10 Poemas de Loreto Sesma
IRA
Vengo de una rutina de silencios,
de miedos tintineantes,
de complejos que acabaron convirtiendo el oro en barro.
Me dijeron que el futuro se labraba,
y yo por mucho que miro
sólo encuentro temor
y ningún motivo
para seguir contando mis pasos.
¿Por qué el camino
para que cuente como vida
se ha de hacer llorando?
OJALÁ
Ojalá me reflejara en todos los espejos del mundo
como lo hago en tus pupilas,
para quedarme siempre en ti,
para verme como tú solo me miras.
DEPRESIÓN
Deja que suene,
eso que late no es una canción
pero necesito que sigas bailando.
Es tic tac,
pero no es reloj.
Es timón,
es acantilado,
es billete directo al pasado.
Con razón
el corazón
suena a muro taladrado.
Creo que a estas alturas,
he de ser honesta conmigo
y reconocer
que la primera vez que dudé de lo que estaba sintiendo
fue cuando pensé al mirarte:
no te vayas,
o al menos no lo hagas,
todavía.
Qué manera más extraña
de decir “te quiero”
tenemos
aquellos que venimos
lamiéndonos
agotados
las heridas.
SE ME ESTÁN DURMIENDO LAS MANOS
Se me están durmiendo las manos de tanto cruzar los dedos,
como si así todo fuera a ir mejor.
Se me están durmiendo los pulmones
de tanto soplar unas velas que nunca se apagan
ni cumplen deseos.
Se me están durmiendo las piernas de tanto correr
para llegar a una casa
donde ya nadie me espera.
Se me duerme el corazón,
agotado,
de tanto reponer sangre después de cada golpe.
La sonrisa,
y ahora parezco uno de esos muñecos con las comisuras al revés.
Se me cierran los párpados porque no quiero darme cuenta,
no quiero ver
que de nuevo no he llegado a tiempo.
Me estoy durmiendo,
y lo que es peor,
ni aún así consigo soñar
ni que empiece a las horas un día nuevo.
CHIQUITINA
Chiquitina.
Encogida y en posición fetal,
ensayando la salida a una vida
cuando muchos querían de mí el aborto.
Absorto en su cálculo sobre a cuántos niños tiene que asustar,
el monstruo se ha quedado dormido.
Pido,
si no es mucho,
extender los dedos sin que nadie me los corte antes.
Ya no sé quién soy,
perdí mis huellas dactilares poniendo la mano en el fuego por
personas que no
merecían la pena.
A veces tampoco quiero saber quién soy
y me emborracho hasta escupir
una saliva que parece gasolina.
Me imagino sus manos aterrizando en mi piel,
como cerillas encendiéndose
y veo volar todo por los aires.
Qué cosas es capaz de hacer una niña,
una anciana agotada,
para poder volar.
Me he volado la cabeza,
y me he imaginado a la pena después
utilizando mis sesos como peonzas.
Ahora entiendo el:
«Deja de darle vueltas».
Quiero bajarme de esta montaña rusa,
de esta montaña sin vistas,
de esta cima sin nieve.
Quién habrá sido el adulto que se haya esnifado sus nevadas
cúpulas,
en qué sucio baño.
Nunca he entendido por qué algunos juegos vienen con
instrucciones,
algunas personas te imponen sus leyes
o el motivo por el que no puedes quebrantar sus normas.
A ellos les diré la única que yo sigo:
despiertas,
naces,
amas,
amas,
amas
y mueres.
ANOCHE SOÑÉ CONTIGO
En la radio suena...
Eras mi autopista, mi última luz, mi primera carta, la electricidad.
Era verano, llegaba septiembre...
Un resplandor en la carretera,
no había invierno en tu alcoba,
todas las canciones son la imagen de nuestra historia...
Llegaba septiembre
Anoche soñé contigo,
como llevo soñando todas las noches desde que te conozco
incluso aquellas que duermo contigo.
He pensado en ponerle a estos versos tu nombre,
en ponerle a todo esa risa tuya para saber llevarlo mejor.
Perdóname,
sabes que todavía no me acostumbro a la buena suerte
y mucho menos a llevarte como amuleto.
Me aprieto el pecho
como quien tiene el miedo a que se le caiga el corazón,
como quien abandona la razón,
se deshace del caparazón,
y deja crecerse alas.
¿Recuerdas la primera vez que me llamaste?
Cómo te movías por tu casa,
cómo me reía yo desde mi habitación.
¿Y la primera vez que nos vimos?
Tú desviándome la mirada,
yo comiéndote con los ojos,
intentando parar los mil antojos
que me pedían morderte.
¿Qué me dices de la primera vez que nos besamos?
Tú me acababas de decir que no salías los sábados,
yo no paraba de reír
y tú solo querías cerrar los párpados
(luego entendí que era tu manera de huir).
Me acuerdo también de aquella vez que te querías ir,
querías desaparecer.
Lloré tanto...
Me di cuenta de que habías hecho nacer algo,
que no podía ver cómo te ibas.
No te fuiste,
menos mal,
porque si lo hubieses hecho no estaría escribiendo esto
y no podría contar esta historia,
(la nuestra)
que es el mejor poema que sabré escribir jamás.
EL DÍA QUE MENOS TE LO ESPERES
En la radio suena...
