121 Poemas de muerte 

EL ATARDECER

Es el atardecer cuando uno se aleja,
a la caída del sol.

Es entonces cuando se abandona todo.

El pensamiento recoge su tolda de tela de araña
y el corazón olvida el porqué de su angustia.
El caminante del desierto abandona su campamento,
que pronto desaparecerá bajo la arena,
y continúa su viaje en la quietud de la noche,
guiado por enigmáticas estrellas.

Autor del poema: Pär Lagerkvist

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Cobarde

Enviado por matiaspsycho  Seguir

Que si la muerte me busca que me encuentre porque soy tan cobarde que no me escondo tengo tanto miedo que no lloro porque cuando uno mas la busca no la encuentras

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mariposas negras

Enviado por andre  Seguir

22-03-2019 la nostalgia si que se siente y viene con su toque de melancolía

se acerca el final de marzo, se acerca y viene abrazada de su tiempo tan frió
ahí va y ellos ahí vienen, fríos, con la piel empapada en si entre la sangre tibia
ahí vienen con sus cintas negras, sus llantos y rosas efímeras

final de marzo y ellos se van
con sus cuerpos sangrientos, con la piel remendada y hasta los bellos. eso es todo, es lo que ofrece la oscuridad

un final de marzo sin fin, ya eterno, cansado, mojado, y hasta empapado

se sienten agujas en el corazón. y el estomago una vez mas lleno y hasta el tope de mariposas

mariposas de la oscuridad. de las tormentas penumbrosas
mariposas, mariposas negras.

mariposas negras eso es lo que son y lo que serán. hoy, mañana, y siempre que recuerden y en ironía cada una de las heridas que causaron.

22-03-2019
A todos los caídos en la profundidad del conflicto armado
en especial a esos dos hombres que fueron decapitados en la comunidad del policarpa.

Autor: Andre Pantoja

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2059

He imaginado siempre el día de mi muerte.
Incluso en la niñez, cuando no existe.

Soñaba un fin heroico de planetas en línea.
Cambiar por Rick mi puesto, quedarme en Casablanca
sumergirme en un lago junto a mi amante enfermo
caer como miliciana en una guerra
cuyo idioma no hablo.
Siempre quise una muerte a la altura de la vida.

Dos mil cincuenta y nueve.
Las flores nacen con la mitad de pétalos
ejércitos de zombis ocupan las aceras.
Los viejos somos muchos
somos tantos
que nuestro peso arquea la palabra futuro.
Cuentan que olemos mal, que somos egoístas
que abrazamos
con la presión exacta de un grillete.

Estoy sola en el cuarto.
Tengo ojos sepultados y movimientos lentos
como una tarde fría de domingo.
Dientes muy blancos adornan a estos hombres.
No sonríen ni amenazan: son estatuas.
Aprisionan mis húmeros quebradizos de anciana.
No va a doler, tranquila.
Igual que un animal acorralado
muerdo el aire, me opongo, forcejeo,
grito mil veces el nombre de mi madre.
Mi resistencia choca contra un silencio higiénico.
Hay excesiva luz y una jeringa llena.

Tenéis suerte, -mi extenuación aúlla-,
si estuviera mi madre
jamás permitiría que me hicierais esto.

Autor del poema: Raquel Lanseros

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EN LA MUERTE DE LAURA

Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,

Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!

¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía...

Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.

Autor del poema: Francesco Petrarca

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LA BELLEZA Y LA MUERTE

La belleza y la muerte son dos cosas profundas,
con tal parte de sombra y de azul que diríanse
dos hermanas terribles a la par que fecundas,
con el mismo secreto, con idéntico enigma.

Oh, mujeres, oh voces, oh miradas, cabellos,
trenzas rubias, brillad, yo me muero, tened
luz, amor, sed las perlas que el mar mezcla a sus aguas,
aves hechas de luz en los bosques sombríos.

