Poemas 

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Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!

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 TOP50 Usuarios TOP50 Yavendrás

NUESTRA SEÑORA LA LUNA

La luna vertía
Su color de lágrima.
Por una avenida
De espesas acacias,
Llegaba a la orilla
Del agua estancada
La desconocida
Pareja que hablaba
De días pasados.
Una historia maga
De citas y besos,
Una historia clara
De alegres sonrisas.
Los cisnes soñaban...
La luna vertía
Su color de lágrima.

Hasta la avenida
De espesas acacias,
Llegaba otra noche
La voz apagada
De otra pareja.
El interrogaba,
Ella respondía...
Era una lejana
Historia de amores
Ya casi borrada,
Una historia turbia
Que tenía clara
La angustia presente,
El interrogaba...
La luna vertía
Su color de lágrima.

Otra vez de luna
La avenida blanca
Estaba desierta.
No turbaba nada
El tedio infinito.
Ni la historia maga
De citas y besos,
Ni aquella lejana
Historia de amores
Ya casi borrada.
Estaba desierta
La avenida blanca.
La luna vertía
Su color de lágrima.

Autor del poema: Humberto Fierro

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EPÍSTOLA (LA FLAUTA DE ÓNIX)

Al señor don Ernesto de Noboa y Caamaño!
Límpido caballero de la más limpia hazaña
que en le Época de Oro fuera grande de España
y que en la inquietud loca de estos tiempos, huraño
tornóse, y en el campo cultiva su agrio esplín.
Hermano-poeta, esta vida de Quito,
estúpida y molesta, está hoy insoportable
con su militarismo idiota e inaguantable.
Figúrate que apenas da uno un paso, un “¡Alto!”
le sorprende y le llena de un torpe sobresalto
que viene a destruir un vuelo de Pegaso
que, como sabes, anda mal y de mal paso
cuando yo lo cabalgo, y que si alguna vez,
por influjo de alguna dama de blanca tez,
abre las alas líricas, le interrumpe el rumor
“municipal y espeso” de tanto guerreador.
Los militares son una sucia canalla
que vive sin honor y sin honor batalla.
Luego después las fieras de los acreedores
que andan por esas calles como estranguladores
envenenando nuestras vidas con malolientes
intrigas, jueces, leyes y miles de expedientes
y haciendo el cuotidiano horror más horroroso.
¿Qué fuera de nosotros sin la sed de lo hermoso
y lo bello y lo grande y lo noble? ¡Qué fuera
si no nos refugiáramos como en una barrera
inaccesible, en nuestras orgullosas capillas
hostiles a la sorda labor de las cuchillas!
Tú dijiste en momento de genial pesimismo:
“Vivir de lo pasado… oh sublime heroísmo!”

Autor del poema: Arturo Borja

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DURA MENOS UN HOMBRE QUE UNA VELA

Dura menos un hombre que una vela
pero la tierra prefiere su lumbre
para seguir el paso de los astros.
Dura menos que un árbol,
que una piedra,
se anochece ante el viento más leve,
con un soplo se apaga.
Dura menos un pájaro,
que un pez fuera del agua,
casi no tiene tiempo de nacer,
da unas vueltas al sol y se borra
entre las sombras de las horas
hasta que sus huesos en el polvo
se mezclan con el viento,
y sin embargo, cuando parte
siempre deja la tierra más clara.

Autor del poema: Eugenio Montejo

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HIMNO DEL MARIDO

Oh largo paso hacia la madurez, hacia la ardiente paz
que prepara la madera de María
corazón de cedro fragante!

Es el material vestido de domingo
asomado a tus dedos, es el olor de sándalo de tus manos
de palo,
el perfume de tus cuatro costados,

la habitación nueva de tu cuerpo alfombrado,
tu viga recién labrada,
tu palabra de rama recién cortada.

Ésta es la serena puerta del tiempo que se abre
ante tu rosa madura, tu frondosa presencia que alumbra
los lugares donde permanecerán los hijos,

el serrín de tu cuerpo taladrado
la tabla de una caja que se ensancha
tu destino en el fuego de la sangre.
¡Oh largo paso hacia el hogar de cenizas sagradas!
Entra, entra a las brasas que esperan en ardiente familia
tu tronco dorado.

Autor del poema: Joaquín Pasos

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A LOS POETAS BRASILEROS

Con una gran fanfarria de roncos olifantes,
con versos que imitasen un trote de elefantes
en una vasta selva de la India ecuatorial,
quisiera saludaros -hermanos en el duelo-
en las exploraciones por la tierra y el cielo,
en el martirologio de los circos del mal.

Mi Pegaso conoce los azules espacios.
Su cola es un cometa, sus ojos son topacios,
el rubio Apolo y Marte cabalgarían en él;
relinchará en los céspedes de vuestro bosque umbrío,
se abrevará en las aguas de vuestro sacro río,
y dormirá a la sombra de vuestro gran laurel!

Venir pude en la concha de Venus Citerea,
sobre el áspero lomo del león de Nemea,
en el ave de Júpiter o en un fiero dragón;
en la camella blanca de una reina de Oriente,
en el cuerpo ondulante de una alada serpiente,
a bordo de la lírica galera de Jasón.

O en la fornida espalda de un genio misterioso,
o envuelto en la vorágine de un viento proceloso,
o de una negra nube en el glacial capuz;
en la marea argentina de una luna de mayo,
asido del relámpago flamígero de un rayo,
o con los duendes gárrulos que juegan en la luz.

