83 Poemas de la noche 

NOCTURNO

La fiebre atrae el canto de un pájaro andrógino
y abre caminos a un placer insaciable
que se ramifica y cruza el cuerpo de la tierra.
¡Oh el infructuoso navegar alrededor de las islas
f donde las mujeres ofrecen al viajero
la fresca balanza de sus senos
y una extensión de terror en las caderas!
La piel pálida y tersa del día
cae como la cáscara de un fruto infame.
La fiebre atrae el canto de los resumideros
donde el agua atropella los desperdicios.

Autor del poema: Álvaro Mutis

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LOS ELEMENTOS DE LA NOCHE

Bajo el mínimo imperio que el ver no ha roído
se derrumban los días, la fe, las previsiones.
En el último valle la destrucción se sacia
en ciudades vencidas que la ceniza afrenta.

La lluvia extingue
el bosque iluminado por el relámpago.
La noche deja su veneno.
Las palabras se rompen contra el aire.

Nada se restituye, nada otorga
el verdor a los campos calcinados.

Ni el agua en su destierro
sucederá a la fuente
ni los huesos del águila
volverán por sus alas.

Autor del poema: José Emilio Pacheco

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LUEGO DE UNA NOCHE SOÑARTE MI...

Enviado por alan55  Seguir

Luego De Una Noche Soñarte
Mi Presente Es Recordarte
Traer A La Memoria Como
Llenabas Mis Dias, Como
Inquietabas Mis Noches
Es No Olvidarte

Mi Futuro Es Buscarte

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DE LA LARGA NOCHE

Te vi en la larga noche por última vez
como un difuso recuerdo.
La misma noche que, sin ti,
se hizo eterna.

Vagué por los rincones de la memoria,
tratando de mantenerte viva.
Y, en cada encrucijada,
retumbaban los lamentos de mi mala suerte.

Más fue tan larga la noche,
que olvidé tu sonrisa,
que olvidé tus caricias,
que olvidé que te quería.

Autor del poema: Nemo

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QUIÉN SOIS, PEQUEÑO YO

quién sois, pequeño yo

de cinco años o seis
mirando desde una alta

ventana: el oro de

la tarde de noviembre

pensando: que si el día
tiene que hacerse noche

ésta es una hermosa manera

Autor del poema: E.E.Cummings

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A LA NOCHE

Salve, oh tú, noche serena,
Que al mundo velas augusta,
Y los pesares de un triste
Con tu oscuridad endulzas.

El arroyuelo a lo lejos
Más acallado murmura,
Y entre las ramas el aura
Eco armonioso susurra.

Se cubre el monte de sombras
Que las praderas anublan,
Y las estrellas apenas
Con trémula luz alumbran.

Melancólico ruido
Del mar las olas murmuran,
Y fatuos, rápidos fuegos
Entre sus aguas fluctúan.

El majestuoso río
Sus claras ondas enluta,
Y los colores del campo
Se ven en sombra confusa.

Al aprisco sus ovejas
Lleva el pastor con premura,
Y el labrador impaciente
Los pesados bueyes punza.

En sus hogares le esperan
Su esposa y prole robusta,
Parca cena, preparada
Sin sobresalto ni angustia.

Todos suave reposo
En tu calma, ¡oh noche!, buscan,
Y aun las lágrimas tus sueños
Al desventurado enjugan.
¡Oh qué silencio! ¡Oh qué grata
Oscuridad y tristura!
¡Cómo el alma contemplaros
En sí recogida gusta!

Del mustio agorero búho
El ronco graznar se escucha,
Que el magnífico reposo
Interrumpe de las tumbas.

Allá en la elevada torre
Lánguida lámpara alumbra,
Y en derredor negras sombras,
Agitándose, circulan.

Mas ya el pértigo de plata
Muestra naciente la luna,
Y las cimas del otero
De cándida luz inunda.

Con majestad se adelanta
Y las estrellas ofusca,
Y el azul del alto cielo
Reverbera en lumbre pura.

