133 Sonetos
II
No soy quien fui; murió de mí gran parte,
y lo que queda es languidez y llanto.
Las hojas de laurel, las esperanzas
de mis jóvenes cantos, se han secado.
Desde que Marte y su licencia impía
con su sangriento manto me vistieron,
está ciega la mente y muerta el alma,
y las desgracias son mi arte y mi orgullo.
Y aunque el deseo de morir me viene,
a mi fiera razón cierran las puertas
ansia de gloria y caridad de hijo.
De la suerte, de mí y de otros, esclavo,
conozco lo mejor y no lo escojo
y sé invocar la muerte y no matarme.
Siglo XX
El genio de Albert Einstein dijo un día
y será para siempre recordado;
"Velocidad de la luz al cuadrado
por la masa es igual a la energía".
Además de por un par de teorías
que dicen que fue un niño muy callado
o que su lengua y el pelo alborotado
nos demuestra en su peor fotografía...
Supina reflexión de un erudito
del arte del violín y el ajedrez;
"Que el universo fuera algo infinito
puede ser que no fuese o que tal vez,
pero asegura y confirmo con mi escrito
que infinita es la humana estupidez".
I
Porque tal vez de la fatal quietud
eres la imagen, soy feliz al verte,
oh noche, cuando alegres te cortejan
suaves brisas y nubes estivales;
y cuando traes con la tempestad
las tinieblas profundas e inquietantes,
te invoco siempre, y las secretas vías
del corazón con suavidad gobiernas.
Haces que el pensamiento se extravíe
por la senda que va a la eterna nada,
y huye este tiempo inicuo y con él marchan
las preocupaciones que me oprimen.
Miro tu paz y en mi interior se calma
el insaciable espíritu guerrero.
A cambio de tus besos
Soneto V
A cambio de tus besos silenciosos
Un reino he de entregar, tierra olvidada,
Aire sin voz, llegando a la morada
De todos los misterios y reposos.
Los guiños de tus ojos cariñosos
Allí me encontrarán, alma cansada,
Lleno de amor, de entrega fatigada
De anhelos y de esfuerzos dolorosos.
Habré llegado a ti desde la vida
Para volverte vida entre mis brazos,
Y habremos de emprender el largo viaje.
Del sueño volverás del que, dormida,
Pretenden despertarte mis abrazos,
Que abrieron a tu amor tanto coraje.
2005 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Las campanas de la muerte”
Primera parte: "Los arqueros del alba"
Soneto IV
Soneto IV
No oiréis correr de nuevo el arroyuelo
Que, alegre, se lanzaba a su caída,
Ni al dulce ruiseñor, cuya venida
La bóveda alumbró del alto cielo.
Dolores era hermosa como el vuelo
Que alcanza las antorchas de la vida,
Luciente como el alba que, encendida,
Cuajaba en sus cabellos el deshielo.
Mi espíritu poblaron las malezas
Dejándome en las sombras misteriosas
Que llenan hoy mis versos de tristezas.
Sus ojos son estrellas luminosas,
Sus luces, altas torres, fortalezas,
Alegres sus sonrisas perezosas.
2005 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Las campanas de la muerte”
Primera parte: "Los arqueros del alba"
SONETO XIV
Me falta tiempo para celebrar tus cabellos.
Uno por uno debo contarlos y alabarlos:
otros amantes quieren vivir con ciertos ojos,
yo sólo quiero ser tu peluquero.
En Italia te bautizaron Medusa
por la encrespada y alta luz de tu cabellera.
Yo te llamo chascona mía y enmarañada:
mi corazón conoce las puertas de tu pelo.
Cuando tú te extravíes en tus propios cabellos,
no me olvides, acuérdate que te amo,
no me dejes perdido ir sin tu cabellera
por el mundo sombrío de todos los caminos
que sólo tiene sombra, transitorios dolores,
hasta que el sol sube a la torre de tu pelo.
SONETO DEL DULCE NOMBRE
Si el mar que por el mundo se derrama
tuviera tanto amor como agua fría,
se llamaría, por amor, María
y no tan sólo mar, como se llama.
Si la llama que el viento desparrama,
por amor se quemara noche y dia,
esta llama de amor se llamaría
María, simplemente en vez de llama.
Pero ni el mar de amor inundaría
con sus aguas eternas otra cosa
que los ojos del ser que sufre y ama,
ni la llama de amor abrasaría,
con su energía misericordiosa,
sino el alma que llora cuando llama
IV
Un día, si no sigo siempre huyendo
de gente en gente, me verás, hermano,
llorar, sentado al pie de tu sepulcro,
la muerta flor de tus gentiles años.
Ahora, sólo nuestra anciana madre
habla de mí con tu ceniza muda:
sin ilusión os tiendo yo mis manos,
pues aunque vea nuestro hogar de lejos,
siento el numen adverso y los temores
que fueron tempestad para tu vida,
y pido yo también paz en tu puerto.
Hoy, de tanta esperanza, esto me queda,
gentes extrañas, que pongáis mis huesos
en el regazo de la madre triste.
III
Ya nunca tocaré la sacra orilla
donde de niño recosté mi cuerpo,
Zante mía, en las olas reflejada
del griego mar en que nació doncella
Venus, que hizo fecundas esas islas
con su sonrisa; así callar no pudo
ni tus límpidas nubes ni tus frondas
el verso célebre de quien las aguas
cantó fatales y el diverso exilio
por el que rico en fama y desventura
besó su pedregosa Itaca Ulises.
Solamente tendrás de tu hijo el canto,
materna tierra mía: nos prescribe
el hado no llorada sepultura.
"IL PENSIEROSO" DE MIGUEL ÁNGEL
En este mármol-hombre todo piensa,
es todo él un pensamiento triste
del bloque níveo que al cincel resiste
llamado al ser con voluntad inmensa.
Este, frente al misterio que lo aprensa
resume su alma y su callar persiste...
Monólogo de piedra que reviste
de luz perenne su blancura densa.
El creador del eterno pensativo
apagó en esta abscóndita pupila
el anhelo que en su alma estaba vivo,
lo alzó esfinge ante vulgos y ante sabios...
Y la flor del silencio abre tranquila
la exánime corola entre sus labios.
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