Poemas 

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Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!

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 TOP50 Usuarios TOP50 Yavendrás

ODA A ESPAÑA

Escucha, España, la voz de un hijo
que te habla en lengua no castellana;
hablo en la lengua que me ha legado
la tierra áspera;
en esta lengua pocos te hablaron;
en la otra, demasiado.

Demasiado de los saguntinos
y de los que mueren por la patria;
y por tus glorias y tus recuerdos,
recuerdo y gloria de cosas muertas,
triste has vivido.

De distinta manera quiero hablarte.
¿Por qué derramar la sangre inútil?
La sangre es vida, si está en las venas,
vida hoy, vida para los que vengan;
vertida, es muerte.

Demasiado pensaste en tu honor
y escasamente en tu vida:
tus hijos, trágica, diste a la muerte.
Mortales honras te satisfacían;
tus fiestas eran tus funerales,
¡oh triste España!

Yo vi barcos zarpar repletos
de hijos que a la muerte entregabas:
sonriendo iban hacia el azar,
y tú cantabas junto a la mar
como una loca.

¿Dónde tus barcos? ¿Dónde tus hijos?
Pregúntalo al Poniente, a la ola brava:
perdiste todo, a nadie tienes.
¡España, España, vuelve en ti,
rompe el llanto de madre!

Sálvate, sálvate de tantos males;
que el llanto te haga alegre, fecunda y viva;
piensa en la vida que te rodea;
alza la frente,
sonríe ante los siete colores del iris.

¿Dónde estás España, dónde que no te veo?
¿No oyes mi voz atronadora?
¿No comprendes esta lengua que entre peligros te habla?
¿A tus hijos no sabes ya entender?
¡Adiós, España!

Autor del poema: Joan Maragall

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LIBERTAD

En mis cuadernos de escolar
en mi pupitre en los árboles
en la arena y en la nieve
escribo tu nombre.
En las páginas leídas
en las páginas vírgenes
en la piedra la sangre y las cenizas
escribo tu nombre.

En las imágenes doradas
en las armas del soldado
en la corona de los reyes
escribo tu nombre.

En la selva y el desierto
en los nidos en las emboscadas
en el eco de mi infancia
escribo tu nombre.

En las maravillas nocturnas
en el pan blanco cotidiano
en las estaciones enamoradas
escribo tu nombre.

En mis trapos azules
en el estanque de sol enmohecido
en el lago de viviente lunas
escribo tu nombre.

En los campos en el horizonte
en las alas de los pájaros
en el molino de las sombras
escribo tu nombre.

En cada suspiro de la aurora
en el mar en los barcos
en la montaña desafiante
escribo tu nombre.

En la espuma de las nubes
en el sudor de las tempestades
en la lluvia menuda y fatigante
escribo tu nombre.

En las formas resplandecientes
en las campanas de colores
en la verdad física.
escribo tu nombre.

En los senderos despiertos
en los caminos desplegados
en las plazas desbordantes
escribo tu nombre.

En la lámpara que se enciende
en la lámpara que se extingue
en la casa de mis hermanos
escribo tu nombre.

En el fruto en dos cortado
en el espejo de mi cuarto
en la concha vacía de mi lecho
escribo tu nombre.

En mi perro glotón y tierno
en sus orejas levantadas
en su patita coja
escribo tu nombre.

En el quicio de mi puerta
en los objetos familiares
en la llama de fuego bendecida
escribo tu nombre.

En la carne que me es dada
en la frente de mis amigos
en cada mano que se tiende
escribo tu nombre.

En la vitrina de las sorpresas
en los labios displicentes
más allá del silencio
escribo tu nombre.

En mis refugios destruidos
en mis faros sin luz
en el muro de mi tedio
escribo tu nombre.

En la ausencia sin deseo
en la soledad desnuda
en las escalinatas de la muerte
escribo tu nombre.

En la salud reencontrada
en el riesgo desaparecido
en la esperanza sin recuerdo
escribo tu nombre.

Y por el poder de una palabra
vuelvo a vivir
nací para conocerte
para cantarte
Libertad

Autor del poema: Paul Éluard

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TAMPOCO YO

Tampoco yo
he encontrado un hogar.
Tarde de otoño.

Autor del poema: Kobayashi Issa

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ESPAÑA

Dejad que siga y bogue la galera
bajo la tempestad, sobre las olas:
va con rumbo a una Atlántida española,
en donde el porvenir calla y espera.

