Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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RETRATO DE UN JOVEN
Pintad un hombre joven... con palabras leales
y puras; con palabras de ensueño y de emoción:
que haya en la estrofa el ritmo de los golpes cordiales
y en la rima el encanto móvil de la ilusión.
Destacad su figura, neta, contra el azul
del cielo, en la mañana florida, sonreída:
que el sol la bañe al sesgo y la deje bruñida,
que destelle en los ojos una luz encendida,
que haga temblar las carnes un ansia contenida
y que el torso, y la frente, y los brazos nervudos,
y el cándido mirar, y la ciega esperanza,
compendien el radiante misterio de la vida...
POEMA
Tú supiste llorar
Como llora el musgo al musgo,
Tú que habitas en las aguas
Y gobiernas el llamado
De los líquenes.
No que el sol quiebre a tu paso sus espigas
El reposo por tu océano de espejos
Sin embargo se demora en tus ojos la Belleza
Y reposa la noche entre tus hilos
Como el ciervo.
Como el ave que adviene del Verano
Has gustado del fruto de la bruma
ECUADOR
Hace falta la noche para ver las estrellas.
Igual que ayer, hoy busco -lo dijo Juan Ramón-
una verdad aún sin realidad;
busco en la tinta verde de todo lo que escribo
un planeta sin nombre o una jungla perdida.
Y hace falta la noche.
Yo me siento en las sombras,
prendo un fósforo,
tallo mis esmeraldas, construyo mis panales.
Todo es igual y todo es diferente.
La vida,
que fue un río,
es ahora un océano,
el pasado es la arena y el agua es el futuro.
Hace falta la noche.
Todo está en mí
lo mismo que un clavo en la madera:
cada paso en la nieve,
cada luz apagada,
cada piel encendida.
PRESENCIA AFRICANA
Y, a pesar de todo,
¡Todavía soy la misma!
Libre y esbelta,
hija eterna de cuanta rebeldía
me ha sagrado.
Madre África!
Madre fuerte del bosque y del desierto,
En este caso,
la hermana-mujer
de todo lo que en ti vibra
puro e incierto ...
La de los cocoteros,
de las cabelleras verdes
y cuerpos arrojados
sobre el azul ...
A del dendém
Nacimiento de los brazos de las palmeras ...
A del sol bueno, mordiendo
el suelo de las Ingombotas ...
La de las acacias rubras,
Salpicando de sangre las avenidas,
largas y floridas ...
¡Sí!, todavía soy la misma.
A del amor desbordando
por los cargadores del muelle
los sudorosos y confusos,
por los barrios inmundos y durmientes
(Calle 11! ... Calle 11! ...)
por los niños
de vientre hinchado y ojos ...
Sin dolor ni alegría,
de tronco desnudo
y el cuerpo musculoso,
la raza escribe a plomo,
la fuerza de estos días ...
Y yo repetía aún, y siempre, en ella,
que
Larga historia inconsecuente ...
Mi tierra...
Mi, eternamente ...
Tierra de las acacias, de los dongos,
de los cólios balancín, mansamente ...
Tierra!
Todavía soy la misma.
Todavía soy la que en un rincón nuevo
pura y libre,
me levanto,
al acento de tu pueblo.
GRACIAS A TI
Hoy puedo estar conmigo. He deseado
para ti todo el bien y me acompaña
la bondad del amor. A ti te debo
gozar en soledad la compañía
más difícil del hombre,
la que consigo mismo tiene.
Le has dado a mi semblante sin saberlo
una luz interior que me hace fuerte,
para vencer mayores soledades.
MADRID, METRO, NOCHE
Gente
exhausta,
con la vista
clavada
en el suelo,
preguntándose
por la vida,
la de verdad...
porque no puede ser
que sea
solo eso...
POEMAS DE AMOR (10)
Que nadie toque este amor.
Que todos ignoren el sigilo de nuestro cielo nocturno
y el secreto sea el aire dichoso de nuestros plácidos suspiros.
Que ningún extraño contamine el sueño tuyo y el mío:
cualquier visitante es un invasor en el tibio ámbito donde habitamos;
aquí el tiempo es agua fresca en movimiento, apenas sutil vuelo,
y todas las gentes viven muy lejos de nuestro jardín alucinado,
ajenos a nuestro paraíso secreto.
YO QUIERO REÍR
Yo quiero reír.
No quiero llorar.
Yo quiero sentir
el verde del mar.
El verde del mar
y el azul del cielo.
Yo quiero, yo quiero
tal vez navegar.
Sí, sí, navegar
arriba, en el cielo.
Tratar de volar
de espaldas al suelo.
Un pájaro, un pez,
yo quisiera ser
y poder cruzar
las nubes y el mar.
EL AVE Y EL NIDO
¿Por qué te asustas, ave sencilla?
¿Por qué tus ojos fijas en mí?
Yo no pretendo, pobre avecilla,
llevar tu nido lejos de aquí.
Aquí, en el hueco de piedra dura,
tranquila y sola te vi al pasar,
y traigo flores de la llanura
para que adornes tu libre hogar.
Pero me miras y te estremeces,
y el ala bates con inquietud,
y te adelantas, resuelta, a veces,
con amorosa solicitud.
Porque no sabes hasta qué grado
yo la inocencia sé respetar,
que es, para el alma tierna, sagrado
de tus amores el libre hogar.
¡Pobre avecilla! Vuelve a tu nido
mientras del prado me alejo yo;
en él mi mano lecho mullido
de hojas y flores te preparó.
DOLOR
Tras unos ojos negros,
dentro de una mirada,
ira y desorden ciegos
deseaban volcarse
para dañar mi vida.
Pero ¿qué son los sucios
charcos de otras conciencias?
¿Qué son y adónde alcanzan?
Yo, que hubiera querido
sentirme niño siempre
bajo la protección de aquellos ojos,
ahora sólo me importa
no pisar su destello
entre tanta miseria
como a mis pies existe.
Crecí sin saber cómo.
Hay dolor en la altura
del bien y el desengaño.
Hubiera preferido,
a esta soledad fría,
una ignorancia cómplice
al nivel de la tierra.
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