109 Poemas de soledad 

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HAY UN TIGRE EN LA CASA

Hay un tigre en la casa
que desgarra por dentro al que lo mira.
Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,
y sólo puede herir por dentro,
y es enorme:
más largo y más pesado
que otros gatos gordos
y carniceros pestíferos
de su especie,
y pierde la cabeza con facilidad,
huele la sangre aun a través del vidrio,
percibe el miedo desde la cocina
y a pesar de las puertas más robustas.

Suele crecer de noche:
coloca su cabeza de tiranosaurio
en una cama
y el hocico le cuelga
más allá de las colchas.
Su lomo, entonces, se aprieta en el pasillo,
de muro a muro,
y sólo alcanzo el baño a rastras, contra el techo,
como a través de un túnel
de lodo y miel.
No miro nunca la colmena solar,
los renegridos panales del crimen
de sus ojos,
los crisoles de saliva emponzoñada
de sus fauces.

Ni siquiera lo huelo,
para que no me mate.

Pero sé claramente
que hay un inmenso tigre encerrado
en todo esto.

Autor del poema: Eduardo Lizalde

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Hoy quiero pedirme perdón.

Enviado por yazmin1olivares  Seguir

Le he pedido perdón a cada uno de las personas que estuvieron en mi vida incluso el que en ningún momento le hice daño, pero... y que pasa conmigo soy la ultima en mi lista a pesar que me he dañado mentalmente diciendo cosas negativas de mi, dudando de mi y claro también saboteándome cada una de las cosas que hago. Es como si yo sola me agarrara los pies para caer una y otra vez, parece que yo sola camino hacia la borda arrojándome en el infinito mar. Me siento mas pequeña que todos teniendo el derecho de destruirme antes que el sol salga, antes que mi habitación se llene de luz y llego a pensar que los sueños se hicieron para todos excepto para mi no. Hoy quiero pedirme perdón por ser yo misma quien me ponga etiquetas, y dejo que otras tengan control en mi, pensando que lo que yo deseo no es importante... perdóname por a ver dejado ir oportunidades en mi vida... perdóname por haber dejado de derramar lagrimas aun cuando ya no aguantaba mas, perdóname por no decir las palabras que emergen de mi perdóname por almacenar todo en mi. Me perdono por a ver despreciado cada una parte de mi, perdóname por no valorar lo maravillosa que soy. Me perdono pero no vuelvas a dudar en ningún momento de ti eres maravillosa

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A LA SOLEDAD

¡Oh, Soledad! Si contigo debo vivir,
Que no sea en el desordenado sufrir
De turbias y sombrías moradas,
Subamos juntos la escalera empinada;
Observatorio de la naturaleza,
Contemplando del valle su delicadeza,
Sus floridas laderas,
Su río cristalino corriendo;
Permitid que vigile, soñoliento,
Bajo el tejado de verdes ramas,
Donde los ciervos pasan como ráfajas,
Agitando a las abejas en sus campanas.
Pero, aunque con placer imagino
Estas dulces escenas contigo,
El suave conversar de una mente,
Cuyas palabras son imágenes inocentes,
Es el placer de mi alma; y sin duda debe ser
El mayor gozo de la humanidad,
Soñar que tu raza pueda sufrir
Por dos espíritus que juntos deciden huir.

Autor del poema: John Keats

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EN MI FLOR ME HE ESCONDIDO

En mi flor me he escondido
para que, si en el pecho me llevases,
sin sospecharlo tú también allí estuviera...
Y sabrán lo demás sólo los ángeles.
En mi flor me he escondido
para que, al deslizarme de tu vaso,
tú, sin saberlo, sientas
casi la soledad que te he dejado.

Autor del poema: Emily Dickinson

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NOCHE INVERNAL DE UN ANCIANO

Más allá de las puertas, a través de la helada
que cubre la ventana formando unas estrellas
dispersas-, en la sombra, el mundo esta mirando
su cara: está vacía la habitación. Y duerme.
La lámpara inclinada muy cerca de su rostro
le impide ver el mundo. Ya no recuerda nada.
Y la vejez le impide recordar en qué tiempo
llegó hasta estos lugares, y por qué está aquí solo.
Rodeado de toneles se encuentra aquí perdido.
Sus pasos temblorosos hacen temblar el sótano:
lo asusta con sus pasos temblorosos: y asusta
otra vez a la noche (la noche de sonidos
familiares ). Los árboles aúllan allá afuera;
todas las ramas crujen. Una luz hay tan sólo
para su rostro, quieta, una luz en la noche.
A la Luna confía -en esa Luna rota
que por ahora vale más que el sol- el cuidado
de velar por la nieve que yace sobre el techo,
de velar los carámbanos que cuelgan desde el muro.
Sigue durmiendo. Un leño se derrumba en la estufa.
Despierta con el ruido. Sobresaltado cambia
de lugar. Es la noche. Respira suavemente.
No puede un viejo solo llenar toda una casa,
un rincón de los campos, una granja. No puede.
Así un anciano guarda la casa solitaria,
en la noche de invierno. Y está solo. Está solo.