Parece que todos lo ven
y yo sigo ahí sin saber por qué.
Parece que todos lo ven
Y yo sigo ahí
Anda, bésame.
Sin saber por qué
El día que menos te lo esperes me iré.
Entonces le hablarás a todos de mi forma de sonreír,
de cómo me reía sin taparme la boca
porque era de lo único de lo que no tenía complejo.
Buscarás en tu espejo alguna mancha de mi maquillaje,
comprarás el pasaje de un avión para hacer solo el viaje que
[íbamos a hacer juntos.
Por fi n estarás solo con tus asuntos:
que si niñas a las que invitarles a copas,
que si mujeres a las que enamorar.
Tu vida será como un solar donde nadie quiere edificar una vida,
ya no estaré yo,
ya no existirá nadie que te pida
que me digas que has llegado bien a casa,
te convertirás en esa persona que pasa por el bar de siempre
y ya no le entra un ataque de nostalgia.
Compartirás cama,
botella,
noche
y algún que otro despertar
con mujeres que no sabrán entenderte
fuera del lenguaje de gemidos.
Presentarás un despido voluntario en el curro,
recordarás cuando te decía que un susurro a veces transmite más
[que cualquier grito.
Y me verás por Madrid con mis andares de viuda en luto,
buscarás un puto único motivo para entender por qué me dejaste
[marchar.
Me preguntarás qué tal me va todo,
si te podría perdonar,
si estaría dispuesta a retomar nuestro viaje.
Y yo te sonreiré,
sin taparme la boca,
y te diré que en el fondo nunca me ha preocupado del todo
[perder trenes.
Yo soy más de ir andando,
colonizando miradas,
moviendo unas caderas que han aprendido a bailar desde que tú
[no estás
NEGOCIACIÓN
Qué difícil es el amor para los hambrientos.
Invento una amargura,
un tormento que llueve
y no son mis miedos,
sino vuelos incontrolables los que me impulsan.
Creo que querer ha de ser una constante,
por eso ahora se me antojan pestañeos,
segundos volátiles.
El despegue lento de un gemido,
cerrar los ojos,
ahogar el grito en una almohada
y que esta vez no sea sollozo
sino canto
de madrugada.
Cómo me atrapa
y me quema la piel y los huesos
la vida en excesos,
los besos prohibidos,
el hambre del otro
Que no puedes ponerme en los labios la miel,
porque tengo la saliva hecha de hielo.
Que no puedes decirme “te quiero”
sin que te pregunte después “para qué”.
Fabriqué excusas para planear la huida,
no entiendo de vuelos
pero sí de caídas.
Un día de estos,
cuando se vierta en la copa el recuerdo,
te acordarás de mí.
Vendrá mi risa como un disparo,
un desgarre de guitarra,
un cante de gitano.
Y en el último baile, pensarás:
qué fue de aquella chica,
de aquella chica que conocía aquella noche de verano.
PIENSO EN TI
Pienso en ti.
Te recuerdo en mi cabeza con la autorrecomendación de no dejar
que me empapes el alma,
que solamente te quedes paseando por mis pensamientos.
Llevo arrastrándome tanto por el barro,
que tú me sabes a lino en una piel quemada.
Te diría que eres el conejo blanco
que siguió Alicia para salir de su laberinto
(y meterse en otro).
Eres la boca del lobo
que devoro
con el ansia de quien lleva sin comer meses.
Eres (la) locura
que cometo siendo cuerda
y consciente,
como el cocainómano que busca camino de nieve hacia el cielo
con fugas ya en el tabique.
Despiertas mis instintos olvidados,
como una perra en celo
que se salió de la manada
para cruzarse con un zorro.
Tengo el estómago vacío
y tanta hambre (de ti)
que no me hace falta que me digas «ven»
para que lo deje todo.
DEBERÍAN HABERME AVISADO
En la radio suena...
Somos dos,
para qué queremos más.
Aproximación
Deberían haberme avisado
de que acabaría sintiéndome como una niña
que aprende a sumar contando los lunares de tu espalda.
Una niña que se siente perdida
si pierde su muñeco preferido.
Una niña a la que se le hacen las horas eternas
cuando espera a que su madre le venga a buscar al colegio.
Quédate.
Deberían haberme avisado
de que moriría por vernos
borrachos,
dispuestos a comernos la noche
(y la boca)
Madrid pidiéndonos tregua,
poniéndonos frenos en las ganas.
Los cuatro portales de tu calle que hay antes de llegar a tu casa
viéndonos intentar calmar las chispas.
Fuego.
Yo no sé qué es el amor
pero he visto arder Madrid,
tu edificio
y tu colchón
cada vez que nos sonreímos
y me ha importado una mierda morir en el incendio.
Quédate.
Deberían haberme avisado
de que todo mi mundo acabaría girando alrededor de tu sonrisa
desde que es el único sol que podría llegar a alumbrarme este
[túnel sin salida.
Que aprendería a morder el polvo porque preferiría cavarme mil
[tumbas
antes que verte a ti únicamente perder la risa.
Romperte la ropa,
rompernos los labios.
Quiero romperte los miedos
y eres el único
(y primero)
al que no podría,
ni aunque quisiera,
romperle el alma.
Yo que sé,
que ahora estoy enganchada a cada uno de tus precipicios y a tu
[cielo.
Así que quédate.
Conmigo.
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