55 Poemas a la madre
Mi mamita
Me mantiene vivo tu amor
Abro los ojos por ti
Camino porque me acompañas
Asi opera tu amor en mi.
Soy un inutil si me faltas
me cambias hasta la ropa
eliges el color que quiero
Si tomo toda la sopa
Hoy cumplo 30 y ya vez
Ya no soy tu chiquitito
Mamá dejame crecer!!!
Quiero ir al baño solito!!!
J.R
A MI MADRE
Hace tiempo que triste, sollozando,
La inquieta vida con afán devoro;
Hace tiempo que vivo suspirando,
Y que doliente, cuando canto, lloro.
Distantes ya mis esperanzas bellas
No le mandan al alma sus fulgores;
Ya en mi oscuro horizonte no hay estrellas,
Y en mi triste camino ya no hay flores.
Pensando siempre en la ilusión perdida
Perpetuo afán dentro del alma siento;
Ya me abruma el cansancio de la vida
No tengo ya ni de llorar aliento.
Pero hoy pensando en tu cariño amante
De la suerte desprecio los enojos,
Para ver á lo menos un instante
Brillar la dicha en tus cansados ojos.
Yo sé que tu alma la esperanza siente
Escuchando mis vagas armonías,
Y tus penas aduerme dulcemente
El flébil son de las canciones mías.
Con un dulce y amante sentimiento,
Conmovido levanto mis cantares;
Porque quiero que goces un momento,
Porque quiero que olvides tus pesares.
¡Oh! si pudiera yo de tu camino
Apartar para siempre los dolores,
Y hacer que un astro de esplendor divino
Tu existencia llenara de colores;
¡Con cuánta dicha en apacible calma,
Convirtiera tus horas de quebranto! . . .
Pero solo con lágrimas del alma
Pagarte puedo tu cariño santo.
En vano siempre sin cesar aspiro
A llenar tu existencia de alegría;
Pues siempre triste suspirar te miro
Sin poder evitarlo, madre mía.
Desde el instante que la luz del cielo
Mis ojos vieron por la vez primera,
Huyó la dicha en agitado vuelo
Y la tristeza fue tu compañera.
Siempre ha sido mi dicha tu ventura;
Siempre he sido tu espíritu y tu aliento;
Tu existencia he llenado de amargura;
Mas tu amor no ha cambiado ni un momento.
Tu amor es puro cual lo son las flores;
Que el amor de una madre, siempre toma
De la luz de los cielos sus colores,
Del mismo Dios su celestial aroma.
Aún recuerdo con gratos embelesos
Las dulces horas de la dulce infancia,
Y aún parece que bebo de tus besos
La dulce miel y la inmortal fragancia.
Yo recuerdo que triste me veías,
Al darme abrazos con ternura inquieta,
¡Tal vez entonces contemplar creías
Mi corona de mártir y poeta!
Después, la infausta juventud graciosa
Vi llegar con su séquito de amores,
Derramando en mi vida cariñosa
Su placer, y sus risas, y sus flores.
Corrí al mirarla por su amor llevado
En su seno buscando la alegría,
Y desde entonces ¡ay! nunca he dejado
De llorar un instante, madre mía.
En su lucha perpetua las pasiones
Me llenaron de angustia hora tras hora;
Y agostando mis bellas ilusiones
Llegó la tempestad desoladora.
Huyó de entonces el reposo blando,
La dulce dicha me negó su abrigo,
Se alejó mi esperanza suspirando
Y el tedio vino á caminar conmigo.
Del amor anhelando la ventura,
Ceñirme quise las brillantes galas;
Pero ingrato esquivando mi ternura
Cobijarme no quiso con sus alas.
En vano siempre desolado y triste,
De entonces ¡ay! mi corazón suspira:
El amor en la tierra ya no existe,
Su esperanza y su gloria son mentira
Luchando en vano con la suerte varia
Viví soñando en esperanzas locas,
Como el ave que gime solitaria
En las áridas cumbres de las rocas.