Autor del poema: Robert Frost

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DE LA INACCIÓN

Es una ardua espera;
ver los días pasar,
ver las noches llegar.
Y excepto las horas, nada pasa y nada queda.

Quema esta soledad.
Familia, amigos y conocidos,
empiezan a ser anodinos.
Y nada pasa, nada queda.

Y siguen turnándose los soles
a los que oigo reír de que esté sólo.
Solo tengo el desespero de una ansiedad no resuelta
porque nada pasa y nada queda.

Autor del poema: Nemo

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EL VINO TRISTE (segunda versión)

Lo difícil es sentarse sin hacerse notar.
Lo demás viene por sí mismo. Tres tragos
y regresan las ganas de pensarlo a solas.
Se abre un fondo de zumbidos distantes,
toda cosa se pierde y resulta un milagro
haber nacido y mirar el vaso. El trabajo
(el hombre solo no puede no pensar en el
trabajo)
vuelve a ser el antiguo destino de que es bello
sufrir
para poder pensarlo. Después, los ojos miran
al vacío, dolientes, como agujeros ciegos.
Si este hombre se levanta y va a dormir a su
casa,
parece un ciego que perdió el camino.
Cualquiera
puede salir de una esquina y molerlo a golpes.
Puede surgir una mujer y tenderse en la calle,
joven y hermosa, bajo otro hombre, gimiendo
como en otro tiempo una mujer gemía con él.
Pero este hombre no mira. Se va a su casa a
dormir
y la vida no es más que un zumbido de silencio.
Desvestido, este hombre mostraría miembros
extenuados
y una cabellera brutal, alborotada. ¿Quién diría
que a este hombre lo recorren tibias venas
donde un tiempo la vida quemaba? Ninguno
creería que en otros tiempos una mujer acarició
ese cuerpo y lo besó, ese cuerpo tembloroso,
empapado de lágrimas, ahora que el hombre,
en su casa, intenta dormir sin lograrlo y gime.

Autor del poema: Cesare Pavese

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SOLO

En las montañas o el mar
sentirme solo, aire, viento,
árbol, cosecha estéril.
Sonrisa, rostro, cielo y
silencio, en el Sur, o en
el Este, o en el nacimiento
de un nuevo río.
Lluvia, viento, frío
y azota.
Costa, relámpago, esperanza,
en las montañas o en el
mar.
Solo, solo,
sólo tu sola risa,
sólo mi solo espíritu,
solo
mi soledad
y
su
silencio.

Autor del poema: Javier Heraud

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Madrugadas de Soledad

Enviado por bertolinis  Seguir

Soledad, en esta madrugada
dejame vivir conmigo mismo
no me traigas viejos fantasmas.

Quiero ser suficiente ante mi amargura.

En estas canciones que escucho,
en estas lágrimas que corren
en estas poesías
quiero dejar de sentir y volar lejos de mí.

No me rescates, quiero dejar de ser este vacío.

Sostengo un collar hecho de un llavero
de un viejo amor en mi pecho vacío
y por eso quiere explotar.

Recordame porque yo ya no sé quién soy.

Me siento perdido
porque cada recuerdo de esa lujuria
está empeñado.

Dejame verte porque pierdo imagen
.
Quiero recostarme
en tus brazos, sentirme a salvo
en esta cama nueva solo siento opresión.

No quiero más dolor aunque eso sea vivir.

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Hay una chica ahí...

Enviado por rogeralvarez-1  Seguir

Hay una chica despeinada
acostada en su cama…
Tiene los ojos tristes,
parece ser que hoy no le ha ido bien…

Hay una chica triste
intentando no llorar…
Su corazón está roto.
Parece estar algo cansada,
lleva días encerrada.

Hay una chica tomando medicinas
encerrada en el baño a tan altas horas de la madrugada.
Nadie la ha visto,
Nadie sabe nada…
Nadie intenta salvarla…
Tiene cicatrices en todo su cuerpo.

Hay una chica ahí, despierta pensando todas las noches
en la manera de como suicidarse.
Y sus padres no lo saben.
Están demasiado ocupados como para darse
cuenta de su princesa.

Hay una chica en el baño, está vomitando
y sus manos están sangrando…
Que alguien la ayude…
Que alguien la salve….
Que alguien haga algo…

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