Vuestros poemas 

A UNA MUJER SOLITARIA

Enviado por moal  Seguir

Tus ojos de pacífica tristeza
denotan una infancia abandonada
una pubertad desorientada
y una adolescencia de crudeza.
Sopor y rebeldía en la corteza.
Amor y prudencia agazapada
peldaños ascendiendo acelerada
y bajando de nuevo a la pereza.
Mas hoy gana tu anhelo de belleza
de acariciar el barro con las manos
dando forma a gráciles humanos
buscando dialogar con esculturas
contagiándoles ternura con cariño
como hace una madre con su niño.

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Tempestad Endógena

Enviado por yajfm0972  Seguir

Tempestad Endógena
Entre los resquicios del olvido,
leves imágenes aúllan.
Devienen del hedor concéntrico de la ausencia.
Sobre el tejado arde la beligerante cúpula de óleos cerúleos.
Hectáreas acuosas de intriga.
Canaleta hecha mar de aguaceros polícromos.
Navegan carabelas bucaneras en formol que aún desangran.
Es la tarde humedeciendo el solícito seto de lo profano.
Fulgura el perdernal destellando lumbre,
como queriendo opacar el frío del ahora,
en este nosocomio de mi alama envuelta en presagios

de cada perenne minuto del desasosiego.
Goteras, como limosnas llenan los aposentos
ataviados de congojas intentando enarbolar la estructura dorsal
del abandono.
Marco mi número telefónico sin éxito:
dualidad entre el desamor propio,
y la improbidad de un retorno emanado
por las axilas de la angustia.
Maldita sea, aún persisten las insurrectas larvas
alcoholizadas de plenitud atándonos al pretérito.
Ni las llamaradas heladas de las errancias del tiempo,
vencen en nuestros sótanos internos, al dinosaurio del temporal omnisciente.
¿Por qué callan todos, si fui engendrado por la histeria?

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Desde un punto de vista

Enviado por benji  Seguir

Envuelta en una membrana
la inocencia se gesta,
el llanto anuncia la existencia
frente a lo desconocido.

En el paso del raudo tiempo
la candidez se ausenta,
llega la adolescencia
y ésta se descantíllale.

Con el sello de la adultez
asume las consecuencias
y con actitud proactiva
recorre los turbios caminos.

La vejez ¡oh la vejez!
cansada de tantos tropiezos
vive la vida a su manera
hasta que se agote su energía.

Cuando le llega la parca
sus cenizas son esparcidas
y el espíritu vuela
hacia nuevos confines.

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Insomnio

Enviado por zann  Seguir

Insomnio


Por la noche se abren mis ojos
como esferas de otro mundo
—un mundo inexorable e infinito—
deambula mi mirada por las calles flacas
se atraviesa con ancianos polvorientos.
Pequeños Stradivarius.
Ojos sin párpados.
Papel que rechina al contacto con el carbón.
Pasos acústicos que se acrecientan en el piso
y horas que no caen en la arena.
Tenores sonámbulos cantan una canción remota y generacional
mientras devora la noche los huesos del día.

—Zánn Andrés

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Ansiedad

Enviado por zann  Seguir

Ansiedad


Asfixia en la noche con sus brazos gigantes
con su voz indecible, fría y lugubre
—susurra al oído palabras sinuosas—
se posa, es una montaña en el pecho del alma.
Ansiedad, insecto de grandes mentiras. 

—Zánn Andrés

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Insisto

Enviado por danteverne  Seguir

Insisto con la música oculta tras el brillo
de distantes palabras,
porque en el silencio,
hasta un susurro puede parecer un grito.
Esta constante impaciencia que a veces domino
y a veces me domina
alienta al orgullo
a matar la cobardía del insolente latido
que aún vive sin permiso
en un “todavía”,
porque aún sé decir te quiero
aunque abrace el aire de una mentira
o la sombra de un recuerdo.
No puede lastimarme ya el olvido
porque ha quedado lejos.
Ignoro la cortesía que no siente alegría
y me arrodillo ante el sueño
que teje en sí mismo
el camino de mi vida.
Se agota la saliva en la lengua
pero aguanta la idea en el seno
del papel que le vio nacer
como un nuevo día.
Sabe que aquí siempre tendrá un amigo
a pesar de las balas de silencio,
a pesar de la sangre engañada,
a pesar de las débiles manos
que arrancaron una rosa al desierto.

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Sirena pirata

Enviado por zann  Seguir


Navegábamos rumbo a las Américas cuando la vi
y al verla; corrió dentro de mí una manada de caballos salvajes;
galoparon hasta la cumbre de mis ojos
brillando como faros en aquel mar.

Sus ojos reflejaban opaca atmósfera
naufragios de navíos.
Coronada cabellera perfumada
en su cabeza de princesa marina
colochos de madera de agar;
cabellos que atan pensamientos profundos y errantes.

Su piel era como la miel de ámbar
mezclada con jugos nutridos,
agua de coco, flores y racimos de planta verde;
fermentada con sal y arena y olor submarino de océanos ocultos.
Para cuando escuché su voz…
ya estaba siendo arrastrado al fondo del mar.


—Zánn Andrés

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Mirdas

Enviado por zann  Seguir

Te vi a través del ojo de una aguja
y fue entonces que remendé tu corazón.

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Querrías

Enviado por veronica_mitad  Seguir

Lo prohibido me cautiva
Me despierta, me enciende
Al verte siento un escalofrío, qué recorre cada parte de mi cuerpo.
Imagino todo lo que podría hacerte, no debería, imagino todo lo que deberías hacerme pero no querrías
Le suplico a la tentación por tu atención
Podría volverme tu arlequín, no me molestaría servirte, no me molestaría ser tuya, pero no debería, no querrías
Enrosca mi cuello en tus manos cual serpiente y mis muslos en tus caderas aferrados cual candado.
Sal de mi mente, estás jugando conmigo? O solo estoy soñando?  No debería pero,
Tu querrías?

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Rompiendo

Enviado por moal  Seguir

AMABILIDAD E IRA.
A dónde vas tan rápida, mujer.
Por qué no te detienes y respiras
Párate un poco, que alrededor de ti
Hay mucha gente que igual te necesita
Las flores que arrancaste y que adornaron
La blanca palidez de tus mejillas
Hoy yacen secándose humilladas
Al borde de caminos esparcidas
A dónde van tus pasos presurosos
A dónde, di, tan firmes se encaminan
¿No acabarán llevándote al olvido
Donde toda felicidad se vuelve ruina?
¡Para, mujer!, contempla el cielo y las estrellas
Detén tu marcha, desecha toda prisa
Reparte ese tesoro de ternura
Busca la mano que siempre te acaricia
Abrázate a su cuerpo tan cansado
Y roza sus húmedas mejillas
¿De qué te sirve, si no, la gran fortuna
Que vale para él tu poesía?

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