119 Poemas de tristeza
Ella
"Verso Libre"
Tornó su mirada al mar,
mientras que las olas,
en su vaivén rompían en la orilla ,
dibujando diversas figuras,
que desaparecían al sumirse en la blanca arena,
a la vez que salpicaban su rostro,
confundiéndose con las efímeras lágrimas,
que brotaban de sus verdes ojos.
gbl
02/04/2018
Derecho Reservados de Autor
Poemas tristes sobre la vida
Enviado por iam_ainara84 Seguir
Mis lágrimas continuarán cayendo por ti
y mi voz se quebrará en un débil lamento
sé que no vale la pena porque no conseguiré tu retorno
pero no soy más el dueño de mis emociones
solo me queda esperar el inminente anochecer.
SARGAZOS
Esa vela que descansa en la luz,
hastiada de las islas,
una goleta que surca el Caribe
en dirección al hogar, podría ser Odiseo,
camino a casa en el Mar griego;
aquel ansia de padre y esposo
bajo las arrugadas uvas agrias, es
como aquél adultero que escucha el nombre de Náusica
en el grito de cada gaviota.
Esto no tranquiliza a nadie. La vieja batalla
entre la obsesión y la responsabilidad
no terminará nunca y ha sido la misma
tanto para el navegante como para el que se retuerce allá en la orilla
sobre sus sandalias al encaminar sus pasos hacia el hogar,
desde que Troya suspiró su última llama,
y la roca del gigante ciego sacó la batea
de cuyo pozo surgen los grandes hexámetros
que terminan en marejadas exhaustas.
Los clásicos pueden consolar. Más no lo suficiente.
Entelequia
Es muy triste pensar en no pensar;
las situaciones de la vida son extrañas.
Cuando te ríes porque no quieres llorar,
cuando subes, pero no acaba la montaña,
cuando amas pero no te corresponden,
o cuando bebes para poder olvidar,
cuando rezas pero nunca te responden,
o cuando ni siquiera te dejan hablar,
cuando te cansas y solo te lleva el viento,
o cuando corres más no logras avanzar,
cuando todo esto se cumple es el momento,
de que pienses en que no quieres pensar.
Recuerdo que un día escuché una voz:
'la felicidad es tan solo una entelequia',
me lo decía mi conciencia muy atroz,
y en mi corazón se formaba una petequia,
una acequia que regaría mi tristeza,
porque en el fondo sabía que era verdad,
una verdad que me aniquila la cabeza,
y al hacerlo no muestra algo de piedad.
Y dos amigas que están siempre presentes,
están conmigo cuando estoy en soledad,
están conmigo inmutables e inherentes,
las conocen como depresión y ansiedad.
Pero aún con todo esto creo en algo,
aunque quizá pueda parecer vulgar,
creo que no hay alguien por quien valgo,
al fin y al cabo solo pienso en no pensar.
Techo
Te recuerdo con fina soltura e infinita precisión, y ¿cómo no iba a hacerlo?
Si bastaba solo levantar la mirada y verte; ¡Oh, techumbre comedida y cortés!
siempre puntual en mis noches de insomnio, has acompañado por años a este pobre
ser humano en su soledad; Impresionante y característico color blanco tenías,
siniestro, cuando la noche posaba en tu lienzo siluetas enrevesadas, la oscuridad
pintora retrataba miles de figuras desfiguradas, que solo podía apreciar la mente
desganada, acentuadas y alteradas cada vez más, mientras se escurría la luz del cuarto;
una velada entre tú y mi mente, en la que nunca estaba presente, pues volaba con el
pensar.
Se me hace triste, todos los poemas visten de amores y musas, más nadie se ha preocupado
de los acompañantes leales. Y es que soy devoto de tu firmeza, ya que falto de divinidad,
prescencias siempre mis rezos, y quiero mirar al cielo y ver a Dios a los ojos, pero hacerlo
es imposible, siempre me topo contigo, por eso he llegado a pensar que Dios es una ilusión,
tú eres mi religión, al menos estás conmigo...
Y no es tonta la idea de considerarte un Dios, puesto que Dios acompaña y tú has estado
siempre conmigo, y dicen que una vez muertos llegamos al paraíso, una patraña mal contada,
aunque la persona haya muerto, su ataúd tendrá techadura.
REFLEJOS
En este río lácteo
los navíos no sueñan sobre el álveo
Como un guante famélico
el día se me escapa de los dedos
Me voy quedando exhausto
pero en mi torso canta el mármol
Una rueda lejana
me esconde y me suaviza
las antiguas palabras
Cae el líquido fértil de mi estatua
y los navíos cabecean
amarrados al alba.
OCASO
Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.
Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.
Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada...!
Como eres tú.
No quiero que cambies intentando convencerme,
Ni tampoco intentes complacerme.
No me decepciones, siempre he creído en ti
Y no te dejaría en este infortunio.
Piensa que es pasajero,
no durará por siempre
Y yo estaré aquí contigo.
Viéndote a los ojos hurgando en ellos
En busca de la causa que hoy te entristece.
Solo quiero saber que serás la misma
Que he conocido por años, que serás fuerte.
Que no cederás ante las adversidades
Piensa porque llegamos hasta aquí,
No temas, deja los miedos al cerrar la puerta.
Acepta el mal tiempo, así como los buenos,
Que quedaron en los rincones de tu mente.
Ahora, sonríe y abre tu alma a la razón,
Escucha lo que te dice tu yo interior.
Recuerda que te dije que te quiero,
y es para siempre, tal y como eres.
gbl
27/05/2018
Derechos Reservados de Autor
Que alguien me diga
Le pregunté al mar por el color de tus ojos,
le pregunté a la gaviota a qué hora vienes;
y me escondí en el follaje para verte llegar,
la tarde no refleja el matiz triste de mi mirada.
Me quedé velando tu sueño estando ausente en mi soledad,
dime cuando vendrás, para ver tus ojos color claridad,
y así poder vivir sin ti extrañándote sin poder morir,
con la sensación de escuchar llamándome sin saber dónde estás.
Que alguien me diga en qué lugar guardo mi tristeza,
en que rincón de mi almohada dejo mis penas ahogadas,
que alguien me diga quien enjugará mis lágrimas sin huellas,
dime por favor si hoy será la noche que vendrás.
gbl
14/10/2017
Derechos Reservados de Autor
Tormenta
Y finalmente llegó la tarde, fue como desertar del tedio y el hastío.
La esperaba viendo las horas de la mañana avanzar lentamente
bajo un cielo ennegrecido que presagiaba tormenta.
Solo comparable con las que se desatan en mi alma, inesperadas y repentinas.
gbl
10/06/2018
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Desde el 71 hasta el 80 de un total de 119 Poemas de tristeza