233 Poemas de desamor 

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Egoísta

Enviado por pelota_marciana  Seguir

Tengo impotencia de cómo me tratas
de cómo me hablas
y de a poco te apartas.
parece que no te importa
lo que sola estoy construyendo.
Si no quieres te entiendo
pero sabes que eso no deseo.
Habla conmigo
ábrete a mi
que no te de miedo dejar de ser gris.
Me siento mal al intuir
que no soy la correcta
porque si lo fuera actuarias de otra manera.
lo sé, lo sé y aunque te lo diga
todo esto me frustra
y me hace entender
que en este amor, soy solo yo.

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RAZÓN DE AMOR

Lo que de amor yo supe
lo aprendí desamándote.
Por eso te idolatro
mejor que si te amara.

Autor del poema: Vicente Núñez

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A UNA ESTRELLA

¿Quién eres tú, lucero misterioso,
tímido y triste entre luceros mil,
que cuando miro tu esplendor dudoso,
turbado siento el corazón latir?

¿Es acaso tu luz recuerdo triste
de otro antiguo perdido resplandor,
cuando engañado como yo creíste
eterna tu ventura que pasó?

Tal vez con sueños de oro la esperanza
acarició tu pura juventud,
y gloria y paz y amor y venturanza
vertió en el mundo tu primera luz.

Y al primer triunfo del amor primero
que embalsamó en aromas el Edén,
luciste acaso, mágico lucero,
protector del misterio y del placer.

Y era tu luz voluptüosa y tierna
la que entre flores resbalando allí
inspiraba en el alma un ansia eterna
de amor perpetuo y de placer sin fin.

Mas ¡ay! que luego el bien y la alegría
en llanto y desventura se trocó:
tu esplendor empañó niebla sombría;
solo un recuerdo al corazón quedó.

Y ahora melancólico me miras
y tu rayo es un dardo del pesar
si amor aun al corazón inspiras,
es un amor sin esperanza ya.

¡Ay lucero! yo te vi
resplandecer en mi frente,
cuando palpitar sentí
mi corazón dulcemente
con amante frenesí.

Tu faz entonces lucía
con más brillante fulgor,
mientras yo me prometía
que jamás se apagaría
para mí tu resplandor.

¿Quién aquel brillo radiante
¡oh lucero! te robó,
que oscureció tu semblante,
y a mi pecho arrebató
la dicha en aquel instante?

¿O acaso tú siempre así
brillaste y en mi ilusión
yo aquel esplendor te di
que amaba mi corazón,
lucero, cuando te vi?

Una mujer adoré
que imaginaría yo un cielo;
mi gloria en ella cifré,
y de un luminoso velo
en mi ilusión la adorné.

Y tú fuiste la aureola
que iluminaba su frente,
cual los aires arrebola
el fúlgido sol naciente,
y el puro azul tornasola.

Y astro de dicha y amores,
se deslizaba mi vida
a la luz de tus fulgores,
por fácil senda florida,
bajo un cielo de colores.

Tantas dulces alegrías,
tantos mágicos ensueños
¿dónde fueron?
Tan alegres fantasías,
deleites tan halagüeños,
¿qué se hicieron?

Huyeron con mi ilusión
para nunca más tornar,
y pasaron,
y solo en mi corazón
recuerdos, llanto y pesar
¡ay! dejaron.

¡Ah lucero! tú perdiste
también tu puro fulgor,
y lloraste;
también como yo sufriste,
y el crudo arpón del dolor
¡ay! probaste.

¡Infeliz! ¿por qué volví
de mis sueños de ventura
para hallar
luto y tinieblas en ti,
y lágrimas de amargura
que enjugar?

Pero tú conmigo lloras,
que eres el ángel caído
del dolor,
y piedad llorando imploras,
y recuerdas tu perdido
resplandor.

Lucero, si mi quebranto
oyes, y sufres cual yo,
¡ay! juntemos
nuestras quejas, nuestro llanto:
pues nuestra gloria pasó,
juntos lloremos.

Mas hoy miro tu luz casi apagada,
y un vago padecer mi pecho siente:
que está mi alma de sufrir cansada,
seca ya de las lágrimas la fuente.

¡Quién sabe!... tú recobrarás acaso
otra vez tu pasado resplandor,
a ti tal vez te anunciará tu ocaso
un oriente más puro que el del sol.

A mí tan sólo penas y amargura
me quedan en el valle de la vida;
como un sueño pasó mi infancia pura,
se agosta ya mi juventud florida.

