121 Poemas de muerte
XXXVI
No será la muerte por fin
Una cocina interminable?
Qué harán tus huesos disgregados,
Buscarán otra vez tu forma?
Se fundirá tu destrucción
En otra voz y en otra luz?
Formarán parte tus gusanos
De perros o de mariposas?
CERDO
Oh tú máquina de tocino marrón,
cuán dulcemente yaces,
engordando una libra y media por día,
tú, par de calcetines enrollados,
tú, pesadilla de perro,
tú, con el hocico aplastado
pero las orejas extendidas,
tus ojos blandos como huevos,
cerdo, grande como un cañón,
cuán dulcemente yaces.
Por la noche estoy tendida en mi cama
en el armario de mi mente
y cuento cerdos en un corral,
marrones, moteados, blancos, rosados, negros,
avanzan por la lanzadera hacia la muerte
del mismo modo en que mi mente avanza
buscando su propia pequeña muerte.
Temple
Me verás surgir y caer
Reduciendo las escamas, deslumbrando la piel
Re descubriendo la sed
Desde la nube negra que me condeno a ser
Donde condecoro mi condición de fiel
Tus pupilas me buscan quieto, me encuentran neutro
Recostado, subyugado en panteones de filtros
Tanta verborragia no te deja ver la magia
Que en tu simpleza se esconde la codicia que refina
Y somos gatos
Y somos neblina
Negros como ayer pero iluminados en luces vespertinas
En tus vísceras entra el pensamiento, el lúgubre fuego
De que soy capaz de balancearme desde el puro oxígeno
Alto e inalcanzable como la destrucción del tiempo
Pero en la noche y si precisas atrapar al patetismo conociendo el juego
Vislúmbrame, congelando hamacas, tiñendo sueños
Corriendo del viento, mintiendo y queriendo
Porque al final del día
Cuando sus dientes van enmarilleciendo
Tiemblo
Al mismo tiempo que las luces, los agasajados, tus estruendos
Buscan sin piedad y sin desprecio
La cola de un gato negro.
FINAL
Ha muerto un hombre y están juntando su sangre en cucharitas,
querido Juan, has muerto finalmente.
De nada te valieron tus pedazos
mojados en ternura.
Cómo ha sido posible
que te fueras por un agujerito
y nadie haya ponido el dedo
para que te quedaras.
Se habrá comido toda la rabia del mundo
por antes de morir
y después se quedaba triste triste
apoyado en sus huesos.
Ya te abajaron, hermanito,
la tierra está temblando de ti.
Vigilemos a ver dónde brotan sus manos
empujadas por su rabia inmortal.
FUNERAL BUCÓLICO
I
Su esfera de cristal la luna apaga
En la pálida niebla de la aurora
Y la brisa del mar fresca y sonora
Entre los pinos de la costa vaga.
Aquí murió de amor en hora aciaga
Mirtilo, y Bala su rebaño; llora
La primavera y le tributa Flora
Rústico incienso cuyo olor embriaga.
Allí la pira está; doliente y grave
Danza emprenden en torno los pastores
Coronados de cipo y de verbena;
La selva plañe con murmullo suave
Y yace, de Mirtilo entre las flores,
Oliendo a mil aún la dulce avena.
II
Mas llegan los pastores en bandadas
Al reír la mañana en el Oriente;
Mezclan su voz al cántico doliente
Y se abren las violas perfumadas.
Ya se tornan guirnaldas animadas
Las danzas ; ya las mueve ritmo ardiente
Al que hacen coro en la vecina fuente
Faunos lascivos y risueños driadas.
Vibra Febo su dardo de diamante;
El baile raudo gira, el seno opreso
De las pastoras rompe en delirante
Grito de amor que llena el aire en ceso.
Mirtilo, el boquirrubio, en ese instante
Vuelto habría a la vida con un beso.
III
Unese a los sollozos convulsivos
De los abiertos labios, el sonoro
Choque, ya recogen el caliente lloro
Las rojas bocas en los ojos vivos.
¡Homenaje a Mirtilo! ¿Cómo esquivos
podrían ser sus manes a ese coro?
Al soplo del amor y en barca de oro
Su alma huía los cármenes nativos.
Las tazas nuevas en que hierve pura
La leche vierten del redondo seno
A torrentes su nítida blancura.
