84 Poemas de despedida
EN OCASIÓN DE TODOS LOS FINALES
Yo nunca resistí las despedidas
con su mezcla de muerte y precipicio
con el aroma amargo de la finitud
empalagando el ánimo
con esa luz de hielo matutino
que penetra debajo de los párpados.
Yo nunca resistí las despedidas
pero no sé por qué.
Me lo pregunto porque no ha supuesto
una sorpresa súbita casi ninguna de ellas.
He solido saber
con esa exactitud de los relojes
el lugar, el momento
la documentación y el escenario
en que sobrevinieron.
No hay engaño. El jueves diecinueve
era un jueves sin ti. Estaba escrito
mucho antes que las lágrimas
anunciasen el fin
y todo fin es único.
Las despedidas son como el otoño
inevitables pérdidas
vienen puntuales con aviso previo.
Nadie puede acusar de su tristeza
a la pequeña hoja tiritando dormida
en medio del camino.
De repente esa hoja me recuerda
los hoteles pintados de naranja.
Son dos cosas que llegan de otra época
igual que llega la bruma de noviembre.
Traen una carga de nostalgia limpia
sin traición ni sorpresa.
Y sin embargo el alma
no logra acostumbrarse en una vida.
Yo nunca resistí las despedidas
porque en cada una de ellas se marchita la voz
de todas las personas que yo he sido
y ya no puedo ser.
Yo
Yo.
Yo soy
tu pasión,
tu romance,
tu amor.
Yo soy
el desamor,
el odio,
el dolor.
Yo soy
la alegría,
el gozo,
la tristeza.
Yo soy
la noche,
la madrugada,
el amanecer.
Yo soy
tu voz,
la palabra,
el eco.
Yo soy
tu vida,
tu muerte,
tu renacer.
gbl
02/03/2018
Derechos Reservados de Autor
DESPEDIDA
¿Quién conoce la grave partida
de hoy o de mañana,
o quién diría todavía
una palabra?
Sólo sonrío y pienso
en destruir el nombre
con el silencio.
Tan típico
Tristezas, llantos
rostros afligidos,
elegantes trajes
zapatos finos,
¡aquel gentío!
con dolor ajeno
sin ser sentido,
locuaz desfile…
era tan bueno
parece dormido,
en el pasillo
chistes, risas
café caliente
y bocadillos
Una despedida
¡Adiós y hasta nunca!,
fue una despedida tan corta
y los segundos más tristes.
¡Y todo pasó!,
aunque mi corazón
se quedó pensando
cómo será la vida
ahora que te fuiste.
No me quise imaginar,
pero cuando me di cuenta
de la realidad, entendí,
porqué un hombre llora,
porqué está tan sola la alcoba,
porqué la soledad embriaga
y por qué la melancolía de pocos
te mata.
¡Y todo pasó!,
aunque mis ojos
con unas espesas lágrimas
que recorrían mis mejillas,
veían como te alejabas.
Entonces le pedí a mis ojos
que vuelvan a ver
por última vez tu rostro
y a mis labios;
no volver a pronunciar
tu nombre.
Y tu recuerdo se alejó,
así como tu presencia
se fue desapareciendo
entre los árboles y las flores,
entre tu adiós y tu despedida,
entre mi dolor y mi alma perdida.
CASI A LA ORILLA
Después de lo gozado
y lo sufrido,
después de lo ganado
y lo perdido,
siento
que existo aún
porque ya,
casi a la orilla
de mi vida,
puedo recordar
y gozar
enloquecido:
en lo que he sido,
en lo que es ido...
¿Cómo comenzar?
No se como comenzar este verso, ya que es dolor lo que siente mi alma. pero no es un dolor como el de perder una cosa que amas, sino el perder varias a la vez.
Hoy le digo adiós a mi infancia, mi inocencia, nobleza y mis sentimientos más sincero.
Ya dicho esto alguien ayudeme a... TERMINAR ESTE VERSO.
LA DISTRAÍDA
No estás ya aquí. Lo que veo
de ti, cuerpo, es sombra, engaño.
El alma tuya se fue
donde tú te irás mañana.
Aún esta tarde me ofrece
falsos rehenes, sonrisas
vagas, ademanes lentos,
un amor ya distraído.
Pero tu intención de ir
te llevó donde querías
lejos de aquí, donde estás
diciéndome:
«aquí estoy contigo, mira».
Y me señalas la ausencia.
Sufrir
Sufre el que se va,
sufre el que se queda,
sufrimos los dos.
Ahora dime;
¿Por qué sufrir?
por amor,
por la soledad,
¿O por qué tú lo decidiste?
Sufrir por amor rompe el alma
y el dolor queda latente
solo un abrazo y un beso
curará este sufrimiento.
Te propongo olvidar el pasado,
secar las lágrimas de tus ojos cansados,
mientras tanto me quedo con el recuerdo
envuelto en nostalgias y sueños turbulentos.
gbl
09/08/2017
Derechos Reservados de Autor
CANCIONES
No tardes, Muerte, que muero;
ven, porque viva contigo;
quiéreme, pues que te quiero,
que con tu venida espero
no tener guerra conmigo.
Remedio de alegre vida
no lo hay por ningún medio,
porque mi grave herida
es de tal parte venida
qu'eres tú sola remedio.
Ven aquí, pues, ya que muero;
búscame, pues que te sigo;
quiéreme, pues que te quiero,
e con tu venida espero
no tener vida conmigo.
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