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 TOP50 Usuarios TOP50 Yavendrás

LA CANCIÓN DEL PIRATA

(Cantado por el grupo Tierra Santa)

Con diez cañones por banda
Viento en popa a toda vela
No corta el mar si no vuela
Un velero bergantín

Bajel pirata que llaman
Por su brabura el temido
En todo el mar conocido
Del uno al otro confín

La luna en el mar riela
Y en la lona gime el viento
Y alza en blando movimiento
Olas de plata y azul

Y ve el capitán pirata
Cantando alegre en la popa
Asia a un lado, al otro Europa
Y allá a su frente Estambul

Navega velero mío
Sin temor que ni enemigo navío
Ni tormenta ni bonanza
Tu rumbo a torcer alcanza
Ni a sujetar tu valor

Veinte presas hemos hecho
A despecho del inglés
Y han rendido sus pendones
Cien naciones a mis pies

Que es mi barco mi tesoro
Que es mi dios mi libertad
Mi ley la fuerza y el viento
Mi única patria la mar

Allá muevan feroz guerras
Ciegos reyes, por un palmo más de tierra
Que yo tengo aquí por mío
Cuanto abarca el mar bravío

A quien nadie impuso leyes
Y no hay playa sea cualquiera
Ni bandera de esplendor
Que no sienta mi derecho
Y de pecho a mi valor

Que es mi barco mi tesoro
Que es mi dios mi libertad
Mi ley la fuerza y el viento
Mi única patria la mar

A la voz de barco viene
Es de ver como bira y se previene
A todo trapo escapar
Que yo soy el rey del mar

Y mi furia has de temer
En las presas yo divido
Lo cogido por igual
Solo quiero por riqueza
La belleza sin rival

Sentenciado estoy a muerte
Yo me rio, no me abandoné a la suerte
Y al mismo que me condena
Colgaré de alguna antena

Quizá de su propio navío
Y si caigo ¿qué es la vida?
Por perdida ya la dí
Cuando el yugo del esclavo
Como un bravo sacudí

Son mi música mejor
Aquilones el estrépito y temblor
De los cables sacudidos
Del negro mar los bramidos

Y el rugir de mis cañones
Y del trueno al son violento
Y del viento al rebramar
Yo me duermo sosegado
Arrullado por el mar

Que es mi barco mi tesoro
Que es mi dios mi libertad
Mi ley la fuerza y el viento
Mi única patria la mar

Autor del poema: José de Espronceda

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NO ENTRES DÓCILMENTE EN ESA BUENA NOCHE (incluido en la película Interstellar)

No entres dócilmente en esa buena noche,
Que al final del día debería la vejez arder y delirar;
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto,
Como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor,
No entran dócilmente en esa buena noche.

Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola
Por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares,
Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían,
No entran dócilmente en esa buena noche.

Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga
Ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y tú, padre mio, allá en tu cima triste,
Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego.
No entres dócilmente en esa buena noche.
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

Autor del poema: Dylan Thomas

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ERA UNA MAÑANA Y ABRIL SONREÍA

Era una mañana y abril sonreía.
Frente al horizonte dorado moría
la luna, muy blanca y opaca; tras ella,
cual tenue ligera quimera, corría
la nube que apenas enturbia una estrella.

Como sonreía la rosa mañana,
al sol del oriente abrí mi ventana;
y en mi triste alcoba penetró el oriente
en canto de alondras, en risa de fuente
y en suave perfume de flora temprana.
Fue una clara tarde de melancolía.
Abril sonreía. Yo abrí las ventanas
de mi casa al viento... El viento traía
perfumes de rosas, doblar de campanas...
Doblar de campanas lejanas, llorosas,
suave de rosas aromado aliento...
...¿Dónde están los huertos floridos de rosas?
¿Qué dicen las dulces campanas al viento?

Pregunté a la tarde de abril que moría:
—¿Al fin la alegría se acerca a mi casa?
La tarde de abril sonrió: —La alegría
pasó por tu puerta-y luego, sombría—:
Pasó por tu puerta. Dos veces no pasa.

Autor del poema: Antonio Machado

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SILENCIO DE ANGUSTIA

Tengo el desesperante silencio de la angustia
y el trino verde herido...
¿Por qué persiste el aire en no darme el sepulcro?
¿Por qué todas las músicas no se rompen
a un tiempo a recibir mi nombre?
-¡Ah, sí, mi nombre, que me vistió de niña
y que sabe el sollozo
que me enamora el alma!

Autor del poema: Julia de Burgos

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DÉCIMAS A DIOS (VII)

No te veo en las estrellas
ni te descubro en las rosas;
no estás en todas las cosas,
son invisibles tus huellas;
pero no, que aquí descuellas,
aquí, en la tortura mía,
en la estéril agonía
de conocer mi impotencia...
¡Allí nace tu presencia
y muere en mi mente fría!

Autor del poema: Pita Amor

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ELEGÍA A LUCIANO PARRONDO

(Que murió en la prisión de Burgos
a los veinte años de cautiverio)

Parrondo, amigo mío:
hace ya 20 años que te vi y te recuerdo
cantando sobre el filo de la muerte que huía.
Éramos arroyuelos, con el alma desnuda,
creciendo, en avenida.
No pesaban los muros:
hacia la mar seguían tu corazón y el mío,
ensanchando riberas,
con un alba en los ojos,
dejando a nuestro paso banderas y alegrías.
¡Qué juventud la tuya!
En tu cuerpo aterido por la muerte se mira
mi juventud perdida,
granada frente a todo...