Cuando en triste y amargo desaliento,
Morir mirando la esperanza mía
Exhalaba mi lúgubre lamento,
Sólo el viento á mis ayes respondía.
Mis dolores entonces tú miraste,
Me viste el corazón hecho pedazos,
Y con triste sonrisa me llevaste
A llorar mis pesares en tus brazos.
Nunca tuve un amargo sufrimiento
Ni lloré de la suerte los enojos,
Que no oyera en tus labios un lamento,
Que no viera una lágrima en tus ojos.
Cuando un funesto y desgraciado día,
Cansada ya de padecer el alma,
Partir ansiosa de su hogar quería
En otras playas á buscar la calma;
Contemplando mi lóbrega existencia
Y mis penas mirando tristemente,
Más bien quisiste lamentar mi ausencia
Que verme padecer eternamente.
Al ver mi afán y mi profundo duelo,
Perder quisiste tu feliz reposo,
Llorar quisiste sin hallar consuelo
Por mirarme un instante venturoso.
Y yo entre tanto que por mí llorabas
He vivido soñando un imposible;
Mientras tú mis pesares lamentabas
He vivido mirándote insensible.
No me culpes empero, madre mía,
Que al cruzar presuroso mi camino
Tu pesar aumentando, yo cumplía
Los caprichos del bárbaro destino.
Nunca pienses que olvido tus dolores,
Jamás ¡oh madre! que te olvide esperes;
Daré mi vida porque tú no llores,
Pues yo te quiero como tú me quieres.
Y aunque el hado insensible á mi agonía
De ti me aparte con furor violento,
Donde quiera que me halle, madre mía.
Tendrá una nota para ti mi acento.
Suspiraré por ti perpetuamente
Mientras me dé su luz la vida inquieta,
Y dejaré al morir, sobre tu frente,
Mi corona de mártir y poeta.
PARIÓ HIJOS DEL CAPRICHO Y OCULTÓ...
Parió hijos del capricho
y ocultó su desdicha,
tras un amor desmedido
los protegió contenida.
Cargo en su lomo la carga,
despreciando su vida.
Para librar a los suyos,
a ella misma de su ira.
Madrecita
Enviado por ace135cube Seguir
Perdon por Estar lejos de Usted tanto tiempo Perdón por Escojer Este camino Perdón Por No Celebrar Su cumpleaños Junto Contigo Perdón Por Hacerte Visitarme En una carcel Con Tal De no dejarme Le agradezco Mucho A Dios Por Tenerte como madre Usted es Una guerrera Que Lucha Por lo que quiere Espero Algun dia Poder Recompensarle Todo Lo que debo Aunque pague con mi vida Creeme que lo haria .
madre
Enviado por papanuelcaca Seguir
MI MADRE
Tus ojos son como la luna
tus labios como una fresa
quien es esa linda belleza
que se esconde tras esa puerta
es mi mama la princesa
Tú me has dado todo
y ahora déjame escribir
este poema recitado
solo para ti
Tu hueles a rosas
como lindas mariposas
eres mi sandia
quiero estar contigo todo el día
para la tarea xdxd
¿Ves,Madre?
¿VES,MADRE?
¿Ves, madre?
el suave vuelo de las hojas al caer en este Otoño
describen su danza sin saber dónde se caerán envueltas en el aire frío de la tarde que declina hacía el ocaso.
Se posan el la tierra,que las recibirá para alimentar aquellas hojas nuevas que nacerán en la próxima primavera,para continuar el esplendor de la vida que brotará por todas partes,y hará sonreír el corazón.
¿Ves,madre?
Los pajaritos que beben en los charcos que la lluvia dejó en esta madrugada;revolotean juguetones y llenos de vida surcando el aire,lanzando sus canturreos a través de la húmeda mañana.
No son los mismos pájaros de ayer,¡madre! ni serán los de mañana,pero el alegre piar en sus vuelos juguetones...son eternos como la luz de amanecer que llega a mis ojos,como llegaron a los tuyos en días pasados.