No se apague el rencor ni el odio muera
ante el pendón que el bárbaro enarbola:
si un día la justicia estuvo sola,
lo sentirá la humanidad entera.

Y bogue entre las olas espumeantes,
y bogue la galera que ya ha visto
cómo son las tormentas de inconstantes.

Que la raza está en pie y el brazo listo,
que va en el barco el capitán Cervantes,
y arriba flota el pabellón de Cristo.

Autor del poema: Rubén Darío

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SEGADORES, AFUERA, AFUERA

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Quién espiga se tornara
y costara lo que costara
porque en sus manos gozara
los rosas que hacen su cara
por agosto primavera.

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Si en las manos que bendigo
fuera yo espiga de trigo,
que me hiciera harina digo
y luego torta o bodigo
porque después me comiera.

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Si yo me viera en sus manos
perlas volviera los granos,
porque en anillos galanos
en sus dedos soberanos
eternamente anduviera.

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Autor del poema: Tirso de Molina

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LOS AMANTES DE TERUEL (FRAGMENTO)

MARSILLA
Mucho para luego.
Déjame hacer la cuenta, el mismo día
de la Cruz a las cinco de la tarde
marchó de Teruel mi compañía,
haciendo de mi honor vistoso alarde;
hoy son siete de mayo, y si a la fría
noche de mi temor madre cobarde,
dos horas más pasado el plazo llego.


LAÍN
¿Qué son dos horas?

Autor del poema: Tirso de Molina

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CUANDO LA VIUDA ARRANCÓ SUS CABELLOS

"Todos los que se abstuvieron votaron por mí"
Gabriel Antonio Goyeneche
Presidente de la República de Colombia


Debe decirse viuda y gloria inmarsecible.
El colgar los cabellos de un árbol
da el tono de desespero bíblico
indispensable para llorar en coro.
Si se añade espadas cual centellas
puede pensarse en raudo, en fulgurante,
y si se dice esclavos habrá quien crea
que después de cantarlo todos seremos libres.
Pero no sólo eso: debe decir termópilas,
constelación de cíclopes y centauros,
para que nadie entienda, y trompas
victoriosas y pérfida salud. Todo ello
nimbado de lauros y de sangre y de expansivo
empuje y además muy brillante por estar
bajo el palio de un sol de libertad.
Y detrás de todo eso, lo que vemos
a diario, que se debe cantar en un himno
distinto de este, hecho para damas que toman
chocolate y para caballeros que juegan
golf los martes y se comen los mocos.

Autor del poema: María Mercedes Carranza

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NOVIA DE LA TIERRA

Mirarte solo en mi ansiedad espero,
solo a mirarte en mi ansiedad aspiro,
y más me muero cuanto más te miro,
y más te miro cuanto más me muero.

El tiempo, pasa por demás ligero,
lloro su raudo, turbulento giro,
y más te quiero cuanto más suspiro,
y más suspiro cuanto más te quiero.

Deja a tu talle encadenar mi brazo,
y, al blando son con que nos brinda el remo,
la mar surquemos en estrecho lazo.

Ni temo al viento ni a las ondas temo,
que más me quemo cuanto más te abrazo,
y más te abrazo cuanto más me quemo.

Autor del poema: Salvador Rueda

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CANCIÓN DE OTOÑO

La queja sin fin
del flébil violín
otoñal
hiere el corazón
de un lánguido son
letal.

Siempre soñando
y febril cuando
suena la hora,
mi alma refleja
la vida vieja
y llora.

Y arrastra un cruento
perverso viento
a mi alma incierta
aquí y allá
igual que la
hoja muerta.

