Vuestros poemas
Insomnio
Insomnio
Por la noche se abren mis ojos
como esferas de otro mundo
—un mundo inexorable e infinito—
deambula mi mirada por las calles flacas
se atraviesa con ancianos polvorientos.
Pequeños Stradivarius.
Ojos sin párpados.
Papel que rechina al contacto con el carbón.
Pasos acústicos que se acrecientan en el piso
y horas que no caen en la arena.
Tenores sonámbulos cantan una canción remota y generacional
mientras devora la noche los huesos del día.
—Zánn Andrés
Insisto
Enviado por danteverne Seguir
Insisto con la música oculta tras el brillo
de distantes palabras,
porque en el silencio,
hasta un susurro puede parecer un grito.
Esta constante impaciencia que a veces domino
y a veces me domina
alienta al orgullo
a matar la cobardía del insolente latido
que aún vive sin permiso
en un “todavía”,
porque aún sé decir te quiero
aunque abrace el aire de una mentira
o la sombra de un recuerdo.
No puede lastimarme ya el olvido
porque ha quedado lejos.
Ignoro la cortesía que no siente alegría
y me arrodillo ante el sueño
que teje en sí mismo
el camino de mi vida.
Se agota la saliva en la lengua
pero aguanta la idea en el seno
del papel que le vio nacer
como un nuevo día.
Sabe que aquí siempre tendrá un amigo
a pesar de las balas de silencio,
a pesar de la sangre engañada,
a pesar de las débiles manos
que arrancaron una rosa al desierto.
Sirena pirata
Navegábamos rumbo a las Américas cuando la vi
y al verla; corrió dentro de mí una manada de caballos salvajes;
galoparon hasta la cumbre de mis ojos
brillando como faros en aquel mar.
Sus ojos reflejaban opaca atmósfera
naufragios de navíos.
Coronada cabellera perfumada
en su cabeza de princesa marina
colochos de madera de agar;
cabellos que atan pensamientos profundos y errantes.
Su piel era como la miel de ámbar
mezclada con jugos nutridos,
agua de coco, flores y racimos de planta verde;
fermentada con sal y arena y olor submarino de océanos ocultos.
Para cuando escuché su voz…
ya estaba siendo arrastrado al fondo del mar.
—Zánn Andrés
Querrías
Enviado por veronica_mitad Seguir
Lo prohibido me cautiva
Me despierta, me enciende
Al verte siento un escalofrío, qué recorre cada parte de mi cuerpo.
Imagino todo lo que podría hacerte, no debería, imagino todo lo que deberías hacerme pero no querrías
Le suplico a la tentación por tu atención
Podría volverme tu arlequín, no me molestaría servirte, no me molestaría ser tuya, pero no debería, no querrías
Enrosca mi cuello en tus manos cual serpiente y mis muslos en tus caderas aferrados cual candado.
Sal de mi mente, estás jugando conmigo? O solo estoy soñando? No debería pero,
Tu querrías?
Rompiendo
AMABILIDAD E IRA.
A dónde vas tan rápida, mujer.
Por qué no te detienes y respiras
Párate un poco, que alrededor de ti
Hay mucha gente que igual te necesita
Las flores que arrancaste y que adornaron
La blanca palidez de tus mejillas
Hoy yacen secándose humilladas
Al borde de caminos esparcidas
A dónde van tus pasos presurosos
A dónde, di, tan firmes se encaminan
¿No acabarán llevándote al olvido
Donde toda felicidad se vuelve ruina?
¡Para, mujer!, contempla el cielo y las estrellas
Detén tu marcha, desecha toda prisa
Reparte ese tesoro de ternura
Busca la mano que siempre te acaricia
Abrázate a su cuerpo tan cansado
Y roza sus húmedas mejillas
¿De qué te sirve, si no, la gran fortuna
Que vale para él tu poesía?
Eres tan joven y bella...
Eres tan joven y bella
que al amor pido permiso para desnudarte en la algaraza
del jardín junto a los mirtos
y como último rastro de nosotros
ver llegar el día y su nobleza.
AQUELLA NOCHE...
Aquella noche en las escaleras
de un viejo edificio
nos dimos el verdadero amor
juramos una casa a la orilla del mar
y planeamos algunos cuantos hijos
apretando nuestras manos
prometimos no violencia
tardes de libros y fútbol
y
ahora que lo recuerdo
la ausencia me hace quererte más.
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