Poemas 

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Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!

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HUÉRFANO

Huérfano quedará mi corazón
alma del alma, si te vas de ahí,
y para siempre lloraré por ti
enfermo de amorosa consunción.

Triste renuncio a las venturas todas
de tu suave y eterna compañía,
hoy que se apaga con la dicha mía,
el altar que soñé para mis bodas.

Y el templo aquel de claridad incierta
y tú, como las vírgenes vestida,
brillarán en la noche de mi vida
como la luz de la esperanza muerta.

Autor del poema: Ramon Lopez Velarde

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DERROCHE DEL ESPÍRITU EN VERGÜENZA...

Derroche del espíritu en vergüenza
la lujuria es en acto, y hasta el acto
perjura, sanguinaria, traidora,
salvaje, extrema, cruel y ruda:

despreciada no bien se la disfruta,
sin mesura anhelada, y ya alcanzada,
odiada sin mesura, cual un cebo
que desquicia al incauto que lo traga.

Desquicio los suspiros, los abrazos,
los gemidos del antes y el durante,
júbilo al gozar, después penuria,
promesa de alegría, luego un sueño.

Lo saben todos, pero nadie sabe
cerrar el cielo que lleva hasta ese infierno.

Autor del poema: William Shakespeare

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CONTEMPLAD ESTE CURTIDO ROSTRO

Contemplad este curtido rostro, estos ojos grises,
Estas barbas, este blanco vellón intenso sobre mi pecho,
Mis oscuras manos y estos modales silenciosos y sin atractivos que yo tengo;
Sin embargo, hay uno de Manhattan que acude siempre
cuando yo parto, y me despide posando sobre mis labios el beso leve de un sólido amor,
Y yo mismo en el cruce de una calle o en el puente de un
navío le devuelvo el beso,
Nosotros observamos este saludo de camaradas norteamericanos
en la tierra y en el mar,
Y somos nosotros estas dos naturales y despreocupadas personas.

Autor del poema: Walt Whitman

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LLORAR

Fue en la selva, en la Amazonia ecuatoriana. Los indios shuar estaban llorando a una abuela moribunda. Lloraban sentados, a la orilla de su agonía. Un testigo, venido de otros mundos, preguntó:

—¿Por qué lloran delante de ella, si todavía está viva?

Y contestaron los que lloraban:

—Para que sepa que la queremos mucho.

Autor del poema: Eduardo Galeano

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LIED DE LA NOCHE

Y, de repente,
llega la noche
como un aceite
de silencio y pena.
A su corriente me rindo
armado apenas
con la precaria red
de truncados recuerdos y nostalgias
que siguen insistiendo
en recobrar el perdido
territorio de su reino.
Como ebrios anzuelos
giran en la noche
nombres, quintas,
ciertas esquinas y plazas,
alcobas de la infancia,
rostros del colegio,
potreros, ríos
y muchachas
giran en vano
en el fresco silencio de la noche
y nadie acude a su reclamo.
Quebrantado y vencido
me rescatan los primeros
ruidos del alba,
cotidianos e insípidos
como la rutina de los días
que no serán ya
la febril primavera
que un día nos prometimos.

Autor del poema: Álvaro Mutis

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LA FORMA

Fruto agreste de vida que en una plenitud
florida nos anuncias el triunfo de la rara
ensoñación que vive con la eterna inquietud
del cincel armonioso en el rubio Carrara.

Exotismo triunfante, pleno de juventud,
que bebes en los nítidos cristales de la clara
fuente. Sonoridad que arranca del laúd
la neurótica voz que nos interrogara.

Forma tan curvilínea que, en olímpicos frisos,
triunfaste con el oro suntuoso de tus rizos
o diste al viejo ritmo, el talle de una plástica

mujer de líneas griegas, o como una serpiente
que retuerce su cuerpo salvaje eternamente,
surgiste en los contornos de su figura elástica.

