte:
Desarmado y ciego, Amor
vencerá mejor.
Corrióse de su arrogancia
la hermosísima rebelde
y al honor pone en el campo
que le venza y atropelle.
¡Qué dura fue la batalla!
Mas el honor tuvo siempre
la desdicha de inclinarse,
y un niño entonces le vence.
Retirándose el recato,
más que cobarde, prudente
lidiaba, pero no pudo
en una ocasión valerse.
Acometiéronle juntos
una tropa de desdenes,
mas del honor rebatidos
unos huyen y otros mueren.
Ya está cerca de rendida
la bella airada, ya teme,
ya se defiende sin brío,
mas con todo se defiende.
Su entendimiento animoso
al duro combate viene,
mas cegóse con el humo
del fuego que Amor enciende.
Del respecto acompañada
la libertad te acomete.
Vino Amor con ella a brazos
y rindiósele obediente.
Vencida llora la ingrata
y sobre una alfombra verde
vertió por lágrimas perlas,
pero dulcísimamente.
Con tan preciosa victoria,
Amor ufano y alegre
manda que en dulce armonía
su gloria y triunfo celebren:
Desarmado y ciego, Amor
vencerá mejor.
MÁLAGA
Málaga es "inglesa" y mora
á la vez que es andaluza;
Guadalmedina la cruza
y el Puerto la condecora;
Gibralfaro la avalora
y la Caleta sin par;
la emblanquece su Azahar
y la dora su alegría;
en su torre se abre el día
y á sus pies se rompe el mar.
Esa es Málaga la bella
paraíso en que nací;
entre sus luces viví
y mi sér formóse en ella.
Dios quiso al crear mi estrella
darme la vida en su ambiente,
y llevo fijo en mi mente
su nombre que tanto quiero,
cual si llevara un lucero
en la mitad de la frente.
Allá van sus pescadores
con los obscuros bombachos
columpiando los cenachos
con los brazos cimbradores.
Del pregón á los clamores
hinchan la venas del cuello;
y en cada pescado bello
se ve una escama distinta,
en cada escama una tinta
y en cada tinta un destello.
Clavadas en penca verde
van las "biznagas" fragantes,
cuyas esencias flotantes
la brisa en sus ondas pierde.
No hay alma que no recuerde
de esa flor el movimiento;
la mujer mueve al son lento
la penca con sus olores,
la penca mueve las flores
y los jazmines el viento.
Ved allá la bailarina
con sus vueltas caprichosas;
sus pies, cual dos mariposas,
en raudos juegos combina.
Parece en la gasa fina
una espiral de arrebol,
un flotante caracol,
una sierpe que circula,
y un remolino que ondula
como una tromba de sol.
Acá y allá entremezclados
se oyen pregones á miles
con sus gorgeos gentiles
con música combinados.
Llena los aires dorados
un concertante sonoro,
y la ciudad canta á coro
su malagueña fermata,
por mil registros de plata
y mil registros de oro.
El lenguaje alegre y fresco
cual leve cinta se enreda
lo mismo que hacerlo pueda
el más flexible arabesco.
Es un hablar pintoresco
todo calados y cruces.
¡Abalorios andaluces
hechos de escalas distintas,
que á veces rompen en tintas,
y á veces rompen en luces!
Oíd también su guitarra:
ella es la musa española
con su seno de manola
y su cintura de jarra.
Bajo el verdor de la parra
da á la brisa este cantar:
Llevo en el alma un pesar
del que tengo que morir;
ni se quita con reír,
ni se quita con llorar.
La enredadera guarnece
la reja, de que es esclava,
donde se (pela la pava)
hasta que el día amanece.
Detrás un rostro florece
sembrado de maravillas;
estalla un beso á hurtadillas,
y cual señal de victoria,
repica tocando á gloria
el cerco de campanillas.
Ved su catedral triunfante:
¡qué proporciones severas!
¡Que columnas cual palmeras
y qué cúpula sonante!
Rasgan la mole gigante
largos vidrios de colores
con polícromos primores
y cien figuras cautivas,
que parecen por lo, vivas
hechas con sangre de flores.
Su esplendorosa Caleta
la ve mi mente ilusoria
cual calle real de la gloria
al borde del mar sujeta.