¿Ves,madre?
La paz de una noche estrellada,las ensoñaciones en el alma,que vuela entre los luceros lejanos.El silencio de la madrugada.Los recuerdos acuden en tropel acariciándome el corazón.
Muchas vidas,¡madre! pasaron,y las estrellas siguen girando en la madrugada esperando la luz del amanecer.Permanecen eternas...como el amor a los que nos amaron y guiaron nuestros pasos por la vida.
¿Ves,madre?
Como caen las hojas en el calendario,y vienen días alegres,días tristes,mientras vemos a nuestros hijos crecer,ilusionándose con cosas nuevas enfrentándose al camino viejo y nuevo de la vida por vivir con las esperanzas del mañana.
Todo es viejo ¡madre! pero vuelve a comenzar como hojas nuevas en la primavera del corazón y los sentimientos.
¿Ves,madre?
Como la tristeza a veces llega al corazón sin poderlo remediar,aunque mañana la vida nos vuelva a sonreír y la luz inunde el corazón de esperanza y la sonrisa se instale en nuestro rostro.
¡perdóname madre! sé que me regañarías,pero hoy al sentarme y pensar estas cosas,un trocito de mi alma llora...
¿Ves,Madre?
hoy...¡te estoy echando de menos!
Yedra
NO TUVISTE TIEMPO !NO TUVISTE TIEMPO¡...
NO TUVISTE TIEMPO
!No tuviste tiempo¡
De contemplar el anochecer con sosiego en el alma,y escuchar el canto de los pájaros en el desperezar del nuevo día.
!No tuviste tiempo¡
De escuchar una melodía en la distancia,en
un anochecer soñoliento,y sentir discurrir las notas de la canción por los entresijos del corazón adormecido.
!No tuviste tiempo¡
De mirar hacia lo alto,y que las estrellas se reflejaran en tus ojos.
Ni de contemplar la luz de la Luna que se perdía por los tejados de aquella vieja casa,sin iluminar tu alma dolorida.
!No tuviste tiempo¡
De que la brisa acariciara tu frente,sosegara tu corazón,y te envolviera con su dulce aliento para aliviar el agobio de tus días.
!No tuviste tiempo¡
De sentir las horas discurrir por tus venas,con alegría.
De contar los minutos que cruzan tu tiempo con algunas sonrisas en tu rostro,que aliviaran el peso sobre tus hombros.
!Si tuviste tiempo¡
Para olvidarte de ti misma.
Para olvidar las estrellas que estaban sobre ti...por otras estrellas que alumbraban otros ojos.
!Si tuviste tiempo¡
Para dejar trascurrir hora tras hora con tu arduo trabajo,para que a tus hijos no le faltara qué ponerse y qué llevarse a la boca.
!Y no podías pararte a contemplar las estrellas sobre ti¡
!Si tuviste tiempo¡
De ver pasar los años sobre aquellos que contenían tus desvelos,tus sudores,y tus ilusiones infinitas...ilusiones de Madre.
!Por eso hoy madre¡
Con tu cuerpo abatido por el tiempo.
Con tu ser cansado de los años,de la lucha tenaz por los tuyos;con esas estrellas que pasaron sobre ti si poder aferrarlas,sin la brisa que hubiera aliviado tu carga de vida dura y sacrificada.
En esta tarde que la brisa me trae estos recuerdos,hoy madre...
Un lejano lucero
del inmenso cielo
quisiera ofrecerte
!pero algo mejor tengo¡
que es la vida que tú me diste
para poder...QUERERTE
AUTOR YEDRA
LAS HOJAS SECAS (A MI MADRE)
Dicen que todo al fin se desvanece,
Todo pasa, se olvida, pierde y borra.
Yo no soy infeliz, mas vivo triste,
Y un torcedor arrastro en mi memoria.
