Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
Si quieres buscar el contenido clasificado por autor, visita nuestra sección de Autores
EL CORAZÓN ROBADO
Mi corazón babea y popa
de asco al cuartel y al caporal.
Le echan cucharadas de sopa.
Mi corazón babea y popa,
entre las chanzas de la tropa,
bajo una risa general.
Mi corazón babea y popa
de asco al cuartel y al caporal.
Itifálicos, soldadescos,
sus insultos le han depravado.
Por la tarde dibujan frescos
itifálicos, soldadescos.
¡Mares abracadabrantescos,
que el corazón sea salvado!
Itifálicos, soldadescos,
sus insultos le han depravado.
UN DÍA CUALQUIERA
Descubristeis que en solo un instante
puede amarse como en toda una vida.
Descubristeis el gozo como una isla
desconocida que puede aparecer
ante la proa de la nave que os lleva,
una mañana ignorada,
por una ruta antigua.
Lanzaos ardientemente entonces
a la locura de amaros, ahora
que vuestro cuerpo es ágil, y haced trizas
el ánfora que conservaba el viejo perfume,
para aspirar de un solo golpe
toda su intensidad dominadora.
Y quién sabe si morir después de la prueba.
OTOÑO
El viento, los bosques
mueren besando la lenta
luz de la tarde.
Ejércitos de noche llegan
por los caminos solitarios.
Δώρια
Sé en mí como los humores eternos
del viento sombrío, y no
transitoria como las cosas—
alegría de las flores.
Colócame en la pesada soledad
de acantilados sin sol
y de aguas oscuras.
Permite que los dioses hablen en susurros sobre nosotros
Desde aquí en adelante,
Las misteriosas flores del Orco
Te recordarán.
UNA PALOMA AL VOLAR
Una paloma al volar
su dorado pico abría;
todos dicen que me hablaba,
pero yo no le entendía.
1
Dame las alas, paloma,
para volar a tus vuelos,
para subir a los cielos
de otro cielo que no asoma.
Este cielo que me toma,
nieve y silencio temía;
y ha de caer todavía
mientras tu voz se sustraiga,
—Si está cayendo, que caiga,
no ha de durar más de un día.
2
¿Por qué ya no puedo amarte
–ay Amor– sin conocerte,
si en buscarte está la muerte
de saberte y no encontrarte?
¿Por qué de un tiempo a esta parte
en tu nombre está mi suerte?
¿Por qué, si digo no verte,
te pido que si me amas
me digas cómo te llamas
—ay Amor—para quererte?
3
Esta noche callaría,
aunque viniese la muerte.
¿y el silencio de perderte
con qué voz te cantaría?
Naranja dulce del día,
nocturno limón celeste,
te pido un favor y es éste:
(el que la canción pedía)
que le digas a María
que esta noche no se acueste.
EL METEORO
Entre los barrotes de los locales disciplinarios
una naranja
pasa como un relámpago
y cae en la vasija
como una piedra
Y el prisionero
todo salpicado de mierda
resplandece
Ella no me ha olvidado
Ella siempre piensa en mí.
INUNDACIÓN
Esperamos que cese la lluvia,
aunque nos hemos acostumbrado
a permanecer invisibles, tras la cortina.
La cuchara es colador ahora y nadie se atreve ya
a extender la mano.
Muchas cosas flotan por las calles,
cosas bien escondidas en tiempo seco.
¡Qué penoso ver las sábanas usadas del vecino!
Vamos a menudo al indicador de nivel
y comparamos, como relojes, nuestras cuitas.
Algunas cosas pueden regularse.
Pero cuando los aljibes se desborden y se colme la medida que heredamos
tendremos que ponernos a rezar.
El sótano está sumergido, hemos subido las cajas
y comprobamos con la lista el contenido.
Todavía no se ha perdido nada...
Como es seguro que las aguas bajarán pronto
hemos empezado a coser sombrillitas.
Será muy duro volver a cruzar la plaza,
claramente, con sombra de plomo.
