84 Poemas de despedida
SIEMPRE EL ADIÓS
Tú llorarás a mares
tres negros días, ya pulverizada
por mi recuerdo, por mis ojos fijos
que te verán llorar detrás de las cortinas de tu alcoba,
sin inmutarse, como dos espinas,
porque la espina es la flor de la nada.
Y me estarás llorando sin saber por qué lloras,
sin saber quién se ha ido:
si eres tú, si soy yo, si el abismo es un beso.
Todo será de golpe
como tu llanto encima de mi cara vacía.
Correrás por las calles. Me mirarás sin verme
en la espalda de todos los varones que marchan al trabajo.
Entrarás en los cines para oírme en la sombra del murmullo. Abrirás
la mampara estridente: allí estarán las mesas esperando mi risa
tan ronca como el vaso de cerveza, servido y desolado.
DESPEDIDA
...el caso no ofrece
ningún adorno para la diadema de las Musas.
Ezra Pound
Me despido de mi mano
que pudo mostrar el paso del rayo
o la quietud de las piedras
bajo las nieves de antaño.
Para que vuelvan a ser bosques y arenas
me despido del papel blanco y de la tinta azul
de donde surgían ríos perezosos,
cerdos en las calles, molinos vacíos.
Me despido de los amigos
en quienes más he confiado:
los conejos y las polillas,
las nubes harapientas del verano,
mi sombra que solía hablarme en voz baja.
Me despido de las virtudes y de las gracias del planeta:
los fracasados, las cajas de música,
los murciélagos que al atardecer se deshojan
de los bosques de casas de madera.
Me despido de los amigos silenciosos
a los que sólo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino
y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones pasadas de moda.
Me despido de una muchacha
que sin preguntarme si la amaba o no la amaba
camino conmigo y se acostó conmigo
cualquiera tarde de esas en que las calles se llenan
de humaredas de hojas quemándose en las acequias.
Me despido de una muchacha
cuya cara suelo ver en sueños
iluminada por la triste mirada de linternas
de trenes que parten bajo la lluvia.
Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia
-la sal y el agua
de mis días sin objeto-
y me despido de estos poemas:
palabras, palabras -un poco de aire
movido por los labios- palabras
para ocultar quizás lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.
Si un día debo alejarme
Llévame lejos donde él no pueda alcanzarme,
Escóndeme bien donde él no pueda encontrarme,
Haz que me olvide para que deje de amarme,
Arráncame el corazón para que yo deje de amarlo,
No dejes que me toque, puedo querer quedarme en sus brazos,
No dejes que me hable, puedo creer en sus palabras,
No dejes que me bese, no me dejes suspirar,
Aleja de mi todo papel y toda pluma para no escribirle.
Si por las noches pienso en él, calla mi llanto, seca mis lágrimas y esconde mis penas.
Si te suplico… ¡Por favor no sedas!, no me dejes verlo, puede ser fatal.
Toma mis manos y hazme creer que el mundo aún no se acaba,
Miénteme y dime que todo estará bien, que es lo mejor.
Déjame malgastar mi vida con nuevas malas amistades y en fiestas absurdas,
Déjame creer que no soy frágil y que no puedo lastimarme más.
Quítame su recuerdo, llévate sus cartas y esconde sus fotos.
Destruye mis sueños, rompe mis ilusiones, desaparece mis deseos.
No menciones su nombre, borra su imagen de mi mente…
Vete, apaga la luz y cierra la puerta atrás de ti, no me llames, no me busques, no me hables.
Esta tarde tengo el corazón ligero, y solo quisiera,
Antes de irme, decirle que lo amo.
YO FUI
Yo fui.
Columna ardiente, luna de primavera.
Mar dorado, ojos grandes.
Busqué lo que pensaba;
pensé, como al amanecer en sueño lánguido,
lo que pinta el deseo en días adolescentes.
Canté, subí,
fui luz un día
arrastrado en la llama.
Como un golpe de viento
que deshace la sombra,
caí en lo negro,
en el mundo insaciable.
He sido.
VIVIR SIN TU AUSENCIA PUEDO VIVIR...
Vivir sin tu Ausencia.
Puedo vivir sin ser tu ausencia,
sin tus recuerdos, solo mi soledad
Será mi sombra, mi espacio,
mi tiempo, mis horas frías.
Puedo vivir en la penumbra
de tus ojos, de tu mirada,
en la oscuridad total, sin luz
sin saber si anocheció.
O me quedé ciego, mejor así
no veré mi tristeza, mis ojos,
no mirarán mi alma desnuda,
y vendrás un día, no te veré.
Tú me verás, dormido, absorto,
en mi mundo de tinieblas.
Sabré que estás allí, por tu perfume,
tu aroma me devolverá la visión.
Saldré de las sombras veré el color.
del azulado día, y me dirás
que ya no seré tu ausencia
que dejaré de ser tu recuerdo.
gbl
08/01/2018
Derechos Reservados de Autor
LA DESPEDIDA
Aquel día -estoy seguro-
me amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba…
-Me vas a olvidar -dijiste- .
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven… Presente
Has de estar siempre en mi alma.
Ya lo verás cuando vuelva.
Te escribiré muchas cartas.
Adiós, adiós… -Me entregaste
tu mano suave y rosada,
y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emoción, temblaba.
…Sentí el roce de un anillo
como una promesa vaga…
Yo no me atreví a mirarte,
pero sin verte, notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban las lágrimas.
Me lo decía tu mano
en la mía abandonada,
y aquel estremecimiento
y aquel temblor de tu alma.
Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
…Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.
DESPEDIDA
Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.
DESPEDIDA AL PIANO
Tristes los ojos, pálido el semblante,
de opaca luz al resplandor incierto,
una joven con paso vacilante
su sombra traza en el salón incierto.
Se sienta al piano: su mirada grave
fija en el lago de marfil que un día
aguardó el beso de su mano suave
para rizarse en olas de armonía.
Agitada, febril, con insistencia
evoca al borde del teclado mismo,
a las hadas que en rítmica cadencia
se alzaron otra vez desde el abismo.
Ya de Mozart divino ensaya el estro,
de Palestrina el numen religioso,
de Weber triste el suspirar siniestro
y de Schubert el canto melodioso.
-¡Es vano! -exclamó la joven bella,
y apagó en el teclado repentino
su último son, porque sabía ella
que era inútil luchar contra el destino.
-Adiós -le dice-, eterno confidente
de mis sueños de amor que el tiempo agota,
tú que guardabas en mi edad riente
para cada ilusión alguna nota;
hoy mudo estás cuando tu amiga llega,
y al ver mi triste corazón herido,
no puedes darme lo que Dios me niega:
¡la nota del amor o del olvido!
NO QUIERO, TRISTE ESPÍRITU...
No quiero, triste espíritu, volver
por los lugares que cruzó mi llanto,
latir secreto entre los cuerpos vivos
como yo también fui.
No quiero recordar
un instante feliz entre tormentos;
goce o pena es igual,
todo es triste al volver.
Aún va conmigo como una luz ajena
aquel destino niño,
aquellos dulces ojos juveniles,
aquella antigua herida.
No, no quisiera volver,
sino morir aún más,
arrancar una sombra,
olvidar un olvido.
EL INTERESADO
Quiero que tú no me olvides.
Y ya no me acuerdo yo del mí de ayer.
Quiero que tú no me olvides.
Y ya casi no me acuerdo de los dos hoy.
Quiero que tú no me olvides.
Y apenas me acuerdo ya de ti mañana.
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