121 Poemas de muerte
Soledad
En esta oscura y desolada noche
Siento una angustia que invade mi ser
Quiero llorar, cual niño
Por ese tu cruel querer
¿Porque me dejas?
Me clavas sin piedad tu dardo ardiente,
Deseo ya morir, para así olvidarte.
Para mí la vida perdió sentido,
Mi corazón ya no resiste más,
Hasta la esperanza está perdida.
Amargo licor ayúdame a olvidar
Aquellas tardes que felices las vivimos.
La gente me llama loco ¡loco! Si
Tu sonrisa mi cordura se llevó.
Quiero plasmar en este viejo papel
Todo el amor que llevo en mi corazón
Solo él será testigo
De esta noche de desvelo.
Llorando y con el alma hecho pedazos
Mi corazón está sangrando
Y en cada gota que derramo
Se une a mi pluma
Para escribir tú nombre.
Ya no quiero más noches de insomnio
Pues ya ni dormir puedo
En mis sueños me persigue tu recuerdo.
Quiero huir sin rumbo cierto
Para buscar mi paz
La muerte es mi único remedio
Para así olvidarte
Hoy invoco a su nombre
Muerte fría y súbita, ven calma mi tormento,
Ven que para mí la vida ya perdió sentido
La niña de mis ensueños por siempre se alejó,
Sin ella ya no puede existir vida para mí,
Ven triste y súbita muerte
A poner fin a mí tormento.
Soledad que desde que mi amada se fue
Tu conmigo siempre estas
Soledad, soledad
Si la ves a mi nada dile
Que siempre en mi corazón esta.
CUANDO TENGAS GANAS DE MORIRTE
Cuando tengas ganas de morirte
esconde la cabeza bajo la almohada
y cuenta cuatro mil borregos.
Quédate dos días sin comer
y verás qué hermosa es la vida:
carne, frijoles, pan.
Quédate sin mujer: verás.
Cuando tengas ganas de morirte
no alborotes tanto: muérete y ya.
BAJO TIERRA ESTARÁS
Bajo tierra estarás,
nunca de ti,
muerta, memoria habrá
ni añoranza; que a ti
de este rosal
nada las Musas dan;
ignorada también,
tú marcharás
a esa infernal mansión,
y volando errarás,
siempre sin luz,
junto a los muertos tú.
SI HABLO DE LA MUERTE
Si hablo de la muerte es porque me muero
y al fin y al cabo más vale hablar de cosas
que hemos conocido intensamente.
Mi muerte, por ejemplo, la tengo bien sabida,
hace mucho tiempo que convivimos y aún
conviviremos mucho tiempo, hasta que se resuelva
de un golpe para siempre el pleito, que nunca aporta,
pese a su alboroto, singulares sorpresas.
Será entonces el momento de la elegía
y alguien habrá para hacerme el panegírico
(en catalán, por favor, y en decasílabos)
que yo, bueno y muerto, escucharé con respeto.
Mientras tanto hablo de la muerte, tal vez
porque es lo que tengo más vivo y próximo,
por no caer en sutiles pedanterías
que, una a una, no llevan a ninguna parte.
Hablo, pues, de la muerte, y además me muero.
No se puede pedir más honradez.
CAMPOSANTO EN EL SUR DE ESCOCIA
Acotado del hombre y al borde de una sima
donde el torrente espuma, veréis el cementerio.
Allí la liebre alcanza su más tranquilo sueño
y los elfos, nevados de luna, entran y danzan
para crédulos ojos. De aquelarre ni templo
no queda ya vestigio, pero allí se deslizan
desconsoladas gentes, que con velada angustia
le lloran su oración al viento y al celaje.
No hay tumbas orgullosas. Mas rudos caballeros,
que esculpiera el humilde querer de tiempos idos,
en tierra yacen, entre verdores de cicuta;
no es una mezcla triste, si quiebra el alba clara
el resplandor del césped, y cerca, en los arbustos,
coros primaverales entonan su alborozo.
Reina Parca
Enviado por j_manuelcar Seguir
Besando la daga ruinosa,
el sabor del presentimiento.
Duerme sobre otros muertos,
vencida y fría. Menuda y gris.
Y se sintió miserable,
la última en pie.
Culpable sin duda,
ella era culpa.
Acaricia casas vacías
con la pena de su mano.
Truena el aliento joven y
aborda el ánima.
Y se siente miserable,
la última en pie.
Culpable sin duda,
ella era culpa.
Susurra espinas.
Amamanta cuervos.
La serpiente, tan inmortal,
y su cola y colmillos gastados.
Y se sentirá miserable,
la última en pie.
Culpable sin duda,
ella era culpa.
Miedo a la muerte
Imagínate no tener consciencia
durante el resto de eternidad,
perder el sentido y la coherencia,
que el tiempo pierda su identidad,
que no haya vuelta a la realidad,
que se desvanezca tu presencia
llenándolo todo de oscuridad.
Que tu esperanza no esté perdida
y creer que puedes desprenderte,
solo agrava mucho más la herida,
pues la lógica cual contrafuerte,
amenazante y cruel nos advierte,
que es posible escaparte a la vida,
pero no el escapar de la muerte.
Feliz la ansiedad, favorecida,
triste enfermedad, tan quejumbrosa,
pensando que no hay forma conocida
de evitar la soledad más espantosa,
la que a mayor edad, más poderosa,
y que va de ganadora extrovertida
dejando mi felicidad tan temerosa.
Parece un chiste de mal gusto
vivir como esclavos de un destino,
este final exuberante de disgusto
lo tendrá hasta el más grande peregrino,
y me doy cuenta con un llanto cristalino
que el Dios de la vida es muy injusto,
al solo darnos tres gotas de su vino.
Aún con oro, no vas a lograr nada,
aún con plata, tu familia morirá,
aún con cobre, la moneda más pesada,
la fortuna de dinero ya no te salvará.
Y la esperanza que perdura, aún lo hará,
más cada alma existente y prolongada,
la muerte algún día le llegará.
Somos tristemente un leve instante
entre dos eternidades muy oscuras;
la vida es una joya deslumbrante,
que encandila con sus finas vestiduras,
y cegados por miserias y amarguras,
me dan ganas de volverme un ignorante,
y olvidarme de que cobrarán facturas.
ERA MUY NIÑO
Era muy niño cuando descubrí
que la gente se moría.
Eso
no lo he olvidado nunca;
siempre está presente en mí.
¿QUÉ ES MORIR?
-¿Qué es morir?
-Morir es
Alzar el vuelo
Sin alas
Sin ojos
Y sin cuerpo.
VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.
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