Ni el más brillante poeta
pudiera hacer su pintura:
cantara su arquitectura
y sus estilos diversos;
¡más no el mar, porque no hay verso
para tan grande hermosura!
Entre cajas en hileras
que las prenden como franjas,
ved envolviendo naranjas
á las lindas faeneras.
De amar les salen ojeras,
y tienen en su hermosura,
de las pasas, la dulzura;
de los chumbos, lo punzante;
del plátano, lo arrogante;
y del limón, la frescura.
Málaga ciñe á sus sienes
uvas por claros rubíes,
(parrales) y (marbellíes)
y (tempranas y lairenes).
Las (montúas) y (jaenes)
le forman regios collares;
sus zarcillos singulares
son (moscateles) severas,
y brillan en sus pulseras
(largas), (tintas) y (mollares).
La infernal algarabía
de las burbujas de aceite
brinda al olfato deleite
en la alegre (freiduría).
Con hervidora armonía
crujen sobre la fogata
salmonetes de escarlata,
lisas de azules colores,
brecas de cien resplandores,
y boquerones de plata.
Tiene una copla y un vino
con que se canta y se sueña;
la copla es la (malagueña),
y el vino, un vino divino.
Mientras una lanza el trino,
otro derrama sus gotas;
ella vierte escalas rotas
y él destellos andaluces;
él emborracha con luces
y ella emborracha con notas.
Ved su parque, maravilla
de luz, colores y esencias,
que no lo tienen Valencia
ni Granada, ni Sevilla.
Enrejados de mantilla
semejan sus divisiones,
y sus vivas variaciones
me recuerdan los matices
de los pérsicos tapices
y los chinescos mantones.
Ved su ambiente ¡qué alegría!
ved su Puerto ¡qué grandeza!
ved sus campos ¡qué belleza!
ved su cielo ¡qué poesía!
ved sus aves ¡qué armonía!
ved sus calles ¡qué graciosas!
ved sus jardines ¡qué rosas!
ved sus coplas ¡qué ternura!
ved sus hombres ¡qué bravura!
ved sus mujeres ¡qué hermosas!
Así es Málaga la mora
y la (inglesa) y la andaluza;
Guadalmedina la cruza
y el Puerto la condecora.
Gibralfaro la avalora
y la Caleta sin par;
la emblanquece su azahar
y la dora su alegría;
en su torre se abre el día
y á sus pies se rompe el mar.
PESADILLA
Yo he visto a la luna llena,
como un sueño, en el sendero,
en una mano el acero,
en la otra un reloj de arena,
al caballero
de las baladas del Rhin,
como un huracán violento
galopando hacia el confín
con la negra capa al viento
sobre un rocín
negro de ébano y fulgente
como un ascua, velozmente;
sin ¡hop! ni fusta, ni brida,
ir a carrera tendida
eternamente.
Amplio chambergo plumado;
en las cuencas, su ojo ciego
entre la niebla ha brillado
con un fulgor azulado
de arma de fuego.
Como ala de gaviota
que sorprende la borrasca,
al furor de la nevasca,
su negra capa que flota
al viento, chasca,
y con orgullo luda
su esqueleto marfileño;
y al cruzar, como un mal sueño
mostraba en la noche umbría
con aullidos estridentes
treinta y dos dientes.
AHORA QUE TODO VUELVE
Ahora que todo vuelve: el silencio y la espera,
las palabras que hemos guardado en lugar seguro
todo este julio de viento y nostalgia.
Ahora que todo vuelve: la tibieza del cuerpo
aquietado y dócil bajo las manos amantes
y aquel perderse en las tardes tranquilas,
bosque adentro, por el tapiz crujiente de hojas de pino,
¿no es su valor este esfuerzo cálido y el quererse
con certeza a solas, la dura
voluntad de permanecer, presente y ausente a la vez,
sin pensar que el tiempo es un vacío sin límites?
Mujer: nada me cuesta decir tu nombre,
aunque estés lejos. Lo escribo en las piedras y el agua,
en la sombra acogedora de los árboles a la vera del río
y en el comedor de casa. Sé que oirás
mis palabras, porque llevas en las manos
el signo de un tiempo nuevo, y has crecido en la esperanza
de que alguien lo aceptara sin hacerte preguntas.
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