Astro sé tú de candidez y amores
para el que luz te preste en su ilusión,
y ornado el porvenir de blancas flores,
sienta latir de amor su corazón.

Yo indiferente sigo mi camino
a merced de los vientos y la mar,
y entregado, en los brazos del destino,
ni me importa salvarme o zozobrar.

Autor del poema: José de Espronceda

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LO COTIDIANO

Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia,
las paredes sin ojos,
el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.

Para el amor no hay tregua, amor. La noche
no se vuelve, de pronto, respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta sus garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.

Autor del poema: Rosario Castellanos

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AFÁN PARA NO SEPARARME DE TI

Afán para no separarme de ti,
por tu belleza, lucha por no quedar en dónde quieres tú,
aquí en los alfabetos, en las auroras, en los labios.
Ansia de irse dejando atrás anécdotas, vestidos, caricias,
de llegar atravesando todo lo que en ti cambia,
a lo desnudo y a lo perdurable.
Y mientras siguen dando vueltas y vueltas, entregándose,
engañándose, tus rostros, tus caprichos y tus besos,
tus delicias volubles, tus contactos rápidos con el mundo,
haber llegado yo al centro puro, inmóvil, de ti misma,
y verte cómo cambias, y lo llamas vivir,
en todo, en todo si, menos en mí, dónde te sobrevives.

Autor del poema: Pedro Salinas

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Tarde

Enviado por gabl  Seguir

Ya es muy tarde para rogar
para mendigar, para suplicar,
es tarde para pedir que te quedes
y nunca será tarde para decirte adiós.

gbl
05/02/2018
Derechos Reservados de Autor

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Amar o querer.

Enviado por gabl  Seguir


“Te puedo querer con el alma en mis manos
como prueba del sentimiento que albergo
en mis sentidos, en mis palabras y actos”.

Te puedo amar a escondidas como se ama
cuando se es infiel, y se lleva la culpa
oculta en el corazón y se vive el temor
de ser descubierto, y que la vergüenza
torne el color del rostro y doblegue la
altivez cuando me planto ante tu presencia.

Por eso te tengo que querer, pero no amar
aunque la noche sea cómplice y conspire
a tu favor envolviéndome en el pecado
que tu cuerpo libera y atrapa a la vez
doblegando mi razón en el génesis amatorio.

Amanece y sigo atrapado en tu cándida red
tejida entre sueños húmedos, irreales y lejanos.
Despierto y tu compañía delata mi falsedad
y la desnudez de nuestros cuerpos entrelazados
en un solo ser me traen a la realidad,
no te puedo querer, ni tampoco amar.

gbl
5/11/2015
Derechos Reservados de Autor

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Dignidad

Enviado por gabl  Seguir

Dignidad
Sufrirás por alguien que te amó
y te abandonó sin despedidas,
por tu desleal acción desmedida
carente de dignidad y perdón.

Será tu cobardía e inconsciencia
ingrata quien ahogue por siempre
tu derrota en el amor y olvido
del noble amante que se ha ido.

Llorarás cuando tu esplendor inocente
se marchite con la vida opacada
en el tiempo y el recuerdo traiga
a tu memoria la vil y cruel jugada.

gbl
14/02/2016
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RENDIMIENTO DEL AMANTE DESTERRADO

Éstas son y serán ya las postreras
lágrimas que, con fuerza de voz viva,
perderé en esta fuente fugitiva,
que las lleva a la sed de tantas fieras.

¡Dichoso yo que, en playas extranjeras,
siendo alimento a pena tan esquiva,
halle muerte piadosa, que derriba
tanto vano edificio de quimeras!

Espíritu desnudo, puro amante,
sobre el sol arderé, y el cuerpo frío
se acordará de Amor en polvo y tierra.

Yo me seré epitafio al caminante,
pues le dirá, sin vida, el rostro mío:
"Ya fue gloria de Amor hacerme guerra."

Autor del poema: Francisco de Quevedo

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No te puedo querer

Enviado por gabl  Seguir

No te puedo querer.

No te puedo querer
porque eres prohibida.

Como la fruta ajena que
en la altura del árbol
no calma mi deseo.

No te puedo querer
porque eres prohibida.

Intocable y fugaz ante
la presencia de tu dueño
que esquiva la mirada.

No te puedo querer
porque eres prohibida.

Y vivo obsesionando
tu fidelidad cuyas cadenas
atan tu libertad oprimida.

No te puedo querer
porque eres prohibida.

Hasta el día que decidas
abandonar el amor impío
y me des tu corazón.

Solo así te podría querer!

gbl
26/08/2015
Derechos Reservados de Autor

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