Deslízase manso el río
Y su luz trémula ondula
En sus aguas retratada,
Que, terso espejo, relumbran.

Al blando batir del remo
Dulces cantares se escuchan
Del pescador, y su barco
Al plácido rayo cruza.

El ruiseñor a su esposa
Con vario cántico arrulla,
Y en la calma de los bosques
Dice él solo sus ternuras.

Tal vez de algún caserío
Se ve subir en confusas
Ondas el humo, y por ellas
Entreclarear la luna.

Por el espeso ramaje
Penetrar sus rayos dudan,
Y las hojas que los quiebran,
Hacen que tímidos luzcan.

Ora la brisa suave
Entre las flores susurra,
Y de sus gratos aromas
El ancho campo perfuma.

Ora acaso en la montaña
Eco sonoro modula
Algún lánguido sonido,
Que otro a imitar se apresura.

Silencio, plácida calma
A algún murmullo se juntan
Tal vez, haciendo más grata
La faz de la noche augusta.

¡Oh! salve, amiga del triste,
Con blando bálsamo endulza
Los pesares de mi pecho,
Que en ti su consuelo buscan.

Autor del poema: José de Espronceda

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NOCTURNO

Los que auscultasteis el corazón de la noche,
los que por el insomnio tenaz habéis oído
el cerrar de una puerta, el resonar de un coche
lejano, un eco vago, un ligero ruido…

En los instantes del silencio misterioso,
cuando surgen de su prisión los olvidados,
en la hora de los muertos, en la hora del reposo,
¡sabréis leer estos versos de amargor impregnados!…

Como en un vaso vierto en ellos mis dolores
de lejanos recuerdos y desgracias funestas,
y las tristes nostalgias de mi alma, ebria de flores,
y el duelo de mi corazón, triste de fiestas.

Y el pesar de no ser lo que yo hubiera sido,
y la pérdida del reino que estaba para mí,
el pensar que un instante pude no haber nacido,
¡y el sueño que es mi vida desde que yo nací!

Todo esto viene en medio del silencio profundo
en que la noche envuelve la terrena ilusión,
y siento como un eco del corazón del mundo
que penetra y conmueve mi propio corazón.

Autor del poema: Rubén Darío

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SEPTIEMBRE

Aquella noche de septiembre, fuiste
tan buena para mí... hasta dolerme!
Yo no sé lo demás; y para eso
no debiste ser buena, no debiste.

Aquella noche sollozaste al verme
hermético y tirano, enfermo y triste
Yo no sé lo demás... y para eso,
yo no sé por qué fui triste... tan triste!

Sólo esa noche de septiembre dulce,
tuve a tus ojos de Magdala, toda
la distancia de Dios... y te fui dulce!

Y también fue una tarde de septiembre
cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
los charcos de esta noche de diciembre.

Autor del poema: César Vallejo

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EL NOCHE

Aquí llega el noche
el que tiene las estrellas en las uñas,
con caminar furioso y perros entre las piernas
alzando los brazos como relámpago
abriendo los cedros
echando las ramas sobre sí,
muy lejos.

Entra como si fuera un hombre a caballo
y pasa por el zaguán
sacudiéndose la tormenta.

Y se desmonta y comienza a averiguar
y hace memoria y extiende los ojos.

Mira los pueblos que están
unos en laderas y otros agachados en los barrancos
y entra en las casas
viendo como están las mujeres
y repasa las iglesias por las sacristías y los campanarios
espantando cuando pisa en las escaleras.

Y se sienta sobre las piedras
averiguando sin paz.

Autor del poema: Ramón Palomares

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INSOMNE

Hay algunas noches cuando
el sueño juega tímido,
distante y desdeñoso.
Y todos los engaños que empleo para ganar
sus servicios a mi lado
son inútiles como orgullo herido
y mucho más dolorosos.

Autor del poema: Maya Angelou

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