Sobre el fúnebre altar de aromas lleno
El fuego borda al fin la pira oscura
Y asciende el sol en el zafir sereno.
IV
Crece la hoguera, muerde con enojo
Las ramas cuya esencia bebe el viento
Y el baile muere al exhalar su aliento
La última llama en el postrer abrojo.
En un vaso de arcilla negro y rojo,
Recogen las cenizas al momento
Los pastores y en tosco monumento
Guardan píos el mísero despojo.
Duerme Mirtilo; floresta Umbría
Que en tu sepulcro abandonado vierte
Su inefable y serena poesía,
No olvidará tu dolorosa suerte:
Ni de tu amor la efímera elegía,
Ni tus bodas eternas con la muerte.
RECOGIMIENTO
Sé sabia, Pena mía, y permanece en calma.
Reclamabas la Noche; ya desciende, hela aquí:
Envuelve a la ciudad una atmósfera oscura
A unos la paz trayendo y a los más la zozobra.
Mientras que la gran masa de los viles mortales,
Del Placer bajo el látigo, ese verdugo impávido,
Cosecha sinsabores en la fiesta servil,
Ofréceme tu mano, Pena mía, ven aquí
Lejos de ellos. Mira balancearse los años transcurridos
Con vestidos ridículos, sobre las balaustradas
Del cielo; la nostalgia burlona ya emerge de las aguas;
Descansa bajo un arco el moribundo sol
Y, tal enorme sudario rezagado, hacia Oriente,
Oye, querida, oye cómo avanza la Noche.
QUÉ RUIDO TAN TRISTE
Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.
Las flores son arena y los niños son hojas,
y su leve ruido es amable al oído
cuando ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando besan el fondo
de un hombre joven y cansado
porque antaño soñó mucho día y noche.
Mas los niños no saben,
ni tampoco las manos llueven como dicen;
así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños,
invoca los bolsillos que abandonan arena,
arena de las flores,
para que un día decoren su semblante de muerto.
IN MEMORIAM
El miedo como un pez escurridizo,
lento como la cámara
lenta,
borroso bajo el agua, irreal, diluido.
Desde este lado de la orilla, el taxi
corre hacia el hospital.
El miedo de las oraciones
que recitas, inútiles,
tan necesarias ahora
que subes por la escala que teje el desamparo.
Segundo piso. Planta. Todo perdido. Oscuro.
El Muerto no está muerto
(mi hermano y su crudeza).
El Muerto (y esa risa
nerviosa) no está muerto,
pero ya se reparten
el sueldo las urracas.
Mi hermano otra mañana:
Esta vez es la buena, la mala, ahora ya está.
Otra vez el teléfono, frío como los peces
de montaña, nerviosos, duros, huecos, estériles.
Desde este lado de la vida, el metro
devora (línea 2) las estaciones:
Las Musas, Esperanza
(dos muchachas transbordan hacia Prosperidad).
Dentro de la oficina
el muerto enciende
las pantallas y piensa
en el Muerto, en un taxi
que no devora ya
las 10 de la mañana.
Lejos de todo, huyendo (la historia de tu vida
pasa en 15 segundos, como dicen que pasa
a los muertos. Agonizar también
es tu forma de vida).
El miedo, un nombre nuevo.
El miedo, el sobrenombre
que el cobarde le da a su cobardía.
Introduzca la clave,
(enter the password).
Con una mezcla ácida de soledad, egoísmo,
rabia, pena, cansancio, lástima
de sí mismo,
el muerto escribe:
Amén.
Catástrofe emocioal
Flores rojas te lleve pero al colocarlas negras quedaron , arrodillado tocando tierra , escucho como los gusanos comen tus entrañas y siento como tu lápida guarda tristes lágrimas , deje mis penas en aquel lugar oscuro pero las pesadillas de tu muerte me dejan mudo , pienso cumplir la promesa que te hice ya no puedo soportar la presión , me mencionan un dios, con el que tengo una guerra interna de odio y un demonio que no logro sacarlo de mi subconsciente mi plan es destruir a quien te llevo , puedo sentir que mi mente me estan jugando una pasada, esta ves voy a salvar mi vida sin ponerme el chaleco ya no importa quedar expuesto ante ti
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