Autor del poema: Paul Verlaine

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UNA PARTIDA DE AJEDREZ

Como un trono cincelado, la silla que ocupaba
resplandecía en el mármol, donde el espejo
forjado con adornos de parras en flor
entre los cuales espiaba un áureo Cupido
(otro escondía los ojos detrás de un ala)
duplicaba las llamas de un candelabro de siete brazos
reflejando la luz sobre la mesa mientras
el fulgor de sus joyas, vertiéndose en profusión
volaba a su encuentro desde las cajitas de satén;
en frascos de marfil y vidrio de colores,
husmeaban sus extraños perfumes sintéticos,
agitados en cremas, en polvo o líquidos, confundían
y ahogaban los sentidos; temblando en el aire
fresco que llegaba desde la ventana, ascendían
y se dilataban en las largas llamas de las velas,
aventando su incienso entre las molduras
y los motivos en el encofrado del techo.
Enormes leños de mar, atizados de cobre, ardían
en verde y naranja, encuadrados por la piedra radiante
en cuya luz melancólica flotaba la silueta de un delfín.
Sobre la antigua repisa del hogar lucía,
como una ventana abierta a la maleza
la metamorfosis de Filomela, ferozmente poseída
por aquel rey de los bárbaros; todavía allí el ave
surca todo el desierto con su voz intacta,
todavía ella sigue gritando y el mundo clama
chak chak en tus sucios oídos.
Y en otros cabos blanqueados por el tiempo
se narraba en lo alto de las paredes; formas oblicuas
que miraban fijo enmudecían el cuarto clausurado.
Pasos arrastrándose por la escalera.
A la luz del fuego, bajo el cepillo, su pelo
se desplegó en puntas incandescentes que ardían
en palabras, y luego entró en una quietud salvaje.

«Estoy mal de los nervios esta noche. Sí, mal. Quedate conmigo.
Hablame. ¿Por qué siempre estás callado? Hablá.
¿En qué estás pensando? ¿En qué pensás? ¿En qué?
Nunca sé en lo que estás pensando. Nunca».

Pienso que estamos en el callejón de las ratas
donde los muertos extraviaron sus huesos.

«¿Qué fue ese ruido?»
El viento bajo la puerta.
«¿Y ese otro ruido ahora? ¿Qué está haciendo el viento?»
Nada, otra vez nada.
«¿No
sabés nada? ¿No ves nada? No recordás
nada?»
Recuerdo
aquellas perlas que una vez fueron sus ojos.
«¿Estás vivo, sí o no? ¿No hay nada en tu cabeza?»
Pero
Oh Oh Oh Oh ese Rag shakesperiano…
es tan refinado
tan inteligente


«¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer?
Voy a despabilarme y salir a la calle
con el pelo suelto, así como estoy. ¿Y mañana qué vamos a hacer?
¿Y qué vamos a hacer nunca?»
El agua caliente a las diez.
Y si llueve, un coche encapotado para las cuatro.
Y nos vamos a jugar una partida de ajedrez,
apretando ojos sin párpados y esperando un golpe en la puerta.

Cuando al marido de Lil le dieron la licencia –dije
sin medir las palabras, yo misma se lo dije
APÚRENSE POR FAVOR ESTAMOS CERRANDO
ahora que viene Albert podrías arreglarte un poquito.
Él querrá saber qué hiciste con la plata que te dio
para ponerte los dientes. Porque te la dio, yo fui testigo.
Sacatelos todos, Lil, y hacete una linda dentadura,
porque él dijo, te lo juro, no aguanto verte así.
Ni yo tampoco, le dije, pensá en el pobre Albert,
estuvo cuatro años en el ejército, necesita pasarlo bien
y si vos no le das un poco de diversión, le dije, otras lo harán.
Y ella dijo, ¿no más que eso? Algo así, le dije.
Entonces ya sabré a quién agradecerle, dijo, y me miró feo.
APÚRENSE POR FAVOR ESTAMOS CERRANDO
Si te parece mal, hacé lo que quieras, le dije.
Y si no, otras pueden comer del mismo plato.
Pero si Albert te deja no digas que no te avisaron.
Deberías tener vergüenza, le dije, de estar tan fuera de moda.
(Y con sólo treinta y un años).
No lo puedo arreglar, dijo ella, poniendo una cara larga,
son esas pastillas que tomé, dijo, para sacármelo.
(Ya tiene cinco y casi se muere con el pequeño George).
El farmacéutico me dijo que todo iría bien, pero nunca volví a ser la
[misma.
Estás totalmente loca, le dije.
Bueno, si Albert no te deja en paz, no es asunto mío, le dije,
¿para qué te casaste si no querías tener chicos?
POR FAVOR APÚRENSE ESTAMOS CERRANDO
Bueno, ese domingo Albert estaba en casa, y tenían
[jamón caliente
y me invitaron a cenar para que captara la belleza del jamón ca…
APÚRENSE POR FAVOR ESTAMOS CERRANDO
APÚRENSE POR FAVOR ESTAMOS CERRANDO
Chau Bill. Chau Lou. Chau May. Chau.
Ta ta. Chau. Chau. Buenas noches, damas, buenas noches
dulces damas, buenas noches, buenas noches.

Autor del poema: T.S. Eliot

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