51 Poemas de flores
VI
Fatigada del baile,
encendido el color, breve el aliento,
apoyada en mi brazo
del salón se detuvo en un extremo.
Entre la leve gasa
que levantaba el palpitante seno,
una flor se mecía
en compasado y dulce movimiento.
Como en cuna de nácar
que empuja el mar y que acaricia el céfiro,
tal vez allí dormía
al soplo de sus labios entreabiertos.
¡Oh! ¡quién así, pensaba,
dejar pudiera deslizarse el tiempo!
¡Oh! si las flores duermen,
¡qué dulcísimo sueño!
ALMA LIBRE CON ESPERANZAS ESCUCHA SUEÑOS...
Alma libre con esperanzas, escucha sueños, escucha esperanza, escucha amor.
La primera voz, el primer contacto, quien jura amor de por vida.
Alimenta, cuida, por un tiempo por un instante.
Que pasó?, ¿que pasó con eso?, ¿No debía seguir así la historia?.
¿Por qué nadie dijo nada?,¿Que es que acaso no importa?.
A lo lejos, viene un señor, no tiene buena pinta, no importa no hay opción.
Destruye a su paso, daña, el ni siquiera Se Da cuenta que la Muerte está atrás de el, esperándolo a que termine.
Me toma,¿que pasa? ¿Impulso de locura? ¿Amargura?.
El agua me quema, y el fuego se une a mi.
Este dolor no se puede dejar así.
Ya no puedo, ayer intente lo Mismo que anteayer y así a sido desde ese día.
Un sol se hacerca a mi, me alimenta y me acaricia, pero eso no restaura el Color que tenía. Como algo tan hermoso puede ser de repente tan espantoso.
Escucho una nota, susurra futuro, pero ya no confiaré mas, parece tentador pero ya no tengo nada que dar.
Espero que hoy si lo logre, 3 en punto, el sol no quiere saber, la luna observa callada.
¿Que será la única opción?, simplemente siento una acaricia antes de que todo sea gris y regrese a ese mundo de color.
ALGÚN DÍA IRÉ A LA MORADA...
Algún día iré a la morada de los descarnados.
Alguna vez, algún día iré.
Pronto partiré hacia el lugar
donde grita el Águila Caudal,
en donde el Tigre nos incita
al combate;
pero ahora, Flor de Carne,
entrégame tu vientre
de luces sin retorno
y embriágame con tu licor florido
entre el ardor y el fuego;
porque la Señora del Amor
nos protege con el manto
de sus flores
embriagantes
entre el aliento blanco y perfumado
del Copal.
JARDÍN
¿Qué interroga
el girasol más alto sobre
las rosas?
¡Mudo
espanto del jazmín! Las ampulosas
dalias retuercen su violenta
envidia. Una begonia
extiende al sol la palma verde
de su mano. Viva, ojerosa
flor: el pensamiento.
Pero tú cortas
un clavel.
Los alhelíes
recobraron su aroma.
HUELE A SANGRE MEZCLADA CON ESPLIEGO...
Huele a sangre mezclada con espliego,
Venida entre un olor de resplandores.
A sangre huelen las quemadas flores
Y a súbito ciprés de sangre el fuego.
Del aire baja un repentino riego
De astro y sangre resueltos en olores,
Y un tornado de aromas y colores
Al mundo deja por la sangre ciego.
Fría y enferma y sin dormir y aullando,
Desatada la fiebre va saltando,
Como un temblor, por las terrazas solas.
Coagulada la luna en la cornisa,
Mira la adolescente sin camisa
Poblársele las ingles de amapolas.
ORQUÍDEAS
Se inclinan sobre el sendero,
bocas de serpiente,
balanceándose cerca de tu rostro,
creciendo, suaves y engañosas,
flexibles y húmedas, delicadas
como lengua de un pájaro joven;
sus labios vellosos palpitantes
se mueven con lentitud,
aspirando el aire cálido.
Y de noche,
cuando la luna desfallece entre enjalbegados vidrios,
y el calor desciende,
entonces el almizclado perfume se hace más intenso,
goteando desde sus musgosas cunas.
¡Tantos voraces recién nacidos!
muelles dedos luminiscentes,
labios ni muertos ni vivos,
sueltas bocas espectrales
que respiran.
LOS PIES
Milagros de cristal, ciegos delirios
en rubios mares de fervor mojados,
rocíos de la aurora coagulados
en párpados de luz, silentes irios.
Broches del cielo, presurosos lirios
donde acaban dos ríos nacarados;
de plumas y de pétalos candados
para cerrar caricias y martirios.
Sellos blancos que firman tu figura,
llaves rosadas, rúbricas de albura:
¡oh dos recuerdos de ala disecados!
Aquí están, versos míos, rosas tuyas,
para siempre tenerte y que no huyas,
por la misma esperanza atenazados.
VACIADERO DE FLORES
Cañas brillantes como escorias,
tallos como babosas,
enteras camadas de flores arrojadas en montón,
claveles, verbenas, cosmos,
abono, malezas, hojas muertas,
raíces desventradas,
con venas descoloridas
entrelazadas como finos cabellos,
cada masa con la forma de un tiesto,
todo fláccido
salvo un tulipán en la cumbre,
una cabeza jactanciosa
sobre lo agonizante, lo recién muerto.
NIÑO SOBRE EL TECHO DE UN INVERNÁCULO
¡El viento hinchando los fondillos de mis pantalones,
mis pies haciendo crujir astillas de vidrio y masilla seca,
los crisantemos a medio crecer mirando hacia arriba como acusadores,
a través del vidrio estriado, fulgurando al sol,
unas pocas nubes blancas agolpándose hacia el este,
una hilera de olmos embistiendo y corcoveando como caballos,
y todos, todos señalando hacia arriba y gritando!
ACACIAS
Estremecidas como naves
acacias emergidas de un paisaje antiguo
y no obstante batidas en su fuego
bajo la negra luz de atardecida
yo miro yo asisto
a este mínimo esplendor tan denso
yo palpo
la intermitencia de las arboladuras
su fuego girante delirante
enmarcadas en un éxtasis grave
como desposeídas lanzadas al abismo
así de grande
en un follaje poblado de sombras agitadas
las miro
frente a la piedad de mis ojos
bajo los huracanes de la Noche.
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