Autor del poema: Gonzalo Escudero

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ADIÓS

Llovió y ha vuelto a llover
y cayeron las hojas y el sol las abrazó y el viento vino
y arrastró las hojas y sonó la hojarasca
y otra vez cayeron las hojas y el sol las abrazó y vino el viento
y el rocío se hizo en la yerba y se fue
y abrieron los capullos y el insecto rompió la húmeda cáscara y voló
y otra vez el pájaro que cantaba en la cuerda
bajó a jugar bajo el rosal y volvió a su cielo
y cantó y la mariposa estuvo dormida al amanecer y con el sol caliente subía dando ligeros golpes
y la lluvia la heló y otra mariposa voló por el jardín y el jardín de ayer
quedó yerto y enrojeció y volvió a quedar yerto y pálido y las ramitas secas
chasquearon y cayeron al césped y el sapo cambió de sombra y volvió a cambiar
y ha buscado otra sombra húmeda
y el gusano ha terminado de hilar y ya voló y ya volvió a hilar y el viento
mueve la hoja que lo hospeda
y los jejenes han ascendido en el vaho caluroso y caido con las aguas del cielo
y se han levantado de nuevo porque otra vez ha sido el día caluroso
y la hilera de hormigas corta el campo en el claro seco y boronoso y ahora regresa al patio sembrado
y el ratón de monte ha dormitado largamente en su cueva y ha despertado por muchos días corriendo en secreto
lejos del búho y ha caído lejos de las garras del búho y el búho comió y pasó noches de hambre y volvió a su comida
y duerme este día y se despertó de nuevo y cazó la rata gris
y un hombre encontró su pareja y se amaron y el hijo que nació encontró su pareja y la amó
y el hijo que de allí naciera encontró su pareja y la amó y de allí nació un hijo
y el hombre murió y volvió otra muerte y se llevó otra vida y otra vida se apagó al entretanto
y vinieron hermosas costumbres y cambiaron las
viejas costumbres y otras costumbres y modales se cambiaron y
se levantaron templos prodigiosos y los templos prodigiosos se fueron y llegaron nuevos templos prodigiosos.
Y se levantaron los ídolos todos de metal noble y refulgente y dieron vuelta y otro rostro cubrió el rostro de ellos
y otra vuelta cambió este rostro por otro de otra forma
y el polvo hundió los ídolos y salieron flores del polvo y el desierto llegó a cantar un largo silencio
y las ciudades despertaron y se durmieron y se ocultaron y desaparecieron
y volvieron a nacer con sus comercios y sus tiendas y sus reyes y príncipes
y poetas y bellas mujeres y mártires y guerreros y sacerdotes y santos y maestros
y muchachos atarantados y viejos
y la luna estaba dando vueltas y se encendía toda y se adelgazaba y se hacía tenue
y se llenaba y se vaciaba de plata y volvía a llenarse y a subir tarde y tarde bajando tarde y tarde y noche y noche
y la tierra corría y corría y regresaba y corría y la tierra en la noche en la oscuridad dando su cara negra y rodando su cara deslumbrante y su azul ligero y su azul negro y sus nubes y aladas
y sus nubes estripotosas y deshechas con el mar que saltaba hacia su madre y saltaba desde el pecho de su madre
y con el viento que lloraba y cantaba como un niño y lloraba y cantaba como una mujer y lloraba y cantaba como un anciano y como un perro
y como un mar hasta que era otra vez viento y lloraba y cantaba
y la tierra iba loca y bella entre sus madres entre sus padres loca como una jovencita y loca como una mujer en una fiesta
y como un paso de baile y como una caída de flores y como un beso
iba y venía mientras las grandes redes de estrellas subían y aleteaban como insectos
desesperados de amor y como
chispas que volaban desde la raza áspera y como cabelleras solas y como fuego solo y como
oro raptado y oro yéndose y oro viniendo y oro jugando en todas partes y moscas plateadas y anillos perdidos y collares
y cuellos y rostros de mujeres exquisitamente desenvueltas y allí las noches
soltaban sus amarras y se aprisionaban y amaban la noche hembra y la noche viril
y el tiempo hembra y el tiempo varón y la vastedad toda y los círculos de vastedad
que iban y venían a sí mismo y de sí mismos alejándose y entregándose y frotándose
como dos hocicos de hembra y macho encelados, tigres, lobos en celo.
Y ha vuelto a llover y dime qué sol ha venido y qué canción has oído y que mariposa baja hasta la flor del patio
y duerme y
dame ese perfume que todo es un perfume y una esencia y una vaga brisa que llega y se mueve anda y desanda
y dime si adentro de ti no oyes tu corazón partir
y si de ti todo se ha ido y todo está por llegar y todo está en viaje y todo es nuevo y vuelve.
Adiós Salud Adiós.

Autor del poema: Ramón Palomares

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AUSENCIA

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nichos de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas;
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

Autor del poema: Jorge Luis Borges

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SOLO QUIERO

Yo no quiero su dinero
yo no quiero un gran regalo
yo solo quiero que usted me ame
¡como yo a usted lo amo!

Autor del poema: Anónimo

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¿A DÓNDE IREMOS?

¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:

Aquí nadie vivirá por siempre.
Aun los príncipes a morir vinieron,
Los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
Aquí nadie vivirá para siempre.

Autor del poema: Nezahualcóyotl

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