37 Poemas de mujeres 

PALABRAS

Ten cuidado con las palabras,
incluso con aquellas milagrosas.
Para las milagrosas hacemos lo mejor posible,
a veces se enjambran como insectos
y dejan no una picadura sino un beso.
Pueden ser tan buenas como los dedos.
Pueden ser tan confiables como la roca
sobre la que apoyas tu trasero.
Pero también pueden ser tanto margaritas como moratones.

Aún así, estoy enamorada de las palabras.
Son palomas que caen del techo.
Son seis naranjas sagradas posadas en mi regazo.
Son los árboles, las piernas del verano,
y el sol, su apasionado rostro.

Aún así, me fallan a menudo.
Tengo tanto de lo que quiero decir,
tantas historias, imágenes, proverbios, etc.
Pero las palabras no son lo suficientemente buenas,
las equivocadas me besan.
A veces vuelo como un águila,
pero con las alas de un gorrión.

Pero intento tener cuidado
y de ser suave con ellas.
Las palabras y los huevos deben ser tratados con cuidado.
Una vez rotos,
son cosas imposibles de reparar.

Autor del poema: Anne Sexton

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Y DIOS ME HIZO MUJER

Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.

Autor del poema: Gioconda Belli

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Para vosotras

Enviado por 13gonzalo31  Seguir

Mujer, cual alma libre de vientre mágico, capaz de crear vida en su interior y seguir viviendo , espíritu limpio y puro, que nunca imagino que podría volar libre, que en muchas ocasiones navega contra marea, y aún creyendo en algunos momentos que todo está perdido, es capaz de mantener la cabeza en alto para seguir nadando. Guerrera incansable, que por más batallas que cruce, nunca se rinde, y que sin espada ni armadura es capaz de vencer al más fortifero guerrero, solo con un beso de sus labios, como cual hoja que acaricia el suelo. Mujer, que ni Adán pudo resistirse a tal pecado y mordía tu manzana, Mujer, no se si me haces bien, lo único que se, que por ti, muero.

J.P.P.

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NEGRA SOMBRA

Cuando pienso que te huyes,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
tornas haciéndome mofa.

Si imagino que te has ido,
en el mismo sol te asomas,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.

Si cantan, tú eres quien cantas,
si lloran, tú eres quien llora,
y eres murmullo del río
y eres la noche y la aurora.

En todo estás y eres todo,
para mí en mí misma moras,
nunca me abandonarás,
sombra que siempre me asombras.

Autor del poema: Rosalía de Castro

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DESVELADA

Como soy reina y fui mendiga, ahora
vivo en puro temblor de que me dejes,
y te pregunto, pálida, a cada hora:
«¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!»

Quisiera hacer las marchas sonriendo
y confiando ahora que has venido;
pero hasta en el dormir estoy temiendo
y pregunto entre sueños: «¿No te has ido?»

Autor del poema: Gabriela Mistral

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SE ME ESTÁN DURMIENDO LAS MANOS

Se me están durmiendo las manos de tanto cruzar los dedos,
como si así todo fuera a ir mejor.
Se me están durmiendo los pulmones
de tanto soplar unas velas que nunca se apagan
ni cumplen deseos.
Se me están durmiendo las piernas de tanto correr
para llegar a una casa
donde ya nadie me espera.
Se me duerme el corazón,
agotado,
de tanto reponer sangre después de cada golpe.
La sonrisa,
y ahora parezco uno de esos muñecos con las comisuras al revés.
Se me cierran los párpados porque no quiero darme cuenta,
no quiero ver
que de nuevo no he llegado a tiempo.
Me estoy durmiendo,
y lo que es peor,
ni aún así consigo soñar
ni que empiece a las horas un día nuevo.

Autor del poema: Loreto Sesma

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MUESTRA SENTIR QUE LA BALDONEN POR LOS APLAUSOS DE SU HABILIDAD

¿Tan grande, ¡ay, hado!, mi delito ha sido
que por castigo de él o por tormento
no basta el que adelanta el pensamiento
sino el que le previenes al oído?

Tan severo en mi contra has procedido,
que me persuado de tu duro intento,
a que sólo me diste entendimiento
porque fuese mi daño más crecido.

Dísteme aplausos para más baldones,
subir me hiciste, para penas tales;
y aun pienso que me dieron tus traiciones

penas a mi desdicha desiguales
porque viéndote rica de tus dones
nadie tuviese lástima a mis males.

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AUTOBIOGRAFÍA

Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores,
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar
mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta,
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.
Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.

Autor del poema: Gloria Fuertes

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CHIQUITINA

Chiquitina.
Encogida y en posición fetal,
ensayando la salida a una vida
cuando muchos querían de mí el aborto.
Absorto en su cálculo sobre a cuántos niños tiene que asustar,
el monstruo se ha quedado dormido.
Pido,
si no es mucho,
extender los dedos sin que nadie me los corte antes.
Ya no sé quién soy,
perdí mis huellas dactilares poniendo la mano en el fuego por
personas que no
merecían la pena.
A veces tampoco quiero saber quién soy
y me emborracho hasta escupir
una saliva que parece gasolina.
Me imagino sus manos aterrizando en mi piel,
como cerillas encendiéndose
y veo volar todo por los aires.
Qué cosas es capaz de hacer una niña,
una anciana agotada,
para poder volar.
Me he volado la cabeza,
y me he imaginado a la pena después
utilizando mis sesos como peonzas.
Ahora entiendo el:
«Deja de darle vueltas».
Quiero bajarme de esta montaña rusa,
de esta montaña sin vistas,
de esta cima sin nieve.
Quién habrá sido el adulto que se haya esnifado sus nevadas
cúpulas,
en qué sucio baño.
Nunca he entendido por qué algunos juegos vienen con
instrucciones,
algunas personas te imponen sus leyes
o el motivo por el que no puedes quebrantar sus normas.
A ellos les diré la única que yo sigo:
despiertas,
naces,
amas,
amas,
amas
y mueres.

Autor del poema: Loreto Sesma

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DESTINO

Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.

El hombre es anima de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.

Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo del tigre.

El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos.

Autor del poema: Rosario Castellanos

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