51 Poemas románticos
DESNUDOS
Nacía, gris, la luna, y Beethoven lloraba,
bajo la mano blanca, en el piano de ella...
En la estancia sin luz, ella, mientras tocaba,
morena de la luna, era tres veces bella.
Teníamos los dos desangradas las flores
del corazón, y si acaso llorábamos sin vernos...
Cada nota encendía una herida de amores...
-...El dulce piano intentaba comprendernos.-
Por el balcón abierto a brumas estrelladas,
venía un viento triste de mundos invisibles...
Ella me preguntaba de cosas ignoradas
y yo le respondía de cosas imposibles...
A LA QUE ES DEMASIADO ALEGRE
Tu cabeza, tu gesto, tu aire
Como un bello paisaje, son bellos;
Juguetea en tu cara la risa
Cual fresco viento en claro cielo.
El triste paseante al que rozas
Se deslumbra por la lozanía
Que brota como un resplandor
De tus espaldas y tus brazos.
El restallante colorido
De que salpicas tus tocados
Hace pensar a los poetas
En un vivo ballet de flores.
Tus locos trajes son emblema
De tu espíritu abigarrado;
Loca que me has enloquecido,
Tanto como te odio te amo.
Frecuentemente en el jardín
Por donde arrastro mi atonía,
Como una ironía he sentido
Que el sol desgarraba mi pecho;
Y el verdor y la primavera
Tanto hirieron mi corazón,
Que castigué sobre una flor
La osadía de la Naturaleza.
Así, yo quisiera una noche,
Cuando la hora del placer llega,
Trepar sin ruido, como un cobarde,
A los tesoros que te adornan,
A fin de castigar tu carne,
De magullar tu seno absuelto
Y abrir a tu atónito flanco
Una larga y profunda herida.
Y, ¡vertiginosa dulzura!
A través de esos nuevos labios,
Más deslumbrantes y más bellos,
Mi veneno inocularte, hermana.
El robo
Enviado por elpoetamarginal Seguir
Si tuviera en mi poder una pistola
asaltaría tu corazón
y lo llevaría junto al mio
para ver si te enamoras de este panzon.
B. Chuquilin Suarez
UNOS CUERPOS SON COMO FLORES
Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre.
Pero el hombre se agita en todas direcciones,
sueña con libertades, compite con el viento,
hasta que un día la quemadura se borra,
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.
Yo, que no soy piedra, sino camino
que cruzan al pasar los pies desnudos,
muero de amor por todos ellos;
les doy mi cuerpo para que lo pisen,
aunque les lleve a una ambición o a una nube,
sin que ninguno comprenda
que ambiciones o nubes
no valen un amor que se entrega.
CANCIÓN DEL CORSARIO
En su fondo mi alma lleva un tierno secreto
solitario y perdido, que yace reposado;
mas a veces, mi pecho al tuyo respondiendo,
como antes vibra y tiembla de amor, desesperado.
Ardiendo en lenta llama, eterna pero oculta,
hay en su centro a modo de fúnebre velón,
pero su luz parece no haber brillado nunca:
ni alumbra ni combate mi negra situación.
¡No me olvides!... Si un día pasaras por mi tumba,
tu pensamiento un punto reclina en mí, perdido...
La pena que mi pecho no arrostrara, la única,
es pensar que en el tuyo pudiera hallar olvido.
escucha, locas, tímidas, mis últimas palabras
-la virtud a los muertos no niega ese favor-;
dame... cuanto pedí. Dedícame una lágrima,
¡la sola recompensa en pago de tu amor!...
Sirena pirata
Navegábamos rumbo a las Américas cuando la vi
y al verla; corrió dentro de mí una manada de caballos salvajes;
galoparon hasta la cumbre de mis ojos
brillando como faros en aquel mar.
Sus ojos reflejaban opaca atmósfera
naufragios de navíos.
Coronada cabellera perfumada
en su cabeza de princesa marina
colochos de madera de agar;
cabellos que atan pensamientos profundos y errantes.
Su piel era como la miel de ámbar
mezclada con jugos nutridos,
agua de coco, flores y racimos de planta verde;
fermentada con sal y arena y olor submarino de océanos ocultos.
Para cuando escuché su voz…
ya estaba siendo arrastrado al fondo del mar.
—Zánn Andrés
ENCUENTROS
Tibio yeso tus ojos tienden sobre
mi corazón en ruinas: rapidísima
reconstrucción de un templo a ti advocado.
NO TE VOY A DECIR
No te voy a decir
que quiero ser la arena
que tus pies desnudos acaricie,
ni los rayos del sol que bajen jubilosos
a dorar más aún
la fina miel que forma tu epidermis,
ni el agua que la abrace con su espuma
ni el viento que la bese
y agite sus cabellos.
Sólo quiero pedirte que no dejes
que el beso y la caricia
de la arena y las olas,
de la luz y del aire,
destruyan las huellas de los míos
ni mi recuerdo que te sigue
como muda presencia inevitable.
EROS
Escalo la montaña de tu pecho.
Tus manos son la suma del ardor.
Me pierdo por la fiebre de tus labios.
Nos estalla en los muslos un volcán.
Tu aroma de canela y yerbabuena.
Mi almizcle y mi naranja y mi jazmín.
Y tu olor de simiente desgranada,
y la arena anhelante de mi sed.
Las palabras son música infinita,
estremecido son de viento y mar,
puertas del abandono y la pasión.
No necesito verte: te dibujo
con mis dedos, mis labios y su sal.
Y paladeo el gusto de tu piel.
CÓMO NO SER ROMÁNTICO Y SIGLO XIX
Cómo no ser romántico y siglo XIX,
no me da pena,
cómo no ser Musset
viéndola esta tarde
tendida casi exangüe,
hablando desde lejos,
lejos de allá del fondo de ella misma,
de cosas leves, suaves, tristes.
Los shorts bien shorts
permiten ver sus detenidos muslos
casi poderosos,
pero su enferma blusa pulmonar
convaleciente
tanto como su cuello-fino-Modigliani,
tanto como su piel-margarita-trigo-claro,
Margarita de nuevo (así preciso),
en la chaise-longue ocasional tendida
ocasional junto al teléfono,
me devuelven un busto transparente
(Nada, no más un poco de cansancio).
Es sábado en la calle, pero en vano.
Ay, cómo amarla de manera
que no se me quebrara
de tan espuma tan soneto y madrigal,
me voy no quiero verla,
de tan Musset y siglo XIX
cómo no ser romántico.
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