Más cercanos, Judith, están nuestros destinos
de lo que se supone al ver nuestros dos rostros;
el abismo divino aparece en tus ojos,

y yo siento la sima estrellada en el alma;
mas del cielo los dos sé que estamos muy cerca,
tú porque eres hermosa, yo porque soy muy viejo.

Autor del poema: Víctor Hugo

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Querida

Enviado por sidney  Seguir

Han pasado años querida..
Años de tu partida, los cuales han sido muy dolorosos para mí

Aún no supero tu partida, incluso he llegado a odiarte...
No debiste haberme dejado, No debiste haberme mentido

¿Que pasó querida? ¡dijiste que volverias!
Han pasado años y no te veo aquí.

Siempre me pregunto por que saltaste de aquel puente...
Así que suelo sentarme en aquel lugar y miro, miro hacia abajo
Es tan tenebroso y tan relajante a la vez,
El querer saber que hay mas alla de aquella infinidad

Muchas veces la veo al final, veo a aquella mujer de la que tantas veces me hablaste, y ahí está, tan delgada y blanca a la vez...
Suele decir tu nombre, suele decir saber donde estás

Y querida talvez sea hora de atravezar todas aquellas barreras infinitas que recubren nuestras mentes, talves sea hora de enfrentar el miedo a la muerte

Talvez sea hora de dejar todo atras,
Talvez sea hora de acabar con mi vida...
Aunque esta se acabó con tu partida.

Talvez sea hora de aceptar que la vida es algo sobrevalorado sin valor, y que la muerte es el único remedio para nuestras penas

Así que querida, iré por tí , saltaré a esa profunda oscuridad, iré con aquella mujer para encontrarte

Despues de todo daría mi vida por tí mi querida

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EL JARDÍN SOLARIEGO

Las fuentes resecas, las rosas terminan.
Incienso de muerte. Tu día se acerca.
Las peras engordan como Budas mínimos.
Una azul neblina, rémora del lago.

Y tú vas cruzando la hora de los peces,
los siglos altivos del cerdo:
dedo, testuz, pata
surgen de la sombra. La historia alimenta

esas derrotadas acanaladuras,
aquellas coronas de acanto,
y el cuervo apacigua su ropa.
Brezo hirsuto heredas, élitros de abeja,

dos suicidios, lobos penates,
horas negras. Estrellas duras
que amarilleando van ya cielo arriba.
La araña sobre su maroma

el lago cruza. Los gusanos
dejan sus sólitas estancias.
Las pequeñas aves convergen, convergen
con sus dones hacia difíciles lindes.

Autor del poema: Sylvia Plath

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NOCHE DEL TEMPRANO ESTÍO

El cielo tormentoso,
y un tilo en el jardín,
en pie, tiembla.
Es tarde ya.
Un pálido relámpago
vemos en el estanque
permanecer, con ojos
grandes, humedecidos.

Las flores se mantienen
en tallo fluctuante
y afiladas guadañas
se acercan más y más.

El cielo tormentoso
trae un aire pesado.
Mi chica se estremece:
«¿Lo sientes tú también?»

Autor del poema: Hermann Hesse

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EL AMIGO QUE DUERME

¿Qué le diremos esta noche al amigo que
duerme?
La palabra más tenue nos sube a los labios
desde la pena más atroz. Miraremos al amigo,
sus inútiles labios que no dicen nada,
quedamente hablaremos.
La noche tendrá el rostro
del antiguo dolor que cada tarde resurge,
impasible y vivo. El silencio remoto
sufrirá como un alma, mudo, en la oscuridad.
Le hablaremos a la noche, que levemente
respira.
Oiremos los instantes goteando en lo oscuro,
más allá de las cosas, en la ansiedad del alba
que vendrá de improviso esculpiendo las cosas
contra el silencio muerto. La luz inútil
develará la faz absorta del día. Los instantes
callarán. Y hablarán quedamente las cosas.

Autor del poema: Cesare Pavese

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