Un templo, un bosque, un ave que pasando
Cruza en el viento descarriada y sola,
Prensan mi corazón, y a mis pupilas
Solitaria una lágrima se asoma.
Pláceme ver un claro riachuelo
Lamer su orilla con azules ondas,
Y al resplandor del trémulo sepulcro
Sentir la fuente murmurar sonora.
Pláceme ver, tras el opuesto monte,
Hundir al sol su faz esplendorosa,
Y despedirle desde el hondo valle
Al compás de las aguas y las hojas.
Y pláceme en paseos solitarios,
En dulces sueños delirando sombras,
Perderme en la floresta sin camino
Ideando quiméricas historias.
La mía es triste, cansa y no interesa;
Sin aventuras intrincadas, corta;
Es una historia solamente mía,
Como otras muchas que a la vez se ignoran.
Es la historia de un sueño fatigoso,
En que nada sucede, nada importa;
No se comprende, pero no se olvida,
Y sus vagos recuerdos nos acosan.
Yo la recuerdo con vergüenza siempre,
Temo profundizarla, y sus memorias,
Como gotas de mágico veneno,
Caen en mi corazón una tras otra.
¿Qué os hicísteis, dulcísimos instantes
De mi infancia gentil? ¿Dó están ahora
Los labios de coral que me colmaron
De blandos besos que mis ojos lloran?
¿Dó está la mano amiga que trenzaba
Las hebras mil de mi melena blonda,
Tejiéndome coronas en la frente
De azucenas silvestres y amapolas?
Era ¡ay de mí! mi madre; alegre entonces,
Tranquila, amante, como el alba hermosa;
Jamás me ha parecido otra hermosura
Tan digna de vivir en mi memoria.
Apartaos, impúdicas quimeras;
Más os detesto cuanto más vosotras
Tenaces me seguís; ya no sois nada,
Cesó el festín, rompiéronse las copas.
Ella es mi madre; sus ardientes besos
Con vuestra vil presencia se inficionan;
Idos en paz, que el llanto de sus ojos,
Del alma impura vuestra imagen borra.
¡Madre, te encuentro llorando!
¡Ah! ¡No atiendes a mis voces!
Mírame, ¿no me conoces?
¿Tan mudado, madre, estoy?
¿Tan pronto borrar pudieron
Mi rostro las desventuras?
¡Bebí tantas amarguras!…
Pero al fin, madre, yo soy.
¡Cuán trémula está tu mano!
Tu corazón, ¡cuán opreso!
Madre, ¿no tienes un beso
Ni una queja para mí?
¡Lloras! Beberé tu llanto…
Mas abrasan tus mejillas…
Heme, madre, de rodillas
Avergonzado ante ti.
Apartas de mí los ojos;
Sufres viéndome, lo veo;
Mas estoy como está el reo,
Humillado ante su Dios.
Tornadme el rostro, señora,
Y aunque lo tornéis severo,
Aunque sea el favor postrero
Porque me ausente de vos.
Lo sé: receláis acaso
Que vendí vuestro cariño
Por el impúdico aliño
De otro amor más terrenal.
Este color de mi frente
Tal vez os parece impuro…
¡Oh, Madre mía, os lo juro:
Me habéis comprendido mal!
Soñé, y me desvanecieron
Mis fatales ilusiones;
Sentí mis locas pasiones
Dentro de mi pecho arder.
La tempestad era horrible,
La noche lóbrega, densa,
La mar tormentosa, inmensa,
Mi barca débil ¿Qué hacer?
Lanzado al mar sin aviso,
Dejéme llevar del viento;
Sacóme el mar turbulento
A otra playa de ilusión;
Yo a lo lejos la miraba:
Y era una tierra tan bella,
Que el pasar, madre, por ella,
Fue terrible tentación.
Bebí el agua de sus fuentes,
Gocé el aura de sus flores;
Embriagado en sus amores,
En sus bosques me adormí;
Allí, el placer me esperaba;
Vos, en la opuesta ribera……
Horrible tentación era,
Mas luché, madre, y vencí.
