484 Poemas de amor 

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Tu caballero

Enviado por lufealfe  Seguir

Mi querida señorita, a través de versos y escritura, quiero expresar cada una de mis partituras, cada una de mis emociones, cada una de mis conclusiones hacia ti.

Adorable ser del cielo que mi mente repletas de lujuria y cada parte de mi ser inundas con anheló.

Mi deseo es observar aquella sonrisa que brilla en el cielo.

En mi ser no logro distinguir ningún otro sentimiento que no sea amor y deseo.

Mi bella dama inalcanzable como la más lejana estrella, pero, sin importar aquello este humilde vasallo trabajará incansablemente para volverme tu caballero, con mi espada te juro lealtad y con mi escudo te guardaré de todo mal.

Magnánima dama, mi espada y escudo están destinados para protegerte y aunque me faltará alguno de ellos, dispondré mi pechera para salvaguardarte y aunque mi cuerpo no fuese lo suficiente, mi espíritu estará para protegerte

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Juntar el viento.

Enviado por lilith  Seguir

La ciudad esta vacía

Corre una brisa suave de verano

El sol calienta la arena

Hay un tranvía abandonado

El viento susurra tu nombre

y quiero juntar el viento

Juntar el viento

Para verte de nuevo



Tus ojos atraviesan el mar

En estas calles abandonadas

El cielo es azul

Mis alas fueron cortadas

Bajo el amanecer

El viento se junta

Matando el tiempo

Vi a través del cristal roto

Estabas tu.

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EL TIERNO Y PELIGROSO ROSTRO DEL AMOR

El tierno y peligroso
rostro del amor
se me apareció una noche
después de un día muy largo
Era quizá un arquero
con su arco
o bien un músico
con su arpa
Yo no sé más
Yo no sé nada
Todo lo que yo sé
es que me ha herido
quizá con una flecha
quizá con una canción
Todo lo que yo sé
es que me ha herido
herido en el corazón
y para siempre
Ardiente demasiado ardiente
herida del amor.

Autor del poema: Jacques Prévert

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AMOR Y UNA PREGUNTA

Un extraño llegó hasta la puerta en el ocaso,
Y habló con el justo novio.
Llevaba una vara blanca y verde en la mano,
Que a su vez sostenía todas sus cargas.
Preguntó, más con los ojos que con los labios,
Si habría refugio para él durante la noche,
Y se volvió para mirar la distancia del camino,
Sin luces ni ventanas iluminadas.

El novio dio un paso y cruzó la puerta diciendo:
Miremos hacia el cielo,
Y preguntemos por la noche que vendrá,
Tú y yo, extraño compañero.
Las hojas de la vid cubrían el patio,
Los frutos de la vid eran azules,
Otoño, si, pero el invierno estaba en el viento;
Extraño, ojalá lo supiera.

Dentro, la novia yacía sola en el atardecer,
Inclinada sobre el fuego del placer,
Su rostro brillaba rojo frente al carbón,
Y rosa era el deseo y el pensamiento del corazón.

El novio observó el camino desgastado,
Sin embargo la vio a ella en el interior,
Y deseó su corazón en un cofre de oro,
Inmóvil con un alfiler de plata.

El novio pensó en un pequeño regalo,
Algo de pan, una bolsa para el descanso,
Una oración sincera por los pobres de Dios,
O para los ricos una humilde maldición.

Pero si aquel extraño fue consultado o no,
Sobre la muerte del amor de dos,
Por albergar la pena en la noche que vendrá,
El novio nunca lo supo, pero deseó saberlo.

Autor del poema: Robert Frost

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Mística

Enviado por danteverne  Seguir

Tú, ventana a un oráculo, pronombre,
misterio donde el mundo se derrama
ingrávida del peso de tu nombre,
huérfana de delirios, amalgama.

Tú, prodigio o promesa donde este hombre
se arroja -sin dudar- y te reclama,
mística voluntad de fluir, que asombre
a todo aquel que amó y que aún hoy ama.