Ay, Amigo:
mi corazón resiste; tu bandera ya es mía;
empaparé mis manos con tu sangre callada
y marcaré los astros con tu muerte y mi vida.
A veces creo que el mundo
tiene perdida el alma.
¿No escucha este cuchillo
que indiferente mina
nuestra espalda y nos hunde su filo hasta la muerte?
Mi corazón se obceca,
resiste todavía:
mas cuelga de su puerta tu ruiseñor callado
y vierte un llanto rojo donde tu luz se enfría.
¿Por qué no para el mundo este reloj sangriento?
¿No oye sus campanadas donde los hombres gritan?
Entre los poetas míos… Marcos Ana
Mi voz no puede alzarse,
le falta tu estatura.

No hay poeta que cante nuestra muerte infinita.
Hay hachazos tan duros que cortan la palabra.
En esta tierra nuestra ya todo se asesina.
Por el fuego sangrante de tu herida implacable
mi voz quema sus brazos
trepando hasta tus cimas.
Más no llega mi acento.
No hay lengua traspasada por el dolor que pueda
recompensar tu vida.
No hay voz para tu muerte
(quizá tu madre, acaso, llorando sea el poema,
que pide esta elegía).
Mas tu rostro insumiso
seguirá con nosotros.
Clamará en las campanas del corazón y un día
será tea en las cumbres del pensamiento indómito
muchacho azul, eterno laurel de la sonrisa.

No enterrarán tu nombre...
Arderá en mi palabra,
lo subiré a mis labios de la pena más viva,
escarbaré en el llanto
y hundido en sus raíces te subirá en sus hombros
mi voz al nuevo día.

Autor del poema: Marcos Ana

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A MI QUERIDA MADRE

Corre, oh, mi pequeño en los brazos de tu madre
Sufrimientos y languidez, pena, dolor amargo,
Para darte la vida, todo lo ha soportado
Y nueve meses en su seno tu madre te ha llevado
Cerca de su cuna, ¿no ha velado sin cesar
A ese tierno pequeño, el objeto de su ternura?
Separa con cuidado durante tu dulce sueño
El insecto que pudiera herir tu cuello bermellón

¡Qué gran fatiga ha soportado!
¡Qué de cuidados para su hijo en su primer año!
Después cultiva con esmero su espíritu
Le enseña la virtud, lo dirige, lo instruye.
Eso es lo que te ha hecho tu bondadosa madre.
Pruébale mi pequeño este reconocimiento
Que debe inspirarte a dar cuidados tan generosos
Que ese día entre todos le sea el más feliz.

Autor del poema: Julio Verne

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LO MALO

Lo malo
no está en que la vida promete cosas
que nunca nos dará;
lo malo
es que siempre las da
y deja de darlas.

Autor del poema: Juan Carlos Onetti

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ISLANDIA

Islandia y lo lejos que nos queda,
con sus brumas heladas y sus fiordos
donde se hablan dialectos de hielo.

Islandia tan próxima del polo,
purificada por las noches
en que amamantan las ballenas.

Islandia dibujada en mi cuaderno,
la ilusión y la pena (o viceversa).

¿Habrá algo más fatal que este deseo
de irme a Islandia y recitar sus sagas,
de recorrer sus nieblas?

Es este sol de mi país
que tanto quema
el que me hace soñar con sus inviernos.
Esta contradicción ecuatorial
de buscar una nieve
que preserve en el fondo su calor,
que no borre las hojas de los cedros.

Nunca iré a Islandia. Está muy lejos.
A muchos grados bajo cero.
Voy a plegar el mapa para acercala.
Voy a cubrir sus fiordos con bosques de palmeras.

Autor del poema: Eugenio Montejo

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ANGUSTIAS

(A mi esposo, ausente en Europa)

Torna a morir el sol. Así pasando
van de tu ausencia los terribles días,
en mi semblante pálido marcando
la huella de profundas agonías.

Torna a morir el sol. El hogar mío
de arpegios infantiles está lleno;
pero rueda del párpado sombrío
una rebelde lágrima a mi seno.

¡Podré, cuando regreses a mi lado,
rico de porvenir, rico de ciencia,
presentarte el tesoro inmaculado
de este grupo de amor y de inocencia?

¡Yo no lo sé! Cuando la muerte lanza
su aliento destructor sobre este suelo,
desfallece en mi pecho la esperanza
y me finge el terror mi hogar en duelo

Yo no he visto en los círculos de Dante
más terrible ansiedad, más cruel angustia;
se rinde el corazón agonizante,
y el alma siento desolada y mustia.

¡Y tú sufres también! También los brazos
extiendes a tu hogar con el deseo,
y luchas del deber entre los lazos,
cual otro encadenado Prometeo.

¿Por qué dejé que tan prolija ausencia
así emprendieras en momento aciago,
si me siento morir sin tu presencia,
si en todo miro aterrador amago?

¿Si miramos los dos, lentas y frías,
entre duda y afán pasar las horas,
sin que calmen futuras alegrías
las nubes del pesar abrumadoras?

Imposible vivir así, llevando
la angustia en el espíritu, la muerte;
imposible vivir agonizando,
sin luz el mundo y la existencia inerte.

¡Acaba, llega! ¡Que el hogar sin calma
es de mis penas intimas remedo;
que tiemblo por los hijos de mi alma;
que la vida sin ti me causa miedo!

Autor del poema: Salomé Ureña

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