Tal vez en mi sien soñaba
Glorioso laurel naciente;
Yo lo arranqué de mi frente;
Pensaba en vos, y le hollé.
Allí quedó entre la arena,
Y, al lanzarle, dije: -Crece,
Que si mi sien te merece,
Más ansioso volverá.
En vano mis ilusiones
Me acosaron tumultuosas;
A las ondas procelosas
Me arrojó audaz, y volví.
Sin fuerza, sin esperanza,
Madre, en mi congoja fiera,
Tu imagen fue la postrera
Que guardé mientras viví.
¿Mas tú, inconsolable lloras
Sin atender a mis voces!
¡Mi vida! ¿No me conoces?
¿Tan mudado, madre, estoy?
¿Tan pronto borrar pudieron
Mi rostro las desventuras?
¡Bebí tantas amarguras!…
Pero, al fin, madre, yo soy.
¡Mas no me escuchas! ¡Llorando,
La faz amorosa escondes!
Te llamo y no me respondes:
¡Tanto, madre, te ultrajé!
Te entiendo, por fin: yo solo
No basto ya a consolarte;
Me será fuerza dejarte,
Y a la mar me volveré.
Mas oye: Es el otoño; rebramando,
El ábrego los árboles sacude;
De roncos cuervos el siniestro bando,
A los peñascos cóncavos acude.
Brilla sin fuerza el sol en Occidente,
Y allá en la falda de espinoso risco,
Guía el pastor, con paso indiferente,
Las humildes ovejas al aprisco.
Seco el follaje de la selva umbría,
De sus verdes doseles se despoja;
Y al empuje de ráfaga bravía,
El bosque se desnuda hoja por hoja.
El ábrego las huella y arrebata,
Las arrastra en revuelto torbellino,
Ciega en la fuente la serena plata,
Borra los lindes del igual camino.
Triste fantasma del verjel ameno
Y esqueleto fantástico, semeja
Cada desnudo tronco, un día lleno
De la sombra magnífica que deja.
Flores, ¿en dónde estáis? Y ¿dó se esconden
Los céspedes que amenos os cercaban?
¿Cómo los ruiseñores no responden
Al son de las alondras que pasaban?
¿Qué es del arrullo de la mansa fuente
Donde a beber bajaban las palomas?
¿Qué es del aura que erraba suavemente
Cargada de suspiros y de aromas?
Las galas del Abril se marchitaron,
Los céfiros errantes se extinguieron,
En ayes los murmullos se tornaron,
Y anchos arroyos las corrientes fueron.
Todo pasó. En el valle pantanoso
Hay en vez de una fuente una laguna,
Y en las ramas del álamo pomposo,
Las hojas se desprenden una a una.
Así, madre, van mis días,
Con las hojas de consuno,
Desprendiéndose uno a uno
Al vaivén de la pasión.
Y así van las ilusiones
De mi esperanza importuna,
Desprendiéndose una a una
De mi seco corazón.
Como esas hojas marchitas
No volverán a su rama;
El cierzo las desparrama,
La lluvia las pudrirá.
Como el bosque queda triste,
Y silencioso y desnudo,
Seco y solitario y mudo
Mi corazón siento ya.
Esas hojas amarillas
Que ayer nos prestaron sombra,
Ni aun las querrá por alfombra
El tornasolado Abril;
Míralas, madre, cuál ruedan
Entre la arena perdidas,
Holladas y sacudidas
Por el aura más sutil.
Eso son nuestras creencias,
Nuestras míseras ficciones;
Eso son nuestras pasiones,
Nuestra vida terrenal:
Nacen, dan sombra un instante,
Suenan, se mecen, se cruzan,
Caen, ruedan, se desmenuzan,
Y las lleva el vendaval.
Si ellas al rápido soplo
Del cierzo desaparecen,
Otras en el árbol crecen
Y se apiñan otra vez;
Mas yo iré, cual hoja seca
Por el viento desprendida,
Arrastrando de mi vida
La juventud, la vejez.