Tú, piel deshabitada por el tiempo,
estandarte inmortal omnipresente,
ritual, liturgia, culto y devoción,

anónima bandera que a destiempo
izo sobre tu cuerpo complaciente,
tú, mi tierra, mi vida, mi nación.

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SEGURO QUE ESTA HISTORIA TE SUENA

Al fondo de la barra
una mujer; una
mujer en principio
como tantas: que fuma,
bebe, ríe, charla, y se echa
la melena para atrás;
ya digo, como tantas.

Hasta que su
mirada se cruza acaso
con la tuya
-o a ti te lo parece-,
y por un breve
instante
el tiempo se detiene,
y esa mujer es única,
y todo cambia,
y todo puede pasar.

Todo.

También
-como sucede
casi siempre-,
absolutamente nada.

Autor del poema: Karmelo Iribarren

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MERECES UN AMOR QUE TE QUIERA DESPEINADA

Mereces un amor que te quiera despeinada,
incluso con las razones que te levantan de prisa
y con todo y los demonios que no te dejan dormir.

Mereces un amor que te haga sentir segura,
que pueda comerse al mundo si camina de tu mano,
que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel.

Mereces un amor que quiera bailar contigo,
que visite el paraíso cada vez que ve tus ojos
y que no se aburra nunca de leer tus expresiones.

Mereces un amor que te escuche cuando cantas,
que te apoye en tus ridículos,
que respete que eres libre,
que te acompañe en tu vuelo,
que no le asuste caer.

Mereces un amor que se lleve las mentiras,
que te traiga la ilusión,
el café
y la poesía.

Autor del poema: Frida Kahlo

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FILOSOFÍA DEL AMOR

Las fuentes se mezclan con el río,
Y los ríos con el océano;
Los vientos del cielo se mezclan para siempre,
Con una dulce emoción;
Nada en el mundo es único,
Todas las cosas por ley divina
Se completan unas a otras:
¿Por qué no debería hacerlo contigo?

Mira, las montañas besan el alto cielo
Y las olas se acarician en la costa;
Ninguna flor sería hermosa
Si desdeña a sus hermanos:
Y la luz del sol ama la tierra,
Y los reflejos de la luna besan los mares:
¿De qué vale todo este amor
Si tú no me besas?

Autor del poema: Percy Bysshe Shelley

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A VECES CRUZA MI PECHO DORMIDO

A veces cruza mi pecho dormido
una alada magnolia gimiendo,
con su aroma lascivo, una campana
tocando a fuego, a besos,
una soga llanera
que enlaza una cintura
una roja invasión de hormigas blancas,
una venada oteando el paraíso
jadeante, alzado el cuello
hacia el éxtasis,
una falda de cámbulos
un barco que da tumbos
por ebrio mar de noche y de cabellos,
un suspiro, un pañuelo que delira
bordado con diez letras
y el laurel de la sangre,
un desbocado vendaval, un cielo
que ruge como un tigre,
el puñal de la estrella fugaz
que sólo dos desde un balcón han visto,
un sorbo delirante de vino besador
una piedra de otro planeta silbando
como la leña verde cuando arde,
un penetrante río que busca locamente
su desenlace o desembocadura
donde nada la Bella Nadadora,
un raudal de manzana y roja miel
el arañazo de la ortiga más dulce
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio,
un clarín victorioso levantado hacia el alba
la doble alondra del color del maíz
volando sobre un celeste infierno
y veo, dormido, un precipicio súbito
y volar o morir...

A veces cruza mi pecho dormido
una persona o viento,
un enjambre o relámpago,
un súbito galope:
es el amor que pasa en la grupa de un potro
y se hunde en el tiempo hacia el mar.

Autor del poema: Eduardo Carranza

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MI PRINCESA

Enviado por lufealfe  Seguir

Un día en tu habitación te diriges al espejo y en tu reflejo,
Notas que te ves como una princesa de un cuento de hadas,
Ya que tu sonrisa deshabilita cualquier maleficio,
Tu voz llena de coraje al guerrero más cobarde,
Tu sola presencia ilumina el campo de combate y
Con ella domas a las bestias salvajes;
con palabras detienes los desastres.

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