Al principio echaremos de menos la cortina
y bajaremos al sótano a menudo
para contemplar la marca
que las aguas nos legaron.
AL FINAL TRES DESEOS
Ven, baila conmigo mientras aún aliente
y exista de suelas arriba.
Lo que de cambiar el paso he aprendido desde mi infancia
me sigue siendo conocido, como la palma de la mano,
pero a menudo, en la pantorrilla izquierda siento un golpeteo,
un dolor que se me va cuando estoy quieto.
Te pido pues una pausa de tolerancia
hasta que esté ágil para la otra danza.
Ven, acuéstate conmigo, mientras esté erecto lo que más me importa
y se dé importancia, como si estuviera puesto a prueba,
algo que en todo el mundo funciona según estadísticas:
cerca del círculo polar, en el desierto de Gobi incluso los ancianos
hacen el coito antes de expirar
y buscan el placer a cualquier precio.
Comprende, pues, la paciencia es un apoyo
antes de que él -te extrañas- llegue al hoyo.
Ven, mírame: a ver si sé hacer el pino
y al verlas al revés reconozco las cosas,
igual que antes siempre mirando desde arriba, como una jirafa,
y desde abajo, de través, como gusano humano,
todo cuadraba para mí: lo que impedía ser feliz
y qué era primero en el mundo: el huevo o la gallina.
Haciendo el pino, pues, en esta posición
-compréndelo- parezco un signo de interrogación.
Ven pues, acuéstate, baila, pásmate y mira
de qué soy yo aún capaz con humor y sin ira.
SI ESTUVIESE AQUÍ
Si estuviese aquí, en este cuarto blanco, en este hotel,
cuyas bisagras permanecen calientes, incluso bajo el viento marino,
te repanchigarías, dejado inconsciente por la hora de siesta;
no podría levantarte la campana de la resurrección
ni el gong del mar con su retintín plateado, seguirías echado.
Si te tocaran sólo cambiarías esa posición por la de un corredor en el
maratón del sonámbulo. Y te dejaría dormir. Las cosas se
desploman gradualmente
cuando el despertador, con su batuta de director,
empieza a la una: las reses doblan las rodillas
en los pastos tranquilos, sólo el rabo de la yegua se menea,
dándole con el plumero alas moscas, melones borrachos caen rodando
a las cunetas, y los mosquitos siguen volando en espiral a su paraíso.
Ahora el primer jardinero, bajo el árbol de la sabiduría,
olvida que es Adán. En el aire acostillado
cada parche de sombra se dilata como un oasis
por la fatigada mariposa, una laguna verde para fondear.
Playa blanca abajo, calmada como una frente
que ha sentido el viento, un estatismo sacramental
te traería el sueño, que es la corona del verano,
el sueño que divide sin rencor a sus amantes,
el sudor sin pecado, el horno sin fuego,
el sosiego sin el auto, el agonizante sin miedo,
mientras la tarde retira esas barras de la ventana
que rayaron tu sueño como el de un gatito, o el de un prisionero.
EL PASEO
En la buena mañana, caminando a lo largo
del río,
del árbol perfectamente verde
cayó una hoja amarilla.
Para el resto del grupo, el otoño ya estaba allí.
Para él sin embargo, aquella hoja amarilla
era la Muerte en toda su gloria.
Vestida con el color amarillo del otoño
la muerte simplemente estaba allí,
activa y sensible. Y fue así que cuando advino;
hubo un momento de gran intensidad y belleza
y todo se tornó silencioso ... .
y aquél "algo", llenaba todo el camino
y mucho más allá del camino,
y persistió durante el corto paseo.
La hoja había caído súbitamente,
se acostó inesperadamente sobre la tierra
y conseguía sugerir la guadaña del Padre-Tiempo.
Pero el paseo continuaba parloteando, tomando fotos,
y escasamente viendo cosa alguna.
Mas, para él, en ese momento, la muerte estaba ahí,
en mitad del camino, para atraernos,
como estaría siempre, ahí, en medio de la vida
en plena salud ...
Desde el 2841 hasta el 50 de un total de 50 Poemas