Mas en Pegaso vine desde remotos climas,
señor, príncipe, rey o emperador de rimas
sobre el confuso trueno del piélago febril:

¡Salve al coro de Anfiones de estas tierras fragantes!
¡A todos los orfeos del país de los diamantes!
¡A todos los que pulsan su lira en el Brasil!

Tal digo, hermanos míos en la prosapia ibérica.
Saludemos la gloria futura de la América,
que todas las espigas se junten en un haz.
Unamos nuestras liras y nuestros corazones,
que ha llegado el crepúsculo de las anunciaciones,
para que baje el ángel de la celeste paz!

Augurio de ese día se ve en el horizonte.
Hoy tres aves volaron desde un florido monte;
yo las miré perderse en el naciente albor:
un cóndor –que es el símbolo de la fuerza bravía–
un búho –que es el símbolo de la sabiduría–
y una paloma cándida –símbolo del amor–.

Dijo el Cóndor, gritando: la unión da la victoria,
el búho, en un silbido: el saber da la gloria,
la paloma, en su arrullo: el amor da la fe.
Yo –que escruto el enigma de nuestro gran destino–
ante el casual augurio del cielo matutino
siguiendo los tres pájaros en éxtasis quedé.

Pero Pegaso aguarda. Sobre su fuerte lomo
gallardamente salto en un instante, como
el Cid sobre Babieca. Me voy hacia el azur.
¿Acaso os interesa mi suerte misteriosa?
¡Buscadme en mi magnífico palacio de la Osa,
o en mi torre de oro, junto a la Cruz del Sur!

Autor del poema: Juan Ramón Molina

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EXISTE UN LENGUAJE

Existe un lenguaje
que va más allá de las palabras.

Autor del poema: Paulo Coelho

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LAS DOS RANAS

Tenían dos Ranas
Sus pastos vecinos,
Una en un estanque,
Otra en el camino.
Cierto día a ésta
Aquélla la dijo:
«¡Es creíble, amiga,
De tu mucho juicio,
Que vivas contenta
Entre los peligros,
Donde te amenazan,
Al paso preciso,
Los pies y las ruedas
Riesgos infinitos!
Deja tal vivienda;
Muda de destino;
Sigue mi dictamen
Y vente conmigo.»
En tono de mofa,
Haciendo mil mimos,
Respondió a su amiga:
«¡Excelente aviso!
¡A mí novedades!
Vaya, ¡qué delirio!
Eso sí que fuera
Darme el diablo ruido.
¡Yo dejar la casa
Que fue domicilio
De padres, abuelos
Y todos los míos,
Sin que haya memoria
De haber sucedido
La menor desgracia
Desde luengos siglos!»
«Allá te compongas;
Mas ten entendido
Que tal vez sucede
Lo que no se ha visto.»
Llegó una carreta
A este tiempo mismo,
Y a la triste Rana
Tortilla la hizo.

Por hombres de seso
Muchos hay tenidos,
Que a nuevas razones
Cierran los oídos.
Recibir consejos
Es un desvarío;
La rancia costumbre
Suele ser su libro.

Autor del poema: Félix María Samaniego

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METIOSE AMOR A BOTICARIO UN DÍA

Metiose Amor a boticario un día,
bella Orminta, y compuso una receta
para curar a un mísero poeta
que herido de sus flechas padecía.

Mezcló la leche, el néctar, la ambrosía,
la azucena, la rosa y la violeta;
el metal rubio del primer planeta,
el coral y las perlas que el mar cría.

Pero salió el remedio tan ardiente
como la misma fragua de Vulcano;
erró el traidor la dosis ciertamente;

sobre todo de sal cargó la mano;
enconose la herida de repente,
y no espero en mi vida verme sano.

Autor del poema: Tomás de Iriarte

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FRÍO (CUENTO BOHEMIO)

La tarde era triste,
la nieve caía,
su blanco sudario
los campos cubría;
ni un ave volaba,
ni oíase rumor.

Apenas la nieve
dejando su huella,
pasaba muy triste,
muy pálida y bella,
la niña que ha sido
del valle la flor.

Llevaba en el cinto
su pobre calzado;
su hermano pequeño
que marcha a su lado
le dice: -"No sienten
la nieve tus pies?"

"Mis pies nada sienten
responde con calma
"El frío que yo siento
lo llevo en el alma;
y el frío de la nieve
más duro no es".

Y dice el pequeño
que helado tirita:
-"¡Más frío que el de nieve!...
¿Cuál es, hermanita?
¡No hay otro que pueda
decirse mayor!...

-"Aquel que de muerte
las almas taladre;
aquel que en el alma
me puso mi madre
el día que a mi esposo
me unió sin amor".

Autor del poema: Manuel María Flores

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INTERMEZZO

La seda de tus lánguidas pestañas
a proteger tus ojos descendía,
ante la encantadora bicromía,
de las aristocráticas arañas.

Un solemne mutismo de campañas
al Vesper, nuestras almas invadía;
y, de súbito, habló la melodía
con un dulzor de pastoriles cañas…

Para escucharla, se detuvo el viento…
a la maga caricia de su acento,
vibró tu carne de escultura, viva;

la noche se durmió en tu cabellera
y, besando las lilas de tu ojera,
se perfumó una lágrima furtiva…

Autor del poema: Medardo Ángel Silva

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