131 Sonetos
LAS MUJERES DE ROMERO DE TORRES
Rico pan de esta carne morena, moldeada
en un aire caricia de suspiro y aroma...
Sirena encantadora y amante fascinada,
los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma...
Vuestros nombres, de menta y de ilusión sabemos:
Carmen, Lola, Rosario... Evocación del goce,
Adela... Las Mujeres que todos conocemos,
que todos conocemos ¡y nadie las conoce!
Naranjos, limoneros, jardines, olivares,
lujuria de la tierra, divina y sensüal,
que vigila la augusta presencia del ciprés.
En este fondo, esencia de flores y cantares,
os fijó para siempre el pincel inmortal
de nuestro inenarrable Leonardo cordobés.
SONETO
Oh tan cara de lejos y blanca y cerca, tan
Deliciosamente tú, Mery, que imagino
Algún bálsamo extraño por embuste emanado
Sobre el oscurecido cristal de algún jarrón
¿No lo sabes? sí, cómo hace ya muchos años
Que siempre para mí tu sonrisa prolonga
La misma rosa con su hermoso estío hundiéndose
En el antaño y luego también en el futuro.
Mi corazón que a veces en las noches se ausculta
0 busca el nombre último y más tierno que darte.
Se exalta en el apenas murmurado de hermana
Salvo, mi gran tesoro de cabeza pequeña,
Porque me enseñas una dulzura bien distinta
Quedo con sólo el beso en tus cabellos dicha.
SI NACE DE TUS MANOS Y ES OSCURA
Si nace de tus manos y es oscura
la angustia de sentirme atardecido;
si sueño, si por ti me es concedido
hacer eterna y fácil mi amargura;
Si es evidente mi dolor y es dura
tu voluntad de verme oscurecido
como el viento de noche sucedido
entre su arteria vegetal madura,
te puedo dar como si fuera tarde,
una sola palabra, y retornar
a lo perfecto que en mis manos arde.
O dejarte llegar inesperada
hasta tu misma voz, adelantar
y hacerte nula ante la sombra dada
EL "CANTO DE LAS PIEDRAS"
Hay un sitio en las costas de Aguadilla
al pie de una montaña de granito
y a poco trecho del lugar bendito
en que duermen los muertos de la Villa
un sitio entre las rocas, do se humilla
la onda que bate al duro monolito,
y es perenne el rumor y eterno el grito
que se oye en toda la escarpada orilla.
Cuando, al sordo fragor del oleaje,
allí las tempestades se quebrantan,
vibra más fuerte el cántico salvaje:
el himno de las piedras, que levanta
las que su nombre dieron al paraje...
¡porque en mi pueblo, hasta las piedras cantan!
SONETO DEL ALMA AL FIN...
Soneto del Alma
Al fin, no me queda sino la Mente
y más la Voluntad que se desliza
por entre la mundana y movediza
Vida que el Cuerpo me transmite y siente
el Alma lo corriente y ocurrente,
La que en Materiales se moviliza,
aunque sea Inconcebible e Indecisa...
De otro modo: como si fuera un Ente...
Se van juntos lo Vital y lo Ideal,
la Energía que forma el Movimiento
y me conducen al pensar o al amar,
a la mar de Opciones que desmiento:
un Espiritual de por sí se esfuerza
para mejorarse y no estar de vuelta...
(©) José Lévio=José Leva y Wimmer
Viento helado
“Arqueros del alba”
Para María Dolores Menéndez López
Soneto I
El viento helado que rozó el cabello,
Llenándolo de escarcha y de blancura,
No osó matar su hechizo, su ternura,
Sus luces, sus bellezas, su destello:
Manchado de granizo fue más bello,
Más puro que la nieve cuando, pura,
Desciende de los cielos, de la altura,
Tan diáfano que el sol luce en su cuello.
Hiriéronla los años, la carrera,
El rápido correr hacia el vacío,
Más no perdió la luz de su alegría.
Sus risas, floración de primavera,
Fluyeron como, rápida en el río,
El agua en su correr, helada y fría.
2005 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Las campanas de la muerte”
Primera parte: “Los arqueros del alba”
FORMA DEL CORAZÓN ANHELANTE
Cómo fingirte al aire que no es mío,
ave en derrota, carne en desconsuelo,
si todos los desdenes de tu vuelo
se desvanecen con mi desvarío.
Cómo ponerle un ancla a tu navío
y cercenarle el ala a tu desvelo,
ay, cómo desviarte de tu anhelo
con un dique de amor, igual que a un río.
Ser escollo y ser roca y ser la sola
isla perpetua para tu llegada
y ser el aire de tu caracola,
y suelto de mi viento en tu bandada
ser el golfo y la playa para tu ola,
si de amores te encuentras desamada.
COMO AQUEL QUE EN SOÑAR GUSTO RECIBE
Como aquel que en soñar gusto recibe,
su gusto procediendo de locura,
así el imaginar con su figura
vanamente su gozo en mí concibe.
Otro bien en mí, triste, no se escribe,
si no es aquel que en mi pensar procura;
de cuanto ha sido hecho en mi ventura
lo sólo imaginado es lo que vive.
Teme mi corazón de ir adelante,
viendo estar su dolor puesto en celada;
y así revuelve atrás en un instante
a contemplar su gloria ya pasada.
¡Oh sombra de remedio inconstante,
ser en mí lo mejor lo que no es nada!
SONETO
No te besé la boca sino cuando
me decías que el viento te besaba...
Si te gocé, ello fue si te gozaba
también Eros....: con él te iba gozando.
Yo sólo se decir como es "amando"
ni supe ni sabré como es "amaba"....
Más libre soy si tengo el alma esclava:
y esclavo soy, joyoso, duro y blando.
No te besé la boca, alta Fonoe
reticente, si no porque venusta
quemada del deseo, la ofrecías:
si te gocé, Belinda ( o Nice, o Cloe
o Altacira ) fue cuando combusta
pira de Eros, lujuriante, ardías...
ESTE PEREGRINAJE LO EMPEÑÉ EN EL...
Enviado por quijoteando Seguir
Este peregrinaje lo empeñé en el silencio
Al sueño que se copia en un rostro risueño,
Que fue como el suspiro del monte en el otoño
Que nada prometía si un verso doloroso.
Fue la sombra del viento que tanto yo quería,
Que tanto yo buscaba aunque siempre se huía,
Que después de algún tiempo, si acaso regresaba,
Yo aguardaba el olvido, así que me dejara.
Todavía otras veces, no se dejaba olvidar
Y algún eco sombrío sonaba en mi soñar
que ahora me decía, “Despídete en un verso.”
Y de aquí hasta el final, no sé si yo lo llamo
O si acaso él me llama o si ambos nos llamamos.
Mas si no ha de ser mío, me voy con este verso.
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