Y el negro remordimiento
Irá por doquier conmigo,
Como verdugo y testigo
De mi perdurable afán.
Y cuando a su vieja llama
Encanezcan mis cabellos,
Madre, debajo de aquéllos
Jamás otros nacerán.
Porque estas hojas errantes
que por mi memoria vagan,
Estos recuerdos que amagan
No dejarme hasta morir,
Hojas secas de mí mismo,
Que arrancadas de mi centro,
A mí asidas las encuentro
Sin poderlas desasir,
No pasarán como pasan,
Esas hojas del otoño;
No tienen otro retoño,
Mas tampoco tendrán fin;
Sopla el viento y no las lleva,
Cae la lluvia y las perdona;
Igualmente las abona
El desierto y el jardín.
Dicen que todo al fin se desvanece,
Todo pasa, se olvida, pierde o borra…
¿Soy infeliz? No sé. Mas vivo triste
Y un torcedor arrastro en mi memoria.
Madre, ¿creerás también que todo pasa
Como en alas del ábrego las hojas,
Como del vago céfiro los ayes,
Como del mar las fugitivas ondas?
¿Crees tú que pasarán para tu hijo,
Como del bosque la agostada pompa,
Tus recuerdos, tu amor, tu sacra imagen,
Que todo el corazón le ocupa sola?
¿Crees, madre, que al huir desesperado
A playas extranjeras y remotas,
Corre tras la molicie y los placeres,
Busca una libertad cínica y loca?
¿Crees tú que anhela, en climas apartados,
Libre gozar su juventud fogosa?
¿Crees que, olvidado de su madre, viva?…
Quien lo dijo, mintió, madre y señora,
Doquier que arrastre su existencia inútil,
Suerte feliz o mísera le acorra,
Ya duerma en los harapos del mendigo
Ya en blanda pluma de opulenta alcoba,
Ya espere un porvenir sin esperanza,
Ya circunde su sien verde corona,
En la mazmorra, en el alcázar madre,
Dondequiera que aliente, allí te adora.
Que es mi pecho tu altar, y aquí tu imagen
Nunca pasa, se olvida, pierde o borra,
Como pasan al aire del otoño,
Del bosque umbrío las marchitas hojas.
DE UN SOLDADO A SU MADRE...
DE UN SOLDADO A SU MADRE EN SU CUMPLEAÑOS
Autor A. José del castillo
¿Que te puedo decir, madre?
tú,que todo lo sabes de mi...
Sabes que eres para mí
como el vaso que recoge el agua,
sin apretarla,sin derramarla...
Hoy quiero decirte,mamá,
que aunque un año más
rellene tu vida,
sabes que en mi,ese año,
rellena en mi alma,con todo el cariño
que en este tiempo,día tras día,
sin descanso,me has ido entregando.
Sé de tu sufrimiento porque estoy lejos,
sé que tus manos desean cogerme
y abrazarme como cuando era niño.
Deja mamá,que este año que no nos vemos,forje en mí el hombre que tú esperas,para que el día de mañana,
cuando ante el mundo ya seas viejita,
tu propio hijo,aquél que tú ayudaste
a crecer,todo un hombre,sea el que te abrace y rellene en ti esos momentos
incontables de sentirte mujer,
al verme crecido y feliz.
Es un año más que te debo,mamá
y te lo pagaré con creces,aunque nunca pueda pagarte que me dieras tu juventud.
Aún así,madre,felicidades,y no olvides
que aunque lejos,te llevo en cada trozo de mi cuerpo,y pido a Dios que me ayude a saber pagarte todo lo que has hecho por mí,
aunque sé que estás bendita de Dios,porque EL,CUANDO HIZO AL MUNDO PUSO ESPECIAL ATENCIÓN EN TI.
Desde el 41 hasta el 50 de un total